... próximamente, en las mejores salas.
próximamente, aquí en este blog, el reportaje completo a paula jimenez.
mientras tanto, como avance, un pequeño fragmento:
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P.B.: De repente aparecimos en un terreno más político, es un buen momento para preguntarte cómo es que llegás a participar del proyecto del suplemento SOY de Página/12 (que más allá de ser una revista también es un proyecto). ¿Cómo surgió la posibilidad?
P.J.: Bueno, me parece que las cosas llegan cuando tienen que llegar, no llegan en otro momento. Fue Susana Villalba que me contó que Liliana Viola estaba buscando gente para el suplemento que recién hacía un mes o menos había empezado; y entonces le dije que sí, que me interesaba, y la llamé a Liliana, tuvimos una entrevista, y empecé a colaborar. Pero como te decía, llegó en un momento en que tenía que llegar porque, por la temática, yo creo que dos años antes no me hubiera animado… o quizás un año antes. A partir del momento en que yo hice el camino con mi familia todo cambió porque empecé a poder liberar una vía de pensamiento también. Yo vivía como que mi familia lo sabía, estaba todo muy claro, pero nadie lo hablaba… y eso operaba en mí como una especie de represión: nadie lo hablaba, yo tampoco lo hablaba con ellos. Había algo que yo no podía llegar a pensar sobre mi propia realidad al silenciarlo en mi núcleo más cercano. Entonces, cuando yo pude empezar a decirlo, pude empezar a conectar: a tener lecturas feministas, a pensarlo… a formar un pensamiento sobre mi vida. Porque si no la vivía nomás. Y “Soy” me dio la posibilidad de conocer mucha gente que dice cosas muy interesantes, las entrevistas que me tocó con gente muy interesante; y me dio la posibilidad de soltarme y opinar también. Y sentar una posición, y hacerme visible; y bueno, también los últimos años convengamos que fueron muy importantes para el movimiento… hay todo un avance. Y me siento parte, y estoy contenta de participar en el proyecto de “Soy”, sobre todo por haber colaborado con esto. Porque yo creo que “Soy” fue muy importante, por más que sea un proyecto comercial… es un espacio para unas voces que antes no existía, y ahora están legitimadas. De hecho, cuando yo empecé no había tanta gente que quisiera ser reporteada para “Soy”, y ahora la gente te pide ser reporteada y no tiene problemas… ¡al principio era todo una cosa!… Pero sí, estoy muy contenta con eso.
P.B.: Ahora en la cámara de senadores se está discutiendo la posibilidad de, finalmente, hacer ley el matrimonio para personas homosexuales… ¿Vos tenés una opinión formada al respecto?
P.J.: Bueno, no te voy a decir nada nuevo… salvo: “¿por qué no?” Además, algo que se dijo también en los discursos de ese día (yo no vi el programa pero me contaron Osvaldo Bossi y Claudia Masin que estaban muy emocionados); esto de “¿quiénes son los heterosexuales para decidir cosas sobre nosotros?”. Y además la hipocresía de poner a los niños adelante, como siempre, para cubrir la propia homofobia. Decir que sí, que querés, que esto y lo otro; pero que con la adopción “no sé”. Cuando hay tanta gente de mierda criando hijos, maltratándolos, violándolos, violándolos, violándolos… Y se atreven a ser quienes juzgan si una pareja de hombres o de mujeres homosexuales puede criar un hijo. El problema no es la cantidad de cariño, sino la calidad del cariño, el tipo de cariño. Ellos suponen que proteger a un chico es no mostrarle que dos hombres se besan o dos mujeres se besan… cosa que me parece una pavada total.
P.B.: Y aparece como una última trinchera conservadora el término y el tema del nombre. En última instancia hay quienes dicen: “Bueno, pero que por lo menos no se llame matrimonio”. Hay varios senadores y ha habido diputados que sostienen esto. En el programa de Grondona, por ejemplo, han dicho que está bien, que se les tienen que conceder los mismos derechos pero que se llame de otro modo, que no se llame matrimonio.
P.J.: Claro, porque ellos no quieren quedar en el mismo plano que nosotros. Pero por qué no usar la misma palabra. Aparte justo Grondona que es un facho que acompañó la dictadura… más bien, esa gente va a pensar eso. También hay gente supuestamente progre, pero que quiere conservar su lugar, que no va a dar opinión o va a dar una opinión tibia. Pero bueno, esa gente ya está perdida, ya está, viene otra humanidad por suerte. ¡Y los de mi generación, que ya consiguieron un autito, alguna cosita así que la tienen que cuidar van a dar una opinión tibia! Es una ironía pero pasa… Yo espero que los más jóvenes sigan otro camino, porque yo vengo de una generación que, como les decía, creció en dictadura… entonces, también mis congéneres, muchos son bastante cerrados.
P.J.: Bueno, me parece que las cosas llegan cuando tienen que llegar, no llegan en otro momento. Fue Susana Villalba que me contó que Liliana Viola estaba buscando gente para el suplemento que recién hacía un mes o menos había empezado; y entonces le dije que sí, que me interesaba, y la llamé a Liliana, tuvimos una entrevista, y empecé a colaborar. Pero como te decía, llegó en un momento en que tenía que llegar porque, por la temática, yo creo que dos años antes no me hubiera animado… o quizás un año antes. A partir del momento en que yo hice el camino con mi familia todo cambió porque empecé a poder liberar una vía de pensamiento también. Yo vivía como que mi familia lo sabía, estaba todo muy claro, pero nadie lo hablaba… y eso operaba en mí como una especie de represión: nadie lo hablaba, yo tampoco lo hablaba con ellos. Había algo que yo no podía llegar a pensar sobre mi propia realidad al silenciarlo en mi núcleo más cercano. Entonces, cuando yo pude empezar a decirlo, pude empezar a conectar: a tener lecturas feministas, a pensarlo… a formar un pensamiento sobre mi vida. Porque si no la vivía nomás. Y “Soy” me dio la posibilidad de conocer mucha gente que dice cosas muy interesantes, las entrevistas que me tocó con gente muy interesante; y me dio la posibilidad de soltarme y opinar también. Y sentar una posición, y hacerme visible; y bueno, también los últimos años convengamos que fueron muy importantes para el movimiento… hay todo un avance. Y me siento parte, y estoy contenta de participar en el proyecto de “Soy”, sobre todo por haber colaborado con esto. Porque yo creo que “Soy” fue muy importante, por más que sea un proyecto comercial… es un espacio para unas voces que antes no existía, y ahora están legitimadas. De hecho, cuando yo empecé no había tanta gente que quisiera ser reporteada para “Soy”, y ahora la gente te pide ser reporteada y no tiene problemas… ¡al principio era todo una cosa!… Pero sí, estoy muy contenta con eso.
P.B.: Ahora en la cámara de senadores se está discutiendo la posibilidad de, finalmente, hacer ley el matrimonio para personas homosexuales… ¿Vos tenés una opinión formada al respecto?
P.J.: Bueno, no te voy a decir nada nuevo… salvo: “¿por qué no?” Además, algo que se dijo también en los discursos de ese día (yo no vi el programa pero me contaron Osvaldo Bossi y Claudia Masin que estaban muy emocionados); esto de “¿quiénes son los heterosexuales para decidir cosas sobre nosotros?”. Y además la hipocresía de poner a los niños adelante, como siempre, para cubrir la propia homofobia. Decir que sí, que querés, que esto y lo otro; pero que con la adopción “no sé”. Cuando hay tanta gente de mierda criando hijos, maltratándolos, violándolos, violándolos, violándolos… Y se atreven a ser quienes juzgan si una pareja de hombres o de mujeres homosexuales puede criar un hijo. El problema no es la cantidad de cariño, sino la calidad del cariño, el tipo de cariño. Ellos suponen que proteger a un chico es no mostrarle que dos hombres se besan o dos mujeres se besan… cosa que me parece una pavada total.
P.B.: Y aparece como una última trinchera conservadora el término y el tema del nombre. En última instancia hay quienes dicen: “Bueno, pero que por lo menos no se llame matrimonio”. Hay varios senadores y ha habido diputados que sostienen esto. En el programa de Grondona, por ejemplo, han dicho que está bien, que se les tienen que conceder los mismos derechos pero que se llame de otro modo, que no se llame matrimonio.
P.J.: Claro, porque ellos no quieren quedar en el mismo plano que nosotros. Pero por qué no usar la misma palabra. Aparte justo Grondona que es un facho que acompañó la dictadura… más bien, esa gente va a pensar eso. También hay gente supuestamente progre, pero que quiere conservar su lugar, que no va a dar opinión o va a dar una opinión tibia. Pero bueno, esa gente ya está perdida, ya está, viene otra humanidad por suerte. ¡Y los de mi generación, que ya consiguieron un autito, alguna cosita así que la tienen que cuidar van a dar una opinión tibia! Es una ironía pero pasa… Yo espero que los más jóvenes sigan otro camino, porque yo vengo de una generación que, como les decía, creció en dictadura… entonces, también mis congéneres, muchos son bastante cerrados.
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papeles blancos es poética, no política.
o mejor, si como dice el indio solari, todo preso es político,
entonces toda poética, en cierta forma, también es política.
entonces toda poética, en cierta forma, también es política.
tomando las palabras de la querida paula,
lo único que podemos decir es ...
“¿ por qué no ?”
“¿ por qué no ?”
qué genial, mi abrazo para paula y papeles blancos por la entrevista.
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