jueves, 26 de abril de 2012

No es un bicho raro, es Alberto Díaz Flores



El escritor Alberto Díaz Flores firmará ejemplares de “Los artrópodos”, editado por Milena Caserola, en el marco de la 38º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. La cita es el viernes 27 de Abril en el Stand 133 del Pabellón Azul a las 19.

El libro de cuentos de ficción "Los Artrópodos" y el "Long Play de Los Artrópodos" (CD de cuentos y tango) también se presentará en Salta el día 5 de Mayo a las 21 en La Ventolera http://laventolera.blogspot.com , en la calle O´higgins 585 esquina Mitre.

El evento contará con lecturas de cuentos realizadas por la actriz Luciana Rajal y por el propio autor, con una exposición de fotos de artrópodos a cargo del fotógrafo Diego León Viera Nobre,  proyección de visuales y un número musical de tango.

Biografía del autor

Alberto Díaz Flores nació en 1984. Vive en el barrio de Sarandí, en el sur del conurbano Bonaerense. Es escritor, músico, trabajador asalariado y estudiante de la carrera de letras de la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado en la primavera de 2011 su primer volumen de cuentos titulado "Los Artrópodos" por la editorial Milena Caserola. A través del sello discográfico Wacala, en Abril de 2012, se ha editado "El LP de Los Artrópodos" que incluye tres cuentos del volumen y una milonga y un tango canción interpretados por Barsut, conjunto de tango del cual es cantor. En la actualidad prepara otro volumen de relatos de ficción y una serie de artículos en torno al tango. 



Las Hormigas (fragmento)

Al transcurrir los días, el estado ocioso y la curiosidad del accidental observador le hacen perseguir, con una incipiente y extraña inquietud, el recorrido incesante de las hormigas por la superficie externa de su domicilio toda vez que se topa con ellas.

Observa de lejos un día, al regresar de hacer las compras, que la medianera está repleta de pequeñas grietas similares en forma a las líneas que aparecen en los mapas, esa suerte de venas que indican el curso de los variados ríos. Al acercarse, nota con un efímero alivio que se trata de las infatigables hormigas.

Cae en la cuenta, poco a poco, de que recorren exactamente todas las paredes en varias columnas de cursos variables y, también, de que se pierden, las más de las veces, por ciertos agujeros mínimos que tan sólo de muy cerca se pueden percibir, como pegando el ojo a una mirilla.
Reseña 

Una escritura de espacios mínimos, acechados siempre, siempre acechantes. Por los surcos y escondrijos que hay en toda casa y en toda vida, rincones imperceptibles de lo cotidiano y familiar, Alberto Díaz Flores pasa sus palabras como lupas, en un tenso y siempre impreciso develamiento de lo oculto, que  se debate entre la crueldad, el miedo y la risa. Una tensión similar a la que ponen en juego todos sus cuentos a través de una diversidad de estilos, voces y géneros que le proponen al lector, al mismo tiempo que a los personajes, la experiencia de una continua metamorfosis: en detective perspicaz, en perverso espectador de actos perversos, en parroquiano de un estaño anónimo, en científico minucioso y diseccionador, en cuerpo alucinado. Lo único estable en esa diversidad es una atmósfera suburbana y atemporal de baldíos yuyosos, cafetines despintados y casas bajas, por los que los personajes, sean de la especie que fueren, dan pasos inciertos, como si su experiencia acumulada estuviera a punto de estallar. Renguera experiencial que es acompañada, de fondo, y como en ostinato, por un bordoneo tanguero de ritmos asimétricos y persistentes.
Los artrópodos es un arbitrario catálogo de clasificaciones desclasificatorias en el que bichos, animales y personas se entreveran en duelos, colaboraciones y mezclas hasta confundirse y confundirnos, minando así nuestras certezas de un orden posible. Pero es, al mismo tiempo, una celebración de lo contaminado: el equilibrio peligroso entre ser y no-ser, entre hombre y animal, entre razón y sensación, que nos abre prepotentemente a la feracidad de lo im-posible.

                                                                                              Diego Antico

jueves, 19 de abril de 2012












Editorial CLASE TURISTA y Grupo PAPELES BLANCOS

presentan

Ciclo de Poesía
(Edición Especial Feria Internacional del Libro de Buenos Aires)


LECTURAS
Jorge D'Alessandro
Andrés Lewin
Tom Maver
Paula Jiménez

CANCIONES
Hernán Martínez
http://hmylasestrellas.bandcamp.com

VIERNES 20 DE ABRIL / 21hs. PUNTUAL
ESPACIO DIGITAL (Entrada por Cerviño 4474)

http://www.edclaseturista.com.ar/esp/
http://blogdepapelesblancos.blogspot.com.ar/

lunes, 9 de abril de 2012

Atahualpa Yupanqui - El payador perseguido





EL PAYADOR PERSEGUIDO (FRAGMENTOS)


Con permiso, via a dentrar

aunque no soy convida’o,

pero en mi pago, un asao

no es deide y es de todos.

yo via cantar a mi modo

después que haiga churrasquia’o.


No tengo Dios pa’ pedir

cuartiada en esta ocasión,

no puedo pedir perdón

si entuavía no he falta’o;

veré cuando haiga acaba’o;

pero ésa es otra cuestión.


Yo sé que muchos dirán

que peco, de atrevimiento

si largomi pensamiento

pa’l rumbo que ya elegí,

pero siempre he sido así;

galopiador contra el viento


(...)


La sangre tiene razones

que hacen engordar las venas.

pero sobre pena y pena

hacen que uno pegue el grito.

La arena es un puñadito

pero hay montañas de arena.


No sé si mi canto es lindo

o si saldrá medio triste;

nunca fui zorzal, ni existe

plumaje más ordinario.

Yo soy pájaro corsario

que no conoce el alpiste.


(...)


Aunque mucho he padecido

no me engrilla la prudencia.

Es una falsa experiencia

vivir temblándole a todo.

Cada cual tiene su modo;

la rebelión es mi cencia.


Pobre nací, pobre vivo

por eso soy delica’o.

Estoy con los de mi la’o

cinchando tuitos parejos

pa’ hacer nuevo lo que es viejo

y verlo al mundo cambia’o.


(...)


Acostumbra’o a las sierras

yo nunca me sé marear,

y si me siento alabar

me voy yendo despacito.

Pero aquel que es compadrito

paga pa’ hacerse nombrar.


Si alguien me dice señor,

agradezco el homenaje;

mas, soy gaucho entre el gauchaje

y soy nada entre los sabios.

Y son pa’ mi los agravios

que le hagan al paisanaje.


(...)


El trabajo es cosa buena,

es lo mejor de la vida;

pero la vida es perdida

trabajando, en campo ajeno.

Unos trabajan de trueno,

y es para otros la llovida.


(...)


Tal vez otro habrá roda’o

tanto como he roda’o yo,

y le juro, creamelo

que he visto tanta pobreza,

que yo pensé con tristeza:

Dios por aquí no pasó.


(...)


Cuando sentí una alegría;

cuando el dolor me golpió;

cuando una duda mordió

mi corazón de paisano,

desde el fondo de los llanos

vino un canto y me curó...


(...)


En asuntos del cantar,

la vida nos va enseñando

que sólo se va volando

la copla que es livianita.

Siempre caza palomitas

cualquiera que anda cazando...


Pero si el canto es protesta

contra la ley del patrón

se arrastra de peón a peón

en un profundo murmullo,

y marcha al ras de los yuyos

como chasqui en un malón.


(...)


Si uno pulsa la guitarra

pa’ cantar coplas de amor,

de potros, de domador,

de la sierrra y las estrellas,

dicen: ¡Que cosa más bella!

¡Si canta que es un primor!


Pero si uno, como Fierro,

por ahí se larga opinando,

el pobre se va acercando

con las orejas alertas,

y el rico vicha la puerta

y se aleja reculando.


(...)


Yo vengo de muy abajo,

y muy arriba no estoy.

al pobre mi canto doy

y así lo paso contento,

porque estoy en mi elemento

y ahí valgo por lo que soy.


Si alguna vuelta he canta’o

ante panzudos patrones,

he picanea’o las razones

profundas del pobrerío.

Yo no traiciono a los míos

por palmas ni patacones.


(...)


Se puede matar a un hombre.

pueden su rostro manchar,

su guitarra chamuscar.

Pero el ideal de la vida,

esa es leñita prendida

¡que naides ha de apagar!


(...)


Aquel que tenga sus reales

hace muy bien en cuidarlos;

pero si quiere aumentarlos

que a la ley no se haga el sordo.

Que en todo puchero gordo

los choclos se vuelven marlos.


(...)


La vida me fue enseñando

lo que vale una guitarra;

por ella anduve en las farras

tal vez hecho un estropicio,

y casi me agarra el vicio

con sus invisibles garras.


La cosa estaba en pensar

que al pulsar un instrumento,

hay, que dar con sentimiento

toda la fuerza campera.

Pero nadie larga afuera

si no tiene nada adentro...


(...)


Una canción sale fácil

cuando uno quiere cantar.

Cuestión de ver y pensar

sobre las cosas del mundo.

Si el río es ancho y profundo

cruza quien sabe nadar.


Que otros canten alegrías

si es que alegres han vivido.

Que yo también he sabido

dormirme en esos engaños.

Pero han sido más los años

de porrazos recibidos.


Nadie podrá señalarme

que canto por amarga’o.

Si he pasa’o lo que he pasa’o,

quiero servir de advertencia.

El rodar no será ciencia

pero tampoco es peca’o.


(...)


Dicen que no tienen canto

los ríos que son profundos.

Mas yo aprendí en este mundo

que el que tiene más hondura,

canta mejor por ser hondo,

y hace miel de su amargura.


(...)


Aura me voy. No sé adónde.

Pa’ mi todo rumbo es güeno.

Los campos, con ser ajenos

los cruzo de un galopito.

Guarida no necesito,

yo sé dormir al sereno...


(...)


Y aunque me quiten la vida

o engrillen mi libertad.

¡Y aunque chamusquen quizá

mi guitarra en los fogones,

han de vivir mis canciones

en l’alma de los demás!


¡No me nuembren, que es peca’o,

y no comenten mis trinos

yo me voy con mi destino

pa’l la’o donde el sol se pierde.

¡Tal vez alguno se acuerde

que aquí cantó un argentino!