jueves, 29 de septiembre de 2011

Paula Jimenez

Una noche queríamos comprar

merca y entré a un conventillo

de tres o cuatro pisos,

las escaleras circulares daban

a los palieres anchos y en las puertas

de las habitaciones había mesas

donde atendían los punteros. ¿Qué pasa

si no vuelvo? pensé, nadie se entera.

Una mujer sacudía su vestido

apoyada en la baranda y un pendejo

paseaba en un triciclo. Trancé, después me fui

y como si fuera

a convertirme en la estatua de sal

del Evangelio o en la chica

de piedra del Abasto, no miré atrás

al descender, a diferencia

de los colectivos. Pura superstición

o miedo de andar

mostrando el miedo. No sé, fijé la vista

y sin chistar

bajé. Me acompañaba un eco que era mezcla

de risas, voces, cacerolas, una vida

de esas donde nadie

está solo. Podía imaginarme un patiecito

con piso de baldosas, el interior roído

de un living comedor, la tele

prendida, una familia.

Yo a veces siento

envidia de esas cosas.


Del libro "La Mala Vida"

Fuente: http://lareconstrucciondeldeseo.wordpress.com/

e.e. cummings. lo-que-sea aparece.


II

que mi corazón esté siempre abierto a
pajaritos que son los secretos del vivir
canten lo que canten es mejor que saber
y si los hombres no los oyen los hombres son
viejos

que mi mente se pasee hambrienta por ahí
e intrépida y sedienta y flexible
y hasta si es domingo que pueda equivocarme
pues siempre que los hombres tienen razón no
son jóvenes

y que yo pueda no hacer cosa alguna
eficazmente
y amarte a ti así más que verdaderamente
jamás ha habido un tonto tan grande que no
acertara
a sacudirse todo el cielo sobre su cabeza con
una sonrisa



IV

me gusta mi cuerpo cuando está con tu
cuerpo. Es así una cosa tan totalmente nueva.
Mejores músculos y nervios más,
me gusta tu cuerpo, me gusta lo que hace,

me gustan sus cómos, me gusta sentir la
columna
de tu cuerpo y sus huesos y la temblorosa
firme-suave idad y lo que he de
una y otra y otra vez

besar, me gusta besar esto y aquello de ti,
me gusta, acariciando lentamente la, pelusa
sacudida
de tu piel eléctrica, y lo-que-sea aparece
sobre la carne que se abre...Y los ojos
grandes migajas de amor

y posiblemente me gusta la emoción
de bajo mí tú tan totalmente nueva


XV

un gran

hombre
ha muerto.

Alto como la verdad

fue quién: y
vistió (las montañas
entienden

cómo) su vida

como un (ahora
con
un dulce sol

dentro, ahora con un

millón
flamante billón de clases
de innominado

silencio)cielo;


XXV

uno no es la mitad de dos. Es dos que son mitades de uno:
reintegrando esas mitades, no resultará
la muerte o alguna cantidad; sino algo verdadero
y mayor que las máximas cifras enumerables

atiende, omitiendo la milagrosa estela,
esta simple verdad: cuidado con los sin corazón
(dado un escalpelo, diseccionan un beso:
o, vendida la razón, insueñan un sueño)

una es la canción que ángeles y demonios cantan:
todas las mentiras asesinas dichas por mortales suman dos.
Que se marchiten los mentirosos, devolviendo a la vida lo prestado;
nosotros (por un don llamado muriendo nacer) debemos crecer

profundos en la mínima oscuridad, recordándonos
que el amor sólo conduce su año.

Perder todo, encontrarlo entero

martes, 27 de septiembre de 2011

Yaki Setton

La educación musical
A Manu y Juli

Estamos solos en la plaza sin nada que hacer
hay que inventar algo y empezamos a patear una pelota.
La espalda duele, los muslos también y ellos corren
tienen 13, 16 y juegan con su padre.
En un esfuerzo por seguir juntos ellos me acompañan.

*

El frío nos rodea en este invierno y los cuerpos se fatigan
solos ateridos por el frío que cala los huesos.
En el atardecer se impone un juego de mesa de esos
que me aburren siempre. Me obligo y ellos me empujan
a ganar y perder. Sus sonrisas, sus gritos de bronca
me hacen sentir vivo

*

Se asoma niño en los títulos de la película de Temple: The future
is unwritten. Aprieta mi mano en este cine de Villa Urquiza mientras
nos hace saltar de la silla ¡White riot - I wanna riot , White riot,
a riot of my own ! Strummer grita desde la banda sonora y juega de chico/
en una hamaca desde la pantalla, ¡a que va a asaltar los barrios blancos
de Londres!

*
Me pide una guitarra. Miramos varias. Cualquiera, me dice. Y yo señalo
cuál mientras él se preocupa por una armónica que pagará de su propio/
bolsillo. La elige como si fuera un experto. La observa, ella baila
sobre su mano izquierda, y la pone entre sus labios para hacerla vibrar.

*

El gusto por el vinilo es, muchas veces, una lucha inútil por recuperar
lo que ya no existe. Así se suceden infinitas escenas por el disco
que se escucha mal, la púa que se gasta o la impedancia que hay
de un equipo a otro. Entre éxitos y fracasos nos movemos con soltura/
y otras con grave incomodidad mientras la música suena, bien
o mal, sin parar.

*

Son esos momentos de gracia. Es medianoche y apretados los tres
en el asiento trasero de un taxi vamos de una punta a otra de la ciudad/.
Ellos hablan de fútbol, de jugadores, de estadísticas y campeonatos
ganados por la azul y oro. La felicidad me atraviesa no sé por qué
mientras dormito y mi cabeza cae y se levanta sin cesar.

Yaki Setton (Buenos Aires, 1961)
De La educación musical (inédito)

Fuente: http://muchachodeloshelados.blogspot.com/


domingo, 25 de septiembre de 2011

Alicia Genovese: Presentación libro Leer Poesía

Presentación del libro Leer poesía. Lo leve, lo grave, lo opaco,
de Alicia Genovese:



Participan
Horacio Zabaljáuregui
y la autor
a.


A través de los nueve ensayos que componen Leer poesía, Alicia Genovese sitúa el lenguaje poético en el marco de la época, lo contrasta con otros discursos y construye eficaces vías de acceso para precisar sus rasgos característicos y los recursos para su confección.
Alicia Genovese compone un libro atractivo y estimulante, por fuera de hermetismos y jergas, que abre un espacio de diálogo con los lectores que buscan una aproximación teórica que permita leer y pensar la poesía.
Fondo de Cultura
VIERNES 30 DE SEPTIEMBRE,
a las 19, en

Librería Eterna Cadencia Honduras 5574, Buenos Aires





viernes, 23 de septiembre de 2011

Nostalgia (Walter Cassara)

A continuación, trascribimos el texto leído por Tom Maver en oportunidad de la presentación del libro "Nostalgia y Otros Poemas", del poeta Walter Cassara:

Quince años de poesía en un libro. Yo, con apenas veinticinco de vida, no puedo ni imaginarme lo que significa querer preparar una antología. Digo, cuando Walter escribía Solar del extranjero, yo estaba terminando la primaria. Por eso la pregunta de qué se sentirá enfrentarse a tantos poemas escritos años atrás por uno mismo o por quien uno fue en aquel entonces, para mí es importante. Y sobre todo cuando en los poemas reunidos, Holderlin mira hacia atrás sin que las palabras le revelen nada, a Mandelstam le preguntan por el tiempo y la historia, desfilan todas las figuras mitológicas, Caliban se retuerce, los poetas de la época platónica se encuentran lejos del lenguaje, un ciclista pasea sus inquietudes… Esto me lleva a preguntarme por la flexibilidad de la identidad de una voz que cambia continuamente hasta llegar a una frase como: Al fin soy yo mismo, tal cual fui soñado. Y pensé: alcanzar un yo del modo en que otro alcanza con claridad un sueño. Es con esta abundancia de personas y personajes con los cuales Walter Cassara forma su antología personal. Así, a medida que leía los poemas, sentí que me sumergía en una materia enrarecida, como un nene con los bracitos puestos se tira al agua y parece idiota, temeroso y entusiasmado, y nada le evita que lo arrastre la corriente.

Pero por momentos, mientras
leía Nostalgia y otros poemas, me preguntaba: ¿dónde estoy, en dónde me metí? En un poema dice, por ejemplo:

¿Qué fuiste a ver?

Tu casa yace

olvidada entre higueras

al borde de un camino.

Nadie recuerda tu paso por allí;

la red fugaz que teje el tiempo

te apresó en el vacío.

Yo mismo me preguntaba: ¿qué acabo de ver? ¿El poema como un encierro luminoso, una inaccesibilidad juguetona, un lugar donde nunca estuve, acabo de sentir una nostalgia que no me pertenece? Quizá parte de la tarea poética consista en eso: en que nos lleven a un lugar extraño y nos dejen unos momentos ahí hasta que, finalmente, reconozcamos cosas nuestras también, cosas que no existieron en nuestra vida pero que siempre –nos parece ahora- estuvieron ahí. Y de pronto estamos donde nunca estuvimos sin siquiera habernos movido –aunque sí conmovido-, y podríamos decir: Alcanzaré el último confín, y seguiré en la palma de su mano. Así nos gobierna la corriente quieta de estos poemas turbulentos.

Una antología también es una relectura, un trabajo sobre lo mismo que cambia. Porque al tiempo que se vuelve al antiguo poema y se siente que algo se perdió desde el momento de su escritura, también se tiene la oportunidad de volver siempre a ellos como por primera vez: los poemas quedan siempre insaciables, siempre vírgenes. Y aún intocados, al ponerse en relación con otros de otra época, vuelven a cambiar su sentido. Una antología es un reordenamiento y un recorte. Recordar y recortar trabajan juntos enhebrando una suerte de totalidad que, como la de la memoria, es parcial pero puede llegar a lugares de mayor inquietud y poner en relación algo que con los ojos del presente era imposible de ver.

Quizá eso sea la nostalgia. Volver al pasado y luego volver al presente. Hay algo de reconocimiento, de extrañeza, de pequeños desgarramientos y ensoñación; y hay algo de pérdida pero sobre todo de rescate. Si no, escuchen:

Pero algo queda todavía por decir

siempre queda algo, algún pertrecho

un último detritus en la lengua,

algún pájaro que allí rehíla, ciertas

imágenes que adoro y no conozco.

Pienso que quizá este libro tenga una trampa. Una trampa en la que espero que todos caigan. Porque la nostalgia relaciona el pasado con el dolor del presente. Y de hecho hay un tono deceptivo en la antología (del cual la ironía trata, por momentos, de distanciarse). Pero no nos engañemos, ya nos lo enseñó, entre tantos otros, Carver: escribir es una tarea de transfiguración, donde el material se transforma sin importar el tema ni so origen, y donde, de un modo u otro, empieza a reinar el regocijo. Puede haberse muerto el perro de tu hija, que si eso se vuelve material de un buen poema, te vas a poner feliz incluso de que haya ocurrido. Walter escribe:

¿Fingir que no lo sé? Ya es tarde, estoy en mi emboscada;

el deseo como una piedra atada al cuello me arrastró

a este lugar; y haría falta otra vida para saber qué significa

ese jeroglífico espejado en la carne.

Todo lo que percibimos son incrustaciones,

como ripios en el camino que sacuden

nuestro sopor, pero no alcanzan a despertarnos.


Cuando uno se toma todo ese tiempo para decir algo melancólico es porque se da cuenta de la belleza de lo que tiene entre manos. A ese tesoro acarreado desde muy lejos, como dice Walter, a ese algo, para que fueran poemas, hubo que envolverlos en lenguaje, hubo que acariciarlos largamente con la voz. Y terminamos por regodearnos con ese tono que recomienza una y otra vez y que como lector, agradezco.

Así es que este libro es anfibio, participa de diferentes órdenes y nos genera emociones encontradas, complejas. Fíjense:

Mi cuerpo se replegó hasta adquirir

la liquidez y transparencia de un animal marino:

mitad piedra, mitad marino.

Una vez que terminé de leer Nostalgia, si bien no pude contestar en dónde había estado, aún hoy no lo sé, pude ver esa transfiguración del poema, mitad piedra, mitad marino que logra convertir todo en placer: el libro que reúne quince años de poesía empieza con la palabra Nostalgia y termina con el infinitivo sonreír: la sombra que fui, a veces, me hace sonreír.

Entonces, mirar una sombra y sonreír. Mirar el trabajo hecho durante quince años, sentir nostalgia y sonreír. Imagino que Walter Cassara, como un Orfeo trayendo del brazo algo que creía perdido, pasado, llegó al punto en que puede finalmente mirar atrás, hacia estas páginas luminosas, ver de frente su Nostalgia y a aquel que escribió esto años atrás y que los poemas no se desvanezcan en el aire

y lo que una vez creí truncado

aun roto para siempre, alumbra en la boca.

Así, Walter Cassara nos entrega su Nostalgia, aunque quizá necesitemos leer todo el libro para poder entrar y salir de la trampa sonriendo, y repetir con él:

¿Hay algo más hermoso y cruel que esto?


Tom Maver

lunes, 19 de septiembre de 2011

Walter Cassara


Este Miercoles 21 de Septiembre

en CASA DE LA LECTURA

Huesos de Jibia
presenta:

Nostalgia y otros poemas
de Walter Cassara

domingo, 18 de septiembre de 2011

¿Y si sí ?

¿Si entre tanto Lenin,
coyuntura
y organismo de base,
y compañero,

si entre tanta vigilia y Antiduhring,
entre tanto plenario y cigarrillo,
se nos está infiltrando la ternura
como un disimulado agente de la CIA?

¿y si apoyo la moción
quiere decir
sos linda?

¿y si yo estoy de acuerdo en el planteo
quiere decir
qué bárbaros tus ojos?

¿y si me adhiero
quiere decir sencillamente
que me adhiero?

ojo compañerita,
vigilancia,
que el enemigo acecha.

analicemos el asunto
a nivel de autocrítica

pero un poco más cerca,
mirándonos los ojos,
interminablemente
si es posible.

Humberto Costantini

viernes, 16 de septiembre de 2011

Paco Urondo



La verdad es la única realidad



Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o
de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos hijos, aquellos
gritos irreales de dolor real de los torturados en
el angelus eterno y siniestro en una brigada de policía
cualquiera
son parte de la memoria, no suponen necesariamente
el presente, pero pertenecen a la realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso
cubriendo la Patagonia
porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad, como
la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro
como los designios de todo un pueblo que marcha
hacia la victoria
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse,
a rescatar lo suyo, su
realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la realidad.



Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973

Solari - Li Po (una delantera indo-china)

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Sábado 17 de Sept: Bueno Zaire en el ECuNHi



Bueno Zaire surge en enero de este año, como una enorme, maravillosa excusa para juntarse a charlar y escuchar poesía, para encontrarnos entre nosotros y con la música. Desde entonces hasta ahora, contamos con la fraterna compañía de, entre otros y otras, Claudia Masin, Paula Jiménez, Osvaldo Bossi, Daniela Camozzi, Un Magritte Desconsolado, Martín Sanchez, Lucila Inés, Juan Pablo Bonino, Nicolás Dominguez Bedini, La Ola Que Quería Ser Chau, Tomás Maver, Bedji, Samantha Schweblin, Camila Lopez, Juan Diego Incardona. Bueno Zaire se realiza este Sábado 17 de Septiembre, por primera vez en el ECUNHI.


Bueno Zaire
en el ECUNHI www.nuestroshijos.org.ar



Leen

Mariano Blatt @MarianoBlatt

Andi Nachón peakabooweb.com.ar

Osvaldo Bossi www.muchachodeloshelados.blogspot.com


Música

Julio&Agosto www.myspace.com/julioyagosto


Sábado 17 de Septiembre 18:30 hs. Entrada Gratuita.
Capacidad hasta llenar la sala.
Los y las esperamos!









Cómo llegar al ECUNHI?


Colectivos

Liniers - Puente Uriburu, por General Paz: 117 y 28

Benavídez - Valentín Alsina, por Avda. del Libertador: 15

La Boca - Olivos, por Avda. del Libertador: 29

La Boca - Estación Boulogne, por Avda. del Libertador y Correa: 130


Trenes

Ferrocarril General Mitre (ramal Tigre): Estación Rivadavia

lunes, 12 de septiembre de 2011

Dos textos de la poeta brasileña Cecília Meireles dedicados al gran poeta chino Li Po (701-762)


(por Amalia Sato. Lo leímos en "Ricardito" y lo linkeamos con un apasionado gusto desde aquí http://www.evaristocultural.com.ar a la eternidad.)


Además de dedicarse a su obra poética, Cecília Meireles (1901-1964), interesada por Oriente, tradujo piezas de Tagore y poemas chinos, japoneses, árabes y persas, actividad que se divulgó en diarios de la época, o en emisiones radiofónicas. Accedió a Li Po y Tu Fu, a través de la intimidad con las versiones al francés y al inglés. El carácter ideogramático de la lengua original, su monosilabismo, la sintaxis simple y sujeta a ambigüedades, todos los escollos en fin, limados por el pasaje a través de sucesivas lenguas, difuminados en el ejercicio de la poeta que traduce, olvidados en la transformación que convierte a los textos de una lengua inalcanzable en patrimonio de otra, bajo el amparo de otro nombre propio.

La luna de Li Po
Por Cecília Meireles

Hace mil doscientos años moría en China el poeta Li Po.
Su nombre y el de Tu Fu resumen la gloria de la poesía china en el siglo VIII; y el propio Tu Fu, a quien algunos consideran el mejor, lo consideraba a él, el mayor entre todos.
Dicen que Li Po murió ahogado, intentando abrazar la luna. Si la versión no es históricamente verdadera, tiene, al menos, el valor de concluir con un cierre poético una existencia que, de lejos, parece fluctuar como un velo entre las aguas y la luz de la luna, más atenta a la belleza general del universo que a las ventajas particulares del mundo.
Todos conocen el poema en que Li Po crea, en la soledad, un grupo de tres amigos: él, su sombra y la luna. Al contrario de lo que sucede con los amigos humanos, que se separan después de beber, con su sombra y la luna el poeta se siente en comunión inseparable: “nuestros encuentros”, decía, “son en la Vía Láctea”.
En casi todos sus poemas, la luna aparece, clara y próxima, como si realmente fueran dos compañeros que van de la mano, entre jardines y lagos, palacios, montañas y ríos. “La luz de la luna es como nieve a lo largo del muro de la ciudad…” “El arco del puente parece la luna creciente…”
En las aguas del lago, la luna es acunada con la canción de las flores y el poeta entristece, juzgando inoportunos los remos de su barco:

El lago Nah-hu acuna a la luna de otoño
Que se refleja en el agua verde.

El ruido de mis remos interrumpió
El himno de amor
Que los nenúfares cantaban a la luna.

La luna se le aparece en el jardín cubierto de flores de duraznero;la luna se le aparece en las ruinas de los palacios:

Hoy, la luna de Si-kiang es la única bailarina que danza
En las salas por donde se deslizaron tantas mujeres hermosas.

Li Po, que vivió algún tiempo en la Corte, donde su talento era reconocido, fue alejado por intrigas, y hubo, ciertamente, melancolía en su vida. Pero el vino y la luna disipaban sus amarguras:

Ya que la vida es ilusoria como un sueño,
¿por qué nos atormentamos?
Prefiero beber hasta caer.

Fue lo que hice ayer.

Al despertar, miré a mi alrededor.
Un pájaro gorjeaba entre las flores.
Le rogué que me informara
Sobre la estación del año
Y me respondió
Que estábamos en la época en que la primavera
Hace cantar a los pájaros.

Como yo me había ya enternecido,
Empecé a beber de nuevo,
Canté hasta que la luna llegó
Y de nuevo volví a perder la noción de las cosas.

Li Po no podía imaginar que mil doscientos años después de su muerte la luna se volvería objeto de los estudios a que la vemos hoy sometida. Él no creía poder alcanzarla, a pesar de la versión poética sobre su muerte, pues escribió:

“Con la taza en la mano, interrogo a la luna”

La luna está en el cielo sombrío. ¿Cuándo llegó?
Poso mi taza, para hacerle esa pregunta.
Los que quieren tomar la luna no pueden lograrlo.
Sin embargo, en su curso, la luna acompaña a los hombres.
Es deslumbrante como un espejo volador, delante del Pabellón Rojo.
Las brumas azules se extinguen y desaparecen
Y su puro esplendor centellea.
La vemos solamente de noche subir del mar y perderse en las nubes.
Los hombres de hoy no ven más a la luna de otrora.
La luna de hoy iluminaba a los hombres del pasado.
Hombres del pasado, hombres de hoy – torrente que fluye –
Todos contemplan a la luna, que a todos parece la misma.
Todo lo que deseo es, en el momento de cantar y beber,
Que un rayo de luna se refleje siempre en el fondo de la taza de oro.


Homenaje a Li Po
Por Cecília Meireles

Los dos nombres de la poesía china, en el siglo VIII de nuestra era, son los de Li Po y Tu Fu.
Li Po es, por cierto, el que resulta más cercano a la sensibilidad occidental. Sus delicados poemas está hechos con casi nada: son como miniaturas de excelente diseño y escogidos colores con rayos de luna, ríos, flores, palacios, imágenes que asoman con un poco de tristeza, de saudade, de amor y de alegría. Nos recuerdan una China imperial de sutilezas estéticas, y mejorada, sin embargo, por recuerdos de batallas, con guerreros ardientes y caballos bravíos.
Li Po nació en el año 701 y murió en 762. Su padre, el general Li Kuang, había vencido a los hunos.
Por intrigas de un eunuco – según se dice -, Li Po fue alejado de la Corte. Cuentan que murió ahogado en un río, intentando atrapar la imagen de la luna reflejada en las aguas.
Esta versión de su muerte puede ser puramente legendaria, dados el encanto con que él siempre se ocupó de la luna, en sus versos, y la circunstancia de celebrar también constantemente al vino como si en verdad lo sedujera el estado de embriaguez como una fluctuación entre la vida y el sueño.
Del aprecio en que era tenida, sin embargo, su poesía, nos hablan dos poemas de su colega Tu Fu. Uno habla de las cualidades poéticas de Li Po y de su superioridad en relación con los artistas que le eran contemporáneos. El otro recuerda con saudade al amigo y le predice la gloria futura con certera intuición. Dice el primero:

“Poema de Tu Fu a Li Po”

Tú escribes como el pájaro canta. ¿Tu gorjeo? Versos
Si no cantaras, las mañanas serían menos rojizas y los crepúsculos menos azules.

Cuando la embriaguez te inspira, los Inmortales se inclinan
Desde las nubes para escucharte, el tiempo suspende su vuelo, el bienamado olvida a la bienamada.

Tú eres el Sol y nosotros, los otros poetas, somos apenas estrellas.

¡Acepta, oh mi amigo, el balbuceo de mi respeto!

Dice el segundo:

“Poema de Tu Fu a Li Po”

Tres noches seguidas vengo soñando contigo.
Estabas en mi puerta.
Te pasabas la mano por el cabello blanco,
Como si un gran dolor te amargara el alma…

Después de diez mil, cien mil otoños,
No tendrás otro premio que el premio inútil
De la inmortalidad.

martes, 6 de septiembre de 2011

Tom Maver y la Traducción (Este Jueves, Tom en Bueno Zaire)




Empecé a traducir sin darme cuenta casi. Había ido a Estados Unidos y quizá me sentía un poco abombado por tanto inglés, aunque fui al sur, donde el país es prácticamente bilingüe; la cuestión es que en la casa donde estaba había libros de poesía, de Dickinson, e.e. cummings, Auden, Whitman, y además yo estaba comprando y leyendo nuevas poetas que me resultaban increíbles y que quería mostrar a mis amigos. Por ese entonces yo ya escribía poesía pero nunca me había puesto a traducir. Y así empecé, un poco probando y como si fuera un juego, para poder mostrar esos poemas.

Me acuerdo, por ejemplo, de haber leído allá los Veintiún poemas de amor, de Adrienne Rich, y que en uno de ellos, una mujer sueña que su pareja es un poema, el poema de su vida, aquel que ella querría mostrarles a todos los que amaba. Pensándolo hoy, creo que algo de ese deseo amoroso es el que me llevó, de manera inconciente entonces, a empezar a traducir.

Es raro el trabajo del traductor. Está pero no está; está pero se corre a un lado, dejando pasar algo que de todos modos lo atraviesa. Alguna vez escuché a alguien que decía que la traducción era como un viaje. Si bien me gusta pensar que el poema viaja de una lengua a otra, me parece más justo decir que es un trabajo quieto: lo que se ensancha es la lengua a la que se traduce.

Lo confieso: no sé cuánto sé de inglés, en el caso de que el conocimiento pueda ser cuantificado, o que un idioma pueda ser conocido por completo… sospecho que no. En todo caso, tengo para mí que al igual que con la lectura, la traducción consiste sobre todo en escuchar, en oír lo que el poema tiene para decir. Me cuesta quedarme con esa fácil conclusión de pensar que en la traducción siempre algo se pierde: lo mismo podría decirse de cualquier lectura: ¿quién sería capaz de abarcar todos los sentidos de un poema en castellano, por ejemplo? Más aún: ¿quién querría semejante cosa? Cuando uno lee un poema, también hay algo que se pierde, pero sobre todo hay algo, a veces poco, a veces mucho, con lo que uno se queda. Y eso hace la traducción, quedarse con algo. Y cada lector se queda con algo distinto. La traducción es como un trabajo afectuoso en el que a la lengua madre se la hace ir por un camino que de buenas a primeras quizá no hubiera tomado. En ese sentido es desviar la lengua, renovarla, acercarla al ritmo de otro idioma, un trabajo donde la seducción no está exenta, y a la que hay que prestarle una atención sostenida, amorosa.

Como se ve, no soy un académico ni un gramático. Y siento la necesidad, no de ser literal, sino más bien fiel al poema. Es decir, confío en la transformación que se produce en la traducción. Barthes tiene una frase que me encanta: “Estar con la persona que amo, y pensar en otra cosa. Entonces tengo los mejores pensamientos”. La fidelidad tiene que ver con esa deriva, para traducir hace falta entrar en la corriente del poema hasta encontrar algo que no sabíamos que estaba ni en el poema “original” ni en nuestro propio idioma. Todo hallazgo es a un tiempo creación y acogida. Ése es el ensanchamiento de la lengua al recibir el poema y reescribirlo al mismo tiempo: el castellano se estira tratando de alcanzar eso otro que ya lo siente como propio.

Considero que cualquier lector puede poner a prueba una traducción: basta con oír con los ojos, como pedía Sor Juana, mirar con los oídos, y ver si se produce la fiesta de los sentidos, si se percibe la soledad sonora.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Jorge Leónidas Escudero



Fútbol de oído

El bar y una viña, la acequia, el sol ahí;
la radio sobre el mostrador y un gol
gritado como puñalada
Un gol que agarra viento puertas afuera,
rumbo a Tucunuco,
y se trenza con un rebuzno lejano.

Clavos en el adobe hojas revistas: Boca,
Racing y Chacarita,
el hombre clave de River.
La tarde tiene esto los domingos,
en Niquivil carga mucho césped de Buenos Aires.

Los muchachos combinan las botellas,
cabecean moscas,
mueven las alpargatas en lo imposible.
Los muchachos se pierden las famosas oportunidades.
Y cuando al sol lo han pateado fuera de la cancha
salen.
Mueve la bicicleta uno,
otro le ajusta la cincha al bayo;
se desparraman.

Entonces yo les grito de atrás: Che,
aquí no les van a ganar a nadie ustedes,
el próximo domingo dedíquense a buscar chinitas.

La herida más mortal

la herida más mortal es enteriza,
baja desde la coronilla
hasta las uñas de los pies.
Podés hacer cuanto se te ocurra pero
has fallecido.

E herida mortal que scapa
a todo hablar, asfixia
como si en una bolsa
a un pozo negro te hubieran.
Esto ocurre a enamorados tozudos
que aspiran a recuperar besos perdidos.
La realidad los engancha de atrás con un clavo
los abre en el canal y los deja colgados
como res en el matadero.

Se les vacían los tuétanos,
gimen lloro inconsolable
se mean y defecan encima. No,
no es gracioso
ver así a un inocente agregado al olvido
brutalmente por lo que él más quiere.

Los gatos de Schopenhauer

El fabricante de gatos
quiere hacerlos baratos:
junta al gato con la gata
para que se reproduzcan
pero ellos protestan,
juran que no es posible y escapan
hasta que aturdidos por la luna acceden.

Es que se creen víctimas de un cuento
unidos para enemistarlos con el perro,
asediar ratas y mear sillones.
Todo sin objeto.

Los gatos se retuercen y gritan,
bufan ásperamente
y por último se acoplan a regañadientes
sabiendo que ha habido injusticia.

Adornan almohadones y uno los cree felices
cuando en verdad dormitan resentidos,
aburridos de la vida,
conscientes de que están comiendo mezquindades
para mayor gloria de nadie.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Román Giudice



Encuentra más canciones de Roman Giudice en Myspace Music



A Santiago

Aires de buena madera

Cielo celeste con sol

Canta la flor que en la tierra

Tiene un color, tiene un color


Asoma un pino bien alto
Brilla en el álamo luz
Vuelan las aves cortando
Sobre el azul, sobre el azul


Todo lo que se celebra
Viene con aire de ayer
Conversando con el alma
Hombre y mujer, hombre y mujer


Me fui de mi

queriendo ver

Para que lado del mundo

Hay que volver, hay que volver


Hay un amor que nos une
Y otro que nos aleja
El medio los hermanos
Para contar, para contar


Las melodías esconden
Llaves para descubrir
Con las palabras un mundo
Para decir, para decir


Los años pasan de a poco
Cada minuto sin vos
Canta mi flor chacarera
Vuelve tu amor, vuelve tu amor


Me fui de mi…