viernes, 6 de enero de 2012

Sebastián Realini: este sábado en Bueno Zaire

XXI - Una perra

un perro que se da cuenta que es perro deja de serlo.

Martín Gambarotta

Una perra

con un tumor

en una de sus tetitas

no sabe quién es la muerte

o qué es...

o sea

no de negro, no mi duelo, no le duele

¿no le duele?

Sus ojos son

un souvenir hasta la esquina,

souvenir

que en realidad se va yendo;

camino hasta llegar

devuelvo el envase

la miro

arrastrarse pegada

contra la pared;

se me escapa: Heineken.

Prosigo,

vuelvo,

la perra está muerta,

cuánto pasó

por qué ahora

por qué la perra

y por qué yo

como paisaje postal...

la perra está muerta

la perra está muerta

la perra está muerta

y la cerveza

caliente;

los dos a la final

(decía Silvio)

los dos a la heladera

Por favor

no su infierno de canas

no su hocico

no su granja de pulgas

no su miedo

no su queja

no mi perra.

Domingo

6 de la tarde,

es todo lo que sé de sociología.

Mi perra está muerta

mi perra está muerta

mi perra está muerta

y la cerveza

caliente;

los dos a la final

los dos a la final

los dos a la final

los dos a la heladera,

los tres.


XX - Ser


La cabeza en la cabecera

las piernas entumecidas

la boca

seca;

escaras, a por venir.

Su novia lo dejó

atado a la cama,

se fue

luego de esa perversión

de látex color sepia.

Ella

antes de partir

le dejó:

el msn

el fotolog

el blogger

el Hi5

el twitter

el myspace

el sónico

el flickr

el technorati

el facebook

el fotolog, pero de Terra

y el mail, obvio,

todo abierto

(a veces somos

todo eso).

El monitor frente a sus ojos

las ansias en el teclado

la canilla del bidet

abierta

la puerta cerrada

la botella de whisky,

sólo la botella,

las ganas sobre la cama

Ya se fue

hace tres semanas

(ella siempre se va).

Luego de otra semana más

él logra liberarse / se recupera / olvida.

Todavía no lo sabe,

pero él sigue sufriendo.

Cuando se dé cuenta

no va a saber el por qué.



XVIII – Preocupación

A Lautaro (compañero de trabajo) y a René Favaloro

Lo ví preocupado, más de lo habitual

contando que su tío

había sufrido un infarto.

Cuando fue al médico por un control

su tío se enteró

que aquel leve dolorcito en el pecho,

la paralización momentánea de su brazo izquierdo

y el otrora sudor frío

no eran más que eso,

aquello.

Para que su tío se quedase tranquilo

el médico, en términos, le explicó:

que la cicatriz en ese músculo

iba a quedar para siempre,

que eso no se regenera

y que ahora llevaba dentro suyo

1/4 de corazón muerto.

Mi compañero de laburo

al momento de contarme esto,

más nervioso de lo que siempre;

no lo podía ver así,

y para tranquilizarlo

le dije que lo peor ya había pasado,

que ahora sólo restaban análisis de rutina,

que ya todo estaba bien,

y que para que tuviera una idea,

le pedí por favor que se diera cuenta...

Lautaro:

todos los días, todo el tiempo

están muriendo cosas dentro nuestro.





X – Arcade

El amor es

como cuando vas a Sacoa

y siempre terminás gastando

más fichines de los que pensabas

para llegarle a la final

a ese jueguito de moda.

“... nuestro amor

fue desde siempre

un niño muerto...”

dice Benedetti.

Una relación a lo boomerang

pero con ganas de más

y al momento estaba todo bien, otra vez.

Salimos un viernes

y el sábado a la noche:

yo llegaba, vos venías,

pedimos delivery, compramos Coca,

miramos TVR, conversaciones,

y otra vez,

el GAME OVER.

Cuando me cansé

de todo lo nuestro

no te importó el que yo me fuera,

sino quién

iba a pagar las empanadas.


XXX - Estrofa (s)

Si mis versos mueren en las palabras

maldita euforia desparramada,

serás esclava en la ocasión

que ya no cesa, que ya no para

asumo renunciarás de la estrofa vacía

para sentarte junto a la palabra

si este parafraseo turbio

donde según dicen no queda nada

muere pronta e inciertamente

en cinco o seis versos de agonía

siete.



Sebastián Realini. Nació en Buenos Aires el 10 de julio de 1982. Publicó Piedra Abismal (2007) e Inédito Inaudito (2008) de manera independiente bajo el sello Ediciones de las Palabras. El primero fue reeditado en 2008 por Editorial CILC (Casi Incendio La Casa). A mediados de 2009 publica La Felicidad (CILC).

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