lunes, 30 de diciembre de 2013

Jorge Nuñez


ahora Almita
juega a que es mi mamá
me dice hijo
con paciencia
me enseña a leer
y algunas cosas sugiere
acerca de cómo se cría un hijo
Amadeo es entonces mi hermano
mi madre (la verdadera)
es mi hermana y Paola
una tía que vino de visita
no sé por qué
pero mi viejo es el único
que sigue siendo mi viejo
lee el diario abajo de un
ventilador que revuelve
aire familiar
yo pierdo
la noción de distancia
de equilibrio
doy unos primeros pasos
mamá me rodea
y soy llevado
con ternura
desconcertante
ando
de un momento a otro
torpemente

 *  *  *  *  *  *  *

Amadeo empieza
a patear una pelota
y Alma intenta pedalear en su bici nueva
me concentro en transmitirles
las técnicas los cuidados
trato de ser preciso
sé constante
no pierdas la calma
al definir
existe un ritmo
seguílo
buscá referencias
y amistad
este parque es enorme
no quieras ser
un héroe...
entiendo que ellos deberían olvidar
cada instrucción
si es que de verdad quieren hacerlo
y aprenden rápido
por suerte
Alma da pedaleadas enteras redondas
y Amadeo corre y le pega con las dos
mientras se alejan para el lado de los árboles
no sé si todavía escuchan lo que les digo
o soy yo el que pierdo el miedo
animado a irme con sus pies
en el aire agitado por la risa
en su deslumbramiento

Jorge Ignacio Nuñez nació el 17 de Octubre de 1969 en la ciudad de Buenos Aires. Es licenciado en Publicidad. Vive en Villa Urquiza. La administración del fuego (2012) es su primer libro. Se lo puede contactar al mail jon@baluarteweb.blogspot.com.ar . Los presentes textos fueron obtenidos de la antología "Razones para vivir en la dicha".

martes, 24 de diciembre de 2013

Oye niño.... ser el aire no es pensar



Oye niño no te dejes

haz tu cabeza estallar.
Oye niño no seas tonto
haz tu cabeza estallar.

Todo lo que ata es asesino
todo lo que ata no es la paz.
Oye niño ya no corras
no me quieras ganar.

Cuando mi nombre ya no exista
verás qué velocidad.
Ya arroja tu armadura
ser el aire no es pensar.

Todo lo que ata es asesino
todo lo que ata no es la paz.
No hay camino hasta tu suerte
Nadie te puede ayudar.
No hay camino hasta tu suerte
haz tu cabeza estallar.

Miguel Abuelo (1968)

jueves, 5 de diciembre de 2013

Presentación libro LA VIDA SUSPENDIDA (Andrés Lewin)


INPAZ LIBROS presenta:
La vida suspendida
de Andrés Lewin
Editorial En el aura del sauce

Miércoles 11 de Diciembre, 20 hs.
Refugio Cultural La Palmera
Bolivia 1067 (y Av. Gaona)

Presentación a cargo de Mariana Chami.
Lecturas y música en vivo.
Sorpresas. 

Evento en facebook: 
https://www.facebook.com/events/544161518998871

Mayor información en www.andreloweb.blogspot.com

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Las cosquillas

Don Pascual,
¿le puedo hacer una pregunta?
¿Conoce usted la razón
el motivo por el cual 
de repente llega una tarde
en que perdemos las cosquillas?
¿Existe acaso un día tal, Don Pascual
en que nuestra piel 
olvida la alegría?

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La apuesta

¿Y si sí?
¿Y si nos proponemos la alegría?
¿Y si al levantarnos sonreímos
nos miramos al espejo
y nos decimos lo lindo que somos?
¿Y si sí?
¿Y si entre todas las apuestas posibles
apostamos un pleno,
todos los ahorros
a la ternura, a la simple ternura?

Textos pertenecientes al libro LA VIDA SUSPENDIDA


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La vida suspendida es el segundo libro de poemas de Andrés Lewin.  Dice Jorge Nuñez en la contratapa: Andrés Lewin, desde su casa, en El Abasto, apunta la mano hacia la noche (como si la mano entrara en un guante) y señala un rumbo. Ahora sí, escribe. Resulta imposible sustraernos a este movimiento con el que inicia el fascinante tour poético, "al fin y al cabo somos animales buscando lugares" como él dice (…) Personajes, sacados con gran destreza estilística desde el fondo de las costumbres, que empiezan a encenderse hasta cobrar nitidez (…) Es fácil reconocemos en cualquiera: Julio, Burbuja, Paola, Walter, Ignacio... Somos la misma luz, calma en apariencia, pero emanada desde una feroz guerra íntima.

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Andrés Lewin nació en Buenos Aires en 1978. Miembro del grupo de poesía Papeles Blancos. Algunos de sus textos pueden apreciarse en los blogs www.andreloweb.blogspot.com y www.barlapelotanosemancha.blogspot.com . Ha publicado El ruido de los ríos (2011, Editorial En el aura del sauce). La vida suspendida (2013, Editorial En el aura del sauce) es su segundo libro de poesías.

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En el Aura del Sauce es una editorial independiente con cinco años de vida y más de 100 títulos publicados, entre ellos: Sembrando semillas de Aurora (Ramiro Ross), Esxs que andan por ahí (Sebastián Bruzzese), Temperley (Patricio Foglia) y Alma (Erik Thiemer).

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Inpaz Libros es una librería que abrió sus puertas en diciembre de 2009, ubicada en el barrio porteño Villa General Mitre, sobre la avenida Gaona entre Bolivia y Artigas.
Cuenta con un surtido de títulos, dando especial importancia a autores independientes y editoriales pequeñas.

Para más información: inpazlibros@gmail.com

domingo, 10 de noviembre de 2013

La poesía (por Juan L. Ortiz)

"Es la realización del estado de infancia que debe permanecer a través de todas las edades del hombre. Y llamo estado de infancia a esa frescura, sensibilidad, disponibilidad, a esa apertura hacia todo lo que aparece; hacia todo lo que parece viejo y es nuevo".
Juan L. Ortiz

jueves, 10 de octubre de 2013

En isla - La peti




Mosquitos

Esto pasa cuando vamos a dormir: ellos se acercan, cuentan un secreto, se van. Vuelven.

Hubo una época en la que no estaban, pero cuando cortaron los árboles aparecieron. Con cada rama y hoja que caía ellos se despertaban. Estaban escondidos, durmiendo, esperando a que alguien los llamara a su vida de mosquito.

A veces ponemos espirales o prendemos maderas para que el humo los espante. Pero siempre vuelven. Resisten. Tal vez es su modo de decirnos que quieren habitar este espacio. Les sacamos los árboles donde dormían y con la madera hicimos nuestras casas.

La madera tiene su propia memoria, sabe que una vez fue árbol. Tiene huellas impresas, todo en ella dice que antes de ser un trozo inmóvil tuvo vitalidad.

La madera de esta casa respira, se mueve. Cada tanto se la escucha crujir. Algunos piensan que es el viento que las mece y le hace decir cosas, yo creo que está llamando a sus mosquitos. Quiere recuperarlos, no porque los extrañe, sino para recordar que es madera de árbol, que tuvo esas vidas pequeñitas viviendo en ella.

Los mosquitos responden a su llamado, vienen hordas de mosquitos, salen de cualquier lugar. Emergen del pasto y cuando baja la tarde se acercan a recuperar su antigua casa.

Llega la noche y vamos a dormir, ellos persisten. Se acercan, hablan en zumbidos que no comprendemos, cuentan secretos que no estamos dispuestos a escuchar. Si pudieran tener voz humana, ¿qué dirían? ¿que les voy a responder si alguna vez me preguntan si estoy dispuesta a irme y devolverles la madera que les quité?


*  *  *  *  *


Cuando las barcas se cruzan


I.


A cierta hora de la tarde hay una barca que va y otra que regresa. Los pasajeros que viajan en ellas siempre se saludan, esa es la rutina. Pero puede pasar que a veces dos barcas se crucen y cambien el curso de los acontecimientos.

Hoy, por ejemplo, cuando las barcas se cruzaron dos personas chocaron sus miradas. Cada una se había sentado en el mismo lugar, en espejo; se vieron y nadie percibió que dos vidas estaban a punto de cambiar.

Empezaron a tomar las barcas todos los días para verse en ese momento de cruce mágico. Pero no siempre coincidían, a veces una barca iba a un ritmo más lento y otra más rápido, entonces no había detención en el mismo momento, ni segundos concedidos a las miradas.

Sus vidas cambiaron, ahora no vuelven a tomar la barca sin antes prepararse, sin esperar la llegada del otro.


II.

Hubo también un viaje, especial: cuando las barcas se cruzaron dos mujeres idénticas se reconocieron. Ni siquiera tuvieron tiempo de decir una palabra, sólo pudieron señalarse y quedar con la boca abierta. Estaban vestidas iguales, llevaban el mismo peinado, tenían los mismo anteojos puestos. ¿Era algún reflejo extraño?, ¿es posible que cada uno tenga su doble dando vueltas por ahí?

Cosas así suceden a menudo cuando las barcas se cruzan.



*  *  *  *  *


Isla

Desde que llegué el tiempo se detuvo, dejó de contar. La isla ejerce una extraña atracción sobre las cosas, como si liberara hechizos mágicos acá y allá y no pudiéramos hacer nada para conjurarlos.

Si estoy más de cinco días sin salir ya no estoy, permanezco. La isla absorbe, atrapa. No deja ir.

Hoy pensé en otra posibilidad: soy yo la que no deja ir a la isla. Quienes viven acá hunden la tierra con su peso, no quieren que se siga desprendiendo hasta irse flotando. Obligamos a la isla a permanecer, a que siga siendo isla.


Textos pertenecientes al libro En Isla, Editorial Tocoymevoy, 2013.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Charles Baudelaire


Los ojos de los pobres

¿De modo que quieres saber por qué te odio hoy? Te será, sin duda, más difícil entenderlo que a mí explicártelo, pues creo que eres el más bello ejemplo de impermeabilidad femenina que cabe encontrar.
Habíamos pasado juntos una larga jornada que me resultó corta. Nos habíamos prometido que nos comunicaríamos todos nuestros pensamientos el uno al otro y que en adelante nuestras almas serían una sola; claro que este sueño no tiene nada de original, como no sea que ningún hombre lo ha visto realizado, aunque todos lo hayan concebido.
Al anochecer, como estabas algo cansada, quisiste sentarte en la terraza de un café nuevo que hacía esquina con un bulevar también nuevo y todavía lleno de escombros, que ya mostraba su esplendor inacabado. El café estaba resplandeciente. Hasta el gas del alumbrado desplegaba todo el fulgor de un estreno e iluminaba con toda su fuerza las paredes de una blancura cegadora, las superficies deslumbrantes de los espejos, los dorados de las molduras y cornisas, los mofletudos pajes arrastrados por perros con correas, las damas sonriendo al halcón posado en el puño, las Hebes y los Ganímedes ofreciendo con los brazos extendidos un ánfora con jaleas o un obelisco bicolor de helados con copete; toda la historia y toda la mitología puestas al servicio de la glotonería.
En la calzada, justo delante de nosotros, se había plantado un buen hombre de unos cuarenta años, con cara de cansancio y barba entrecana, que llevaba de una mano a un niño, mientras sostenía en el otro brazo a una criaturita demasiado pequeña para andar. Estaba haciendo de niñera y llevaba a sus hijos a tomar el fresco de la noche. Todos iban andrajosos. Los tres rostros estaban extraordinariamente serios y los seis ojos contemplaban fijamente el café nuevo, con igual admiración, aunque diversamente matizada por la edad.
Los ojos del padre decían: “¡Qué precioso, qué precioso! Se diría que todo el oro de este pobre mundo se ha concentrado en esas paredes”. Los ojos del niño exclamaban: “¡Qué precioso, qué precioso!, pero ése es un sitio donde sólo puede entrar la gente que no es como nosotros”. En cuanto a los ojos del más pequeño, estaban demasiado fascinados para no expresar más que una alegría estúpida y profunda.
Dice la letra de una canción que el placer hace a las almas buenas y ablanda los corazones. Por lo que a mí se refería, la canción tenía razón esa noche. No sólo me había enternecido aquella familia de ojos, sino que me sentía un tanto avergonzado de nuestros vasos y de nuestras jarras, mayores que nuestra sed. Había dirigido mis ojos a los tuyos, amor mío, para leer en ellos mi pensamiento; me había sumergido en tus ojos tan bellos y tan extrañamente dulces, en tus ojos verdes, habituados por el capricho e inspirados por la luna, cuando me dijiste: “¡No soporto a esa gente con los ojos abiertos como  platos! ¿No puedes decirle al encargado del café que los eche de ahí?”
¡Hasta qué extremo es difícil entenderse, ángel mío! ¡Hasta qué extremo es incomunicable el pensamiento, incluso entre aquellos que se aman!

jueves, 12 de septiembre de 2013

Bertolt Brecht



Preguntas de un obrero que lee 

¿Quién construyó Tebas, la de las Siete Puertas? 
En los libros figuran sólo los nombres de reyes. 
¿Acaso arrastraron ellos bloques de piedra? 
Y Babilonia, mil veces destruida, ¿quién la volvió a levantar otras tantas? 
Quienes edificaron la dorada Lima, ¿en qué casas vivían? 
¿Adónde fueron la noche en que se terminó la Gran Muralla, sus albañiles? 
Llena está de arcos triunfales Roma la grande. Sus césares ¿sobre quienes triunfaron? 
Bizancio tantas veces cantada, para sus habitantes ¿sólo tenía palacios? 
Hasta la legendaria Atlántida, la noche en que el mar se la tragó, 
los que se ahogaban pedían, bramando, ayuda a sus esclavos. 
El joven Alejandro conquistó la India. ¿El sólo? 
César venció a los galos. ¿No llevaba siquiera a un cocinero? 
Felipe II lloró al saber su flota hundida. ¿Nadie lloró más que él? 
Federico de Prusia ganó la guerra de los Treinta Años. ¿Quién ganó también? 
Un triunfo en cada página. ¿Quién preparaba los festines? 
Un gran hombre cada diez años. ¿Quién pagaba los gastos? 
A tantas historias, tantas preguntas. 

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Poemas de Víctor Koprivsek


Escritos sobre servilletas de papel en la mesa de cualquier bar

Pido toros bravos por mi calle.
No bueyes tristes, rumiantes repetidores, bestias doblegadas.
Pido toros hartos de matanzas, furiosos por la estirpe sometida.
Toros que echen espuma por la boca, que abran surcos
con la pata izquierda antes de la embestida final,
que levanten polvaredas a la muerte.
Pido toros dignos por mi calle.
No bueyes tristes.
Maldigo al ganado obediente a tanto pastizal.



Apenas soplo

Somos como desesperadas hojas
enredadas en el silencio
arremolinaciones de humo
que el viento empuja.
Existe el infierno en la propia brizna
que nada dice.
Porque falta Dios en lo bajo.
Veo risas con enormes dientes
que festejan la jornada de mi calle.
Un relámpago de ira cruza por mis ojos
agitando una bandera negra,
decapitando miedos.
Digo que estoy solo cuando olvido.
También he muerto en el último otoño.
Ahora otra vez el desconcierto
poco a poco va templando con duro golpe
cada nueva herida.
Pero el dolor viejo no se va,
y la derrota será grito el día de los truenos.
Estoy cansado de mis palabras,
me están pesando en la noche.
Dime ¿conoces este insomnio?



Bolivia

Las horas que se alargan en la siesta.
El tranquilo sendero de la noche.
El ritmo acompasado de la mañana.
Como agua que ocupa mansamente la vasija
fui expandiéndome en la dimensión de un tiempo distinto.
Desconozco el momento en que olvidé la rápida rutina
que arrebata como un remolino furioso
los silencios de la tierra.
Ahora escucho otra voz.



La noche en Samaipata

Un silencio amigo desciende sobre las casas.
Un silencio hecho de caminos
que acarician montañas con peligrosa delicia.
Un silencio hecho de montañas
recostadas sobre el perfil de los pueblos.
La calma infinita de las noches de Samaipata
tiene dos altos senderos:
dejarse dormir arropado en la ajena quietud
o lanzarse al abismo interminable de los pensamientos.
En el día salen manos que te sujetan con delicada firmeza
y te convidan a escuchar el murmullo fraternal de la tierra,
esa canción.



El viejo

Era áspero y seco el camino.
Era pampa el paisaje.
Una música mineral silbaba
entre los espinillos.
La tierra en el viento
decía las horas del mundo,
los años de la historia,
el tiempo.
La gracia de los eternos movimientos
que articulan el crepúsculo,
prolongaba la belleza de la tarde.
Entonces el viejo llegó hasta el árbol
y dijo:
-Te ha tocado en suerte una útil tarea,
procura la verdad en la tierra que tocas.



Buscar el poema

Buscar el poema
hundirme en el entrañable laberinto.
Hay que dejar pasar las horas, sí.
Hasta que el mismísimo tiempo
pierda su ámbito, su espacio.
Dejarlo caer hasta que pierda
su peso, su consistencia.
Acaso valga esta insaciable sed
la distancia y el desconcierto,
el cansancio de andar,
la espera en un lugar desconocido,
la soledad absoluta.
La nada puede ser un buen comienzo,
un buen agujero donde meter la mano
y buscar.




Víctor Hugo Koprivsek, poeta de Derqui, Provincia de Buenos Aires, Argentina.

domingo, 25 de agosto de 2013

Hombre de color


Querido hermano blanco:

Cuando yo nací, era negro.
Cuando yo crecí, era negro.
Cuando me da el sol, soy negro.
Cuando estoy enfermo, soy negro.
Cuando muera, seré negro.

Y mientras tanto, tú...
Cuando nacistes, eras rosado.
Cuando crecistes, fuistes blanco.
Cuando te da el sol, eres rojo.
Cuando sientes frío, eres azul.
Cuando sientes miedo, eres verde.
Cuando estas enfermo, eres amarillo.
Cuando mueras, serás gris.

Entonces, ¿cual de nosotros dos, es un hombre de color?


Léopold Sédar Senghor, poeta Senegalés, 
rescatado en el libro "Los hijos de los dias", de Eduardo Galeano.

viernes, 23 de agosto de 2013

Jorge Luján



















 Te dejo, le dijo la hoja al árbol.
Te dejo caer, le dijo el árbol a la hoja.
Déjalos que hablen, le dijo el viento a la calle.

       *   *   *   *   *   *   *



















Hoy comencé a vivir yendo hacia atrás,
por ninguna razón en especial,
para ver de frente el paisaje opuesto,
para meterme detrás del espejo,
para desaprender lo que distrae
o para ser de nuevo nuevo
y empezar otra vez hacia adelante.

       *   *   *   *   *   *   *



















Consiste en esto:
Dar algunos pasos,
probar los alimentos y el vino,
compartir la palabra
y a veces el lecho,
soñar,
entrever el misterio
y tener que partir.


Fuente: www.jorgelujan.com


sábado, 13 de julio de 2013

Lucas Soares


la coronita plateada
que me pusieron en tercer grado
para tapar un diente
partido al medio
por un compañero
que me tiró de la pierna
mientras estaba sentado
en la parte de arriba
de una cama cucheta
dar de frente contra el piso
el paso del tiempo
la coronita
se aflojaba
se me salía
me la volvía a poner
despegándose a veces
en los momentos más inoportunos
como ese día en que te invité a salir
la chica más linda de tercer grado
yendo al cine juntos
de la mano de tu mucama
cruzando la 9 de julio
la coronita se afloja
se cae al piso
el semáforo en verde
ya no hay tiempo
para recogerla
los autos se nos vienen encima
desde la vereda
veo pasar las ruedas
por encima de la coronita
te mentí que se me había
caído algo
para ir a buscarla
en medio de la avenida
toda abollada
la coronita
abrirla con las uñas
y volver a colocármela
para entrar al cine
toda la película
tocándome
la coronita
rozando con el pulgar
sus contornos abollados
desde ese día me cuesta
recién ahora te lo digo
reírme de una mujer

Del libro Mudanza (Paradiso, 2009). Lucas ha publicado recientemente un nuevo poemario, Roña (Ediciones Vox).

lunes, 10 de junio de 2013

Jorge D´Alessandro


papá en la lluvia
  
está loco
simplificaba ella

ver a papá
caminar por el patio
siempre era extraño
pero bajo la lluvia
tocado por cada gota
todo se teñía
de un color imposible

su ir y venir
constante monotonía
deseaba que no fuera él
que ese hombre
cayera dormido
como un frágil pececito
al fondo de un océano muy azul
ayudado por algas
en su infinito descenso

ningún encantamiento
podía hacer
que mi padre fuese otro
sino ese caminante mojado
que yo quería
y no podía dejar
de ver

siguió
el sinsentido de su marcha
y al volverse
mi mirada
por un instante
habló dentro mío

hijo, no estoy loco
me rije una lógica
azulada
mi marcha constante me aleja
del interior

de esta casa.

Poema del libro "Hijo del aire", inédito.
Más textos de Jorge D´Alessandro en el maravilloso blog www.malonmalon.blogspot.com

lunes, 20 de mayo de 2013

Idea Vilariño



A continuación copiamos nota de Juan Pablo Bonino alrededor de la poeta uruguaya Idea Vilariño, publicada originalmente en la revista virtual DAMISELAS EN APUROS (http://damiselasenapuros.blogspot.com.ar/2013/05/nada-de-cruces-para-idea-vilarino.html).

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Nada de cruces para Idea Vilariño 

Con un lenguaje punzante, la enorme poeta uruguaya trastocó la experiencia en escritura con simplicidad,sosteniendo un ritmo impecablemente musical, despojado de lo accesorio. Idea Vilariño (1920-2009), aún poco conocida, quiso convertir su vida entera en literatura.
Por Juan Pablo Bonino

De su vida se dice mucho y se sabe poco: que casi no se movió de Montevideo, que efectuaba viajes solitarios a la casa en Las Toscas. También se habla de sus amores tempestuosos con Onetti, de su participación política junto a los tupamaros, de su amor por la música y el piano, las plantas y de su gusto por estar sola. En sus poemas resplandece la intensidad de aquello que es sustancial y no hay espacio para lo secundario. ¿Cuál es el hilo que atraviesa su obra, la obra de una de las poetas más importantes del siglo XX en lengua castellana? Hay algo de su voz que está en sus mejores poemas y es la sensación increíble de que siempre estuvieron ahí y que ella, en todo caso, se demoró en escribirlos. Nadie como ella para bordear esa zona riesgosa de la representación de escenas amorosas y salir intacta, porque sus textos están amalgamados por un ritmo en que la sonoridad de cada palabra forma una respiración, un tono que no precisa siquiera de comas, porque halla una perfección natural, como esas maravillas que nos permitimos olvidar por la perfección con que están hechas.

Idea nació en Montevideo en 1920 y formó parte de la generación del 45 junto a intelectuales de la talla de Ángel Rama y Emir Rodríguez Monegal, fue profesora de escuela media hasta que llegó la dictadura en 1973 y ya después, en 1985, con la vuelta de la democracia y completamente consagrada, enseñó en algunas universidades. Idea se jactaba de haber dado sólo tres entrevistas porque no sabía contar anécdotas o las olvidaba. En uno de esos reportajes que concedió, le preguntaron qué pensaba mientras escribía sus poemas y dijo que no sabía exactamente, pero aclaró: “... es algo completamente natural que en determinados momentos debo hacer...”, y después remató: “... no quiero ceder a la tentación de escribir lo que no estoy obligada a escribir...”. En sus poemas brilla ese despojamiento de lo accesorio y la potencia de aquello que eligió hacer materia de su escritura. En su estética hay una permanente búsqueda de la precisión mediante la simplicidad, sostenida por un ritmo impecablemente musical. Y las repeticiones en sus poemas se ajustan más y más a aquello que quieren decir, lo remarcan, y después eluden ese centro con variaciones que no hacen más que ahondar la ausencia de ese centro.  Que supiera tocar el piano, que supiera hacer música es un don que se transparenta en cada uno de sus poemas.

Nunca le gustó publicar porque consideraba que lo que hacía era parte de su intimidad, y se nota en su breve obra, breve –digo– para la enorme repercusión que tuvo, que hizo de su ámbito privado un espacio de escritura que ya no abandonaría nunca. Su recelo a publicar estaba vinculado a que ella no escribía con esa finalidad, quizás por eso en otra entrevista dijo: “... necesito decir algo; eso es compulsivo...”. Tal vez sin esa energía implacable que fue para ella el amor en sus diversas formas, no hubiera escrito esos poemas tan auténticos, en los que permanentemente se pone en riesgo. Sin embargo, ella resiste a través de esa voz que inventa y se desplaza de ese lugar de incomodidad al trastocar la experiencia en escritura. Nunca se quiso casar con Onetti, porque él, misógino y talentoso, exigía sumisión de una mujer, un silencio que para ella estaba demasiado lleno de palabras. Al pie de la mayoría de sus poemas figura la fecha y en algunos incluso el lugar donde fueron escritos: Las Toscas, Madrid, La Habana, Estocolmo, pero es notable descubrir la ausencia de Montevideo, su ciudad natal. Asombrosamente, en el balneario de Las Toscas, la mayoría de los habitantes desconoce dónde quedaba la casa de Idea, una casa que ella misma describió de manera continua: estaba sobre un médano, construida antes de que se hiciera la rambla. Le encantaban los médanos y sufría de asma, en sus últimos años estaba casi ciega y sus pulmones ya no le permitían respirar bien.  

Idea conocía con mucha precisión cómo alumbrar los espacios vacíos, aquellos en donde puede hallarse la huella de una carencia. Así lo dijo en un poema que la pinta de cuerpo entero: “Ya no tengo / no quiero / tener ya más preguntas. / Ya no tengo / no quiero / tener ya más respuestas. / Tendría que sentarme en un banquito / y esperar que termine”. Hay en su voz una sensualidad combinada con una resignación aligerada por la brevedad del poema. Dicen que su obra es su autobiografía, dicen que era coqueta y que, cada vez más, coqueteaba con la idea de quitarse la vida.

Idea murió en voz baja, sin ningún revuelo: dicen que a despedirla a su funeral no fueron más de diez personas y casi nadie recordó que sus poemas ahondaban en aquellos momentos cuando las personas enmudecían o se quedaban con palabras imposibles en la punta de la lengua. Dicen que ella inventó un personaje, que se disfrazaba de Idea para escribir, que quiso convertir su vida entera en literatura, pero ¿acaso no hay un deseo más genuino que hacer de la literatura el lugar de una vida? En un poema del 2 de diciembre de 1985, cuando en Montevideo aún se respiraba el olor de la reciente primavera democrática, ella embiste con un poema lacónico y desencantado: “Qué queda / dos tres años / cuatro cinco / no más. / Y eso habrá sido / todo”. Vivió casi veinticinco años más y en su escritura hay hallazgos notables, casi siempre dialogando con un interlocutor imposible que es cada uno de sus lectores. Ella bordea lo indecible con un lenguaje punzante y breve como un haiku. Casi después de un lustro, el 14 de enero de 1990, escribe un poema en el que dialoga con dos de sus interlocutores más secretos, la muerte y su amante. Dice así: “Tanto que estuve amando / tanto tiempo / tanto que amé / que tuve / y que ya dejo / porque este mundo mío / ya no es mío / porque ahora abandono / y resigno / y me voy / y doy la espalda”. Si pudiera elegir una foto para la solapa de sus libros, foto que no tiene, por ejemplo, su obra completa editada por Lumen, debería ser una en la que ella estuviera de espalda: no porque no diera la cara, sino justamente porque dio la espalda.

Corrían los últimos días de abril de 2009 y poco antes de morir, Idea le escribió una nota a Selva, su empleada doméstica, en la que decía: “Si muero, nada de cruces. No morí en la paz de ningún señor, etc. Empresa Forestier Pose o Martinelli. Decir allí murió Idea Vilariño. Cremar”. Fue lo último que escribió, su propio destino de cadáver: convertirse en polvo, en cenizas, como Onetti, de quien dijo al enterarse que lo habían cremado en Madrid: “La persona que yo amé, ahora es sólo un poco de polvo”.  Lacónica y precisa, así se fue, como una estrella volviéndose polvo.

Sabés

Sabés
dijiste
nunca
nunca fui tan feliz como esta noche.
Nunca. Y me lo dijiste
en el mismo momento
en que yo decidía no decirte
sabés
seguramente me engaño
pero creo
pero ésta me parece
la noche más hermosa de mi vida.

(La Habana, 1968)


O fueron nueve

Tal vez tuvimos sólo siete noches
no sé
no las conté
cómo hubiera podido.
Tal vez no más que seis
o fueron nueve.
No sé
pero valieron
como el más largo amor.
Tal vez
de cuatro o cinco noches como ésas
pero precisamente como ésas
tal vez
pueda vivirse
como de un largo amor
toda una vida.

(La Habana, 1968)

Ambos poemas están incluidos en Idea Vilariño, Poesía completa, Lumen, 2010, Barcelona.


Juan Pablo Bonino (1984) es Licenciado en Letras (UBA), docente de escuela secundaria y en junio sus poemas formarán parte de la antología Ropa vieja, editada por Textos intrusos.

domingo, 12 de mayo de 2013

El blog más lindo del año


Cuando a fin de año se elija el blog más lindo del año, Papeles Blancos va a votar por MALON MALON...

Los invitamos a deleitarse, perderse y encontrarse en www.malonmalon.blogspot.com

domingo, 28 de abril de 2013

Mariana Chami


Linaje Roto

Bis-abuelo es dos abuelos
que no son
exactamente
dos personas diferentes
no me digas
no pretendo tus certezas
tengo hambre y un dilema

mi cabeza caza historias
se pregunta del abuelo
aquel abuelo
está perdido
no conoce ni a su nieta

el abuelo de mi hermana
es el padre de mi madre
no es mi padre
no es abuelo
y me grita desde lejos
ya no más

es confuso todo esto
ya no sé cual es mi abuelo
me perdí
el de mi hermana que es el padre
de mi madre anda suelto entre relatos

ajenos propios nuestros

es pesado y engorroso
volver a descubiri
los enigmas familiares
que perduran en mi cuerpo
en las entrañas bien tapadas
de los padres de mis padres
y sus madres generosas y angurrientas
si no hablan
no hay herencia

quién te dio que la herencia
son palabras fotos viejas
si al final
no hay ficciones verdaderas
sólo quedan estrategias
para andar

nos dijeron
si el te dijo ella me dijo
son versiones heredadas
de las culpas malos tratos
y rencores sin hablar

¿qué creías
que podías heredar
tan sólo aquello
que llaman sangre?

* * * * * * 

Cotidiano

Tengo miedo
escribiste en la nota
de papel cuadriculado

una tarde comimos galletitas
y otra vez
comimos amor

no te vayas
el pantalón con agujero es el vacío
como un parche cuadrillé

cerraste la heladera y nos miramos

no sé que decir
dijiste.

* * * * * * 

Vencimiento

Un frasco de tomates
secos te inicia
en la noche que cae

la heladera vacía
de nosotros comprendo
el temor a perder
los esparragos blancos

sufrís insomnio en mi cama
no hay carne cruda
ni al horno

el freezer sospecha
que el fuego se apaga

ya no escucho carcajadas
por la olla quemada
la verdura podrida
o el olor del amor.

Mariana Chami nació en Buenos Aires en Julio de 1978. Publicó los siguientes libros: Territorio del cuerpo (Libros de Tierra Firme, 2001), Antes de mí (Nusud, 2004) y El amor es esto (Ediciones del Dock, 2011). Administra el blog molinetesdepapel.blogspot.com.ar