Santiago Rouaux nació en Buenos Aires en el año ´84. Estudió Letras, carrera que dejó incompleta, y actualmente estudia Psicología. Realizó taller de escritura poética con Osvaldo Bossi y Walter Cassara. Aún no tiene libros publicados.
Historia con ranas
El día que aparecieron las ranas
al alba alguien gritó: mamá,
llovieron ranas,
nos acercamos a una mirilla
y era cierto, ahí estaban
con sus ojos saltones,
amenazantes,
rodeando la casa.
un escalofrío nos tocó a todos.
hubo sollozos, largas discusiones
en un momento de locura
se oyó decir:
vienen a cobrar nuestros pecados.
Estaban en todas partes,
en el estanque, entre los yuyos.
Parecían que iban a tragarse la casa.
Con sus saltos,
dibujaban raras figuras en el aire.
Comprendimos que intentaban comunicarse,
que planeaban algo contra nosotros.
Pero al caer la noche,
la danza cesaba y quedaban petrificadas,
en una pose a veces obscena,
a veces ridícula.
La luz de la luna
las invitaba a cantar.
Los perros empezaron a comerlas,
pero enseguida las vomitaban.
por cada una ingerida, salían diez.
después,
las ranas se comieron a los perros
y no los vomitaron.
yo también quiero probar, dijo
uno de los nuestros,
y se puso a cocinar un sapito
que quedó pálido al hervir.
Animal de sangre fría,
no se esperaba
semejante golpe de calor.
Yo guardé un especimen, lo arrebaté
antes que lo devoraran. En secreto
le até un hilo al cuello
y paseaba al pequeño monstruo anfibio
por los pasillos de la casa,
lo acunaba, le limpiaba las partes.
Algún domingo lo saqué de paseo.
qué hermoso -dijeron los vecinos-,
pero qué hermoso, ¿quién es el padre?
una vez
lo puse en una caja y quedó
duro como una piedra.
Fingí dejarlo solo
y al instante
empezó a hacer un monólogo:
mírenme, soy el Rano –decía–,
el que desoye el mandato familiar
y entabla relación con los humanos;
nunca aprendí
el arte de cazar luciérnagas
con el látigo de mi lengua,
todavía recuerdo a mi padre diciendo:
hijo, es como atrapar una mosca
con dos palitos chinos.
Pero no podía cuidarte siempre.
Una tarde
te llevé al arroyo mientras dormías
y vos
hablabas entre sueños: Soy el Rano…
el que desoye el mandato familiar…
y entabla...
te apoyé sobre un pedazo de corteza
parecido a la cuna que no tuviste,
y así, sin grandes despedidas,
dejé que la corriente te llevara
al reencuentro de los tuyos.
Las nubes
todos emprenden un viaje alguna vez.
se embarcan, o toman un tren
de muchos vagones,
y hablando de viajes –todo el mundo sabe esto–
los hay de dos tipos,
los que traen a la persona de regreso
y los que devuelven apenas
una postal.
todos emprenden un viaje.
el mío será en una nube –está decidido–,
porque una nube es como un colectivo
pero con muchas
muchas más ventanas
para que todo el cielo entre
de un solo vistazo.
rapaz será el vuelo
de mi máquina a vapor,
como nunca antes se ha visto,
miraré desde la altura
a los hombres andar,
pequeñi-i-i-tos como hormigas.
cada tanto
pienso acercarme al jardín de mi casa
y dejar caer una gota
del más delicado rocío
***
a veces pasan las nubes sobre mí
dando sombra a la vereda
y se jactan
al oírme hablar de los cielos.
qué decías,
nube?
“Nada, ni el raudo vuelo
del águila,
ni el calmo deambular de un panadero,
podrá igualar jamás
mi majestuoso andar.
Miren a esos niños
allí abajo. En vano pliegan sus hojas,
modelando aviones de papel.
Los aviones no me asustan, sus alas
no pueden herirme”.
pobre,
pobre nube,
no sabe que una nube
es también un avión
de carga?
de pasajeros?
un avión que cruza el cielo
repleto de seres queridos
adónde fuiste, papá?
adónde fuiste
cuando te fuiste?
***
en cuanto a viajes, los hay de muchos tipos.
el mío será grandioso,
pienso navegar los siete mares,
subir montañas,
cruzar un desierto
y por qué no
vivir con una tribu de salvajes.
lo que jamás podré agotar
–con dolor lo admito–
es el vasto cielo
cómo es la vida
ahí arriba, nube?
“No conozco más que el deber.
Mi ciclo es ciego
como el de la sangre.
La inestable materia que me habita
no me permite amar,
pero la soledad
no me asusta. Desde acá
todo lo veo, y esa dicha reemplaza
en parte al amor.”
***
Carta de despedida
amigos, voy tras la huella de mi padre,
sigo las marcas que dejó
en un viejo diario de navegación.
como el asceta,
sé que el camino es arduo.
a veces miro el cielo
e imagino atronadoras las distancias
que separan una cosa de la otra
en aquel desierto de aire.
Viajar de estrella a estrella
es una empresa de años,
y aquel que persigo
ha tomado ya su ventaja.
***
ah, debe ser maravillosa
la vida en el aire;
un día no muy lejano
pienso habitar las alturas
y me haré llamar:
morador de los cielos.
distribuir las tormentas
y los vientos
será mi mayor placer,
andaré montado a las corrientes
cálidas o polares,
y seré amigo
de toda clase de pájaros
pero vos, nube
por qué andás triste
con tanto cielo alrededor?
“Por las noches,
cuando nadie me ve,
descanso de mí mismo. Sé
que me muestro formidable en el cielo,
y sin embargo,
soy la efigie del aire.
Nada puede tocarme.
Yo quisiera viajar en un tren,
seguir el trayecto de unas vías.
Pero me espera el cielo interminable
y el dolor de saberme
dueño de mí mismo”.
nube,
nube,
por qué te vas
tan pronto?
“¿Quién puede doblegar
el curso del aire?
Las nubes migramos siempre,
seguimos un camino que va
del cielo a los lagos,
de los lagos al cielo,
y nuestro andar
nos mantiene en forma.
No elegimos esta vida,
pero ¿quién elige la suya?
Algún día llegará
el reposo que añoro y entonces
yaceré plácidamente
en el florero de una casa
o en el estanque
de un verde jardín.”
adiós,
adiós, nube
cuando sea grande
y haya viajado suficiente,
voy a escribir sobre vos.