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lunes, 19 de diciembre de 2011

El secreto mejor guardado


"Afuera" y "Del mar" son dos poemas inéditos de nuestro compañero papelblanquista Fernando Graneros, que fueron publicados por "Diario de Poesía" en su reciente edición de Diciembre 2011. Compartimos la buena nueva con todos ustedes y les sugerimos conseguir esta clásica publicación poética en su puesto de diarios favorito.

Afuera


I

Descubro nubes

en medio de la noche

en un conteo lento

permanezco

quieto y suelto a la vez


II

El viento es un zumbido

poderoso arrastra

lleva y trae

tormentas, ahí voy yo

como sus gotas

que caen y se sostienen

en el mismo lugar


III

Esta ventana siempre

va a dar a la calle Olavarría

a los coches

abandonados a contramano

a mi vecina

haciendo los mandados

en busca de cigarros

y latas de cerveza

para encerrarse

en sus noches más largas


IV

En la habitación

vos todavía lees

bajo esa lucecita

¿No te duele la vista?

afuera

el patio encandila


Coda

El secreto mejor guardado

es que las estrellas

siempre

serán las estrellas


.-.-.-.-.-


Del mar


De cómo hablarlo

de la espuma en los ojos

de no poder dejar de verlo

revuelto, por novias de pelo largo

de la arena en las calles

y los corazones hechos polvo

de cómo los perros de playa

ladran y ladran

entre cumbias tristes

De la deliciosa vida

del perro del mar

con la playa a cuestas

y la ciudad

como un grano de arena

Del mar si

de sentir su impaciencia

y de todo lo contrario

- tus ojos en calma

anocheciendo-

De como mueren las olas

cuando esquivan al viento

y ya no vuelven

del mar

otra vez

de lo que está dentro y fuera de él

del día en que me fui

y ese recuerdo

de cómo pertenecer al mar

y al mismo tiempo

no encontrar forma de explicar que

aquí vivía yo.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Sepan que todos los días son como los domingos



DOMINGO 6 de Noviembre a las 19:00hs.


CASA DE LA LECTURA. Lavalleja 924.


LECTURA DE POESIA
[Integrantes de los talleres de poesía y narrativa coordinados por Paula Jiménez]


Leen: Lorena Acheriteguy / Irma Rosa Alsieri / Laura A. Arnes / Sabrina Blanco / Lucía Bottaro / Jorge D'Alessandro / Fernando Graneros / Damián Lamana Guiñazú / María Laura Sabino / María Silva / Alicia Villoldo - Botana / Helena Krauss.


Están Invitados!

lunes, 12 de septiembre de 2011

Dos textos de la poeta brasileña Cecília Meireles dedicados al gran poeta chino Li Po (701-762)


(por Amalia Sato. Lo leímos en "Ricardito" y lo linkeamos con un apasionado gusto desde aquí http://www.evaristocultural.com.ar a la eternidad.)


Además de dedicarse a su obra poética, Cecília Meireles (1901-1964), interesada por Oriente, tradujo piezas de Tagore y poemas chinos, japoneses, árabes y persas, actividad que se divulgó en diarios de la época, o en emisiones radiofónicas. Accedió a Li Po y Tu Fu, a través de la intimidad con las versiones al francés y al inglés. El carácter ideogramático de la lengua original, su monosilabismo, la sintaxis simple y sujeta a ambigüedades, todos los escollos en fin, limados por el pasaje a través de sucesivas lenguas, difuminados en el ejercicio de la poeta que traduce, olvidados en la transformación que convierte a los textos de una lengua inalcanzable en patrimonio de otra, bajo el amparo de otro nombre propio.

La luna de Li Po
Por Cecília Meireles

Hace mil doscientos años moría en China el poeta Li Po.
Su nombre y el de Tu Fu resumen la gloria de la poesía china en el siglo VIII; y el propio Tu Fu, a quien algunos consideran el mejor, lo consideraba a él, el mayor entre todos.
Dicen que Li Po murió ahogado, intentando abrazar la luna. Si la versión no es históricamente verdadera, tiene, al menos, el valor de concluir con un cierre poético una existencia que, de lejos, parece fluctuar como un velo entre las aguas y la luz de la luna, más atenta a la belleza general del universo que a las ventajas particulares del mundo.
Todos conocen el poema en que Li Po crea, en la soledad, un grupo de tres amigos: él, su sombra y la luna. Al contrario de lo que sucede con los amigos humanos, que se separan después de beber, con su sombra y la luna el poeta se siente en comunión inseparable: “nuestros encuentros”, decía, “son en la Vía Láctea”.
En casi todos sus poemas, la luna aparece, clara y próxima, como si realmente fueran dos compañeros que van de la mano, entre jardines y lagos, palacios, montañas y ríos. “La luz de la luna es como nieve a lo largo del muro de la ciudad…” “El arco del puente parece la luna creciente…”
En las aguas del lago, la luna es acunada con la canción de las flores y el poeta entristece, juzgando inoportunos los remos de su barco:

El lago Nah-hu acuna a la luna de otoño
Que se refleja en el agua verde.

El ruido de mis remos interrumpió
El himno de amor
Que los nenúfares cantaban a la luna.

La luna se le aparece en el jardín cubierto de flores de duraznero;la luna se le aparece en las ruinas de los palacios:

Hoy, la luna de Si-kiang es la única bailarina que danza
En las salas por donde se deslizaron tantas mujeres hermosas.

Li Po, que vivió algún tiempo en la Corte, donde su talento era reconocido, fue alejado por intrigas, y hubo, ciertamente, melancolía en su vida. Pero el vino y la luna disipaban sus amarguras:

Ya que la vida es ilusoria como un sueño,
¿por qué nos atormentamos?
Prefiero beber hasta caer.

Fue lo que hice ayer.

Al despertar, miré a mi alrededor.
Un pájaro gorjeaba entre las flores.
Le rogué que me informara
Sobre la estación del año
Y me respondió
Que estábamos en la época en que la primavera
Hace cantar a los pájaros.

Como yo me había ya enternecido,
Empecé a beber de nuevo,
Canté hasta que la luna llegó
Y de nuevo volví a perder la noción de las cosas.

Li Po no podía imaginar que mil doscientos años después de su muerte la luna se volvería objeto de los estudios a que la vemos hoy sometida. Él no creía poder alcanzarla, a pesar de la versión poética sobre su muerte, pues escribió:

“Con la taza en la mano, interrogo a la luna”

La luna está en el cielo sombrío. ¿Cuándo llegó?
Poso mi taza, para hacerle esa pregunta.
Los que quieren tomar la luna no pueden lograrlo.
Sin embargo, en su curso, la luna acompaña a los hombres.
Es deslumbrante como un espejo volador, delante del Pabellón Rojo.
Las brumas azules se extinguen y desaparecen
Y su puro esplendor centellea.
La vemos solamente de noche subir del mar y perderse en las nubes.
Los hombres de hoy no ven más a la luna de otrora.
La luna de hoy iluminaba a los hombres del pasado.
Hombres del pasado, hombres de hoy – torrente que fluye –
Todos contemplan a la luna, que a todos parece la misma.
Todo lo que deseo es, en el momento de cantar y beber,
Que un rayo de luna se refleje siempre en el fondo de la taza de oro.


Homenaje a Li Po
Por Cecília Meireles

Los dos nombres de la poesía china, en el siglo VIII de nuestra era, son los de Li Po y Tu Fu.
Li Po es, por cierto, el que resulta más cercano a la sensibilidad occidental. Sus delicados poemas está hechos con casi nada: son como miniaturas de excelente diseño y escogidos colores con rayos de luna, ríos, flores, palacios, imágenes que asoman con un poco de tristeza, de saudade, de amor y de alegría. Nos recuerdan una China imperial de sutilezas estéticas, y mejorada, sin embargo, por recuerdos de batallas, con guerreros ardientes y caballos bravíos.
Li Po nació en el año 701 y murió en 762. Su padre, el general Li Kuang, había vencido a los hunos.
Por intrigas de un eunuco – según se dice -, Li Po fue alejado de la Corte. Cuentan que murió ahogado en un río, intentando atrapar la imagen de la luna reflejada en las aguas.
Esta versión de su muerte puede ser puramente legendaria, dados el encanto con que él siempre se ocupó de la luna, en sus versos, y la circunstancia de celebrar también constantemente al vino como si en verdad lo sedujera el estado de embriaguez como una fluctuación entre la vida y el sueño.
Del aprecio en que era tenida, sin embargo, su poesía, nos hablan dos poemas de su colega Tu Fu. Uno habla de las cualidades poéticas de Li Po y de su superioridad en relación con los artistas que le eran contemporáneos. El otro recuerda con saudade al amigo y le predice la gloria futura con certera intuición. Dice el primero:

“Poema de Tu Fu a Li Po”

Tú escribes como el pájaro canta. ¿Tu gorjeo? Versos
Si no cantaras, las mañanas serían menos rojizas y los crepúsculos menos azules.

Cuando la embriaguez te inspira, los Inmortales se inclinan
Desde las nubes para escucharte, el tiempo suspende su vuelo, el bienamado olvida a la bienamada.

Tú eres el Sol y nosotros, los otros poetas, somos apenas estrellas.

¡Acepta, oh mi amigo, el balbuceo de mi respeto!

Dice el segundo:

“Poema de Tu Fu a Li Po”

Tres noches seguidas vengo soñando contigo.
Estabas en mi puerta.
Te pasabas la mano por el cabello blanco,
Como si un gran dolor te amargara el alma…

Después de diez mil, cien mil otoños,
No tendrás otro premio que el premio inútil
De la inmortalidad.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Jorge Leónidas Escudero



Fútbol de oído

El bar y una viña, la acequia, el sol ahí;
la radio sobre el mostrador y un gol
gritado como puñalada
Un gol que agarra viento puertas afuera,
rumbo a Tucunuco,
y se trenza con un rebuzno lejano.

Clavos en el adobe hojas revistas: Boca,
Racing y Chacarita,
el hombre clave de River.
La tarde tiene esto los domingos,
en Niquivil carga mucho césped de Buenos Aires.

Los muchachos combinan las botellas,
cabecean moscas,
mueven las alpargatas en lo imposible.
Los muchachos se pierden las famosas oportunidades.
Y cuando al sol lo han pateado fuera de la cancha
salen.
Mueve la bicicleta uno,
otro le ajusta la cincha al bayo;
se desparraman.

Entonces yo les grito de atrás: Che,
aquí no les van a ganar a nadie ustedes,
el próximo domingo dedíquense a buscar chinitas.

La herida más mortal

la herida más mortal es enteriza,
baja desde la coronilla
hasta las uñas de los pies.
Podés hacer cuanto se te ocurra pero
has fallecido.

E herida mortal que scapa
a todo hablar, asfixia
como si en una bolsa
a un pozo negro te hubieran.
Esto ocurre a enamorados tozudos
que aspiran a recuperar besos perdidos.
La realidad los engancha de atrás con un clavo
los abre en el canal y los deja colgados
como res en el matadero.

Se les vacían los tuétanos,
gimen lloro inconsolable
se mean y defecan encima. No,
no es gracioso
ver así a un inocente agregado al olvido
brutalmente por lo que él más quiere.

Los gatos de Schopenhauer

El fabricante de gatos
quiere hacerlos baratos:
junta al gato con la gata
para que se reproduzcan
pero ellos protestan,
juran que no es posible y escapan
hasta que aturdidos por la luna acceden.

Es que se creen víctimas de un cuento
unidos para enemistarlos con el perro,
asediar ratas y mear sillones.
Todo sin objeto.

Los gatos se retuercen y gritan,
bufan ásperamente
y por último se acoplan a regañadientes
sabiendo que ha habido injusticia.

Adornan almohadones y uno los cree felices
cuando en verdad dormitan resentidos,
aburridos de la vida,
conscientes de que están comiendo mezquindades
para mayor gloria de nadie.

viernes, 5 de agosto de 2011

Ricardo Reis

Sigue tu destino. Riega tus plantas. Ama tus rosas. El resto es la sombra de árboles ajenos. La realidad siempre es más o menos lo que deseamos. Sólo nosotros somos siempre iguales a nosotros mismos. Suave es vivir solo. Grande y noble es siempre vivir simplemente. Deja el dolor en las aras como ofrenda a los dioses. Mira de lejos de la vida. Nunca la interrogues. Ella nada puede decirte. La respuesta está más allá de los dioses. Pero serenamente imita al Olimpo. En tu corazón los dioses son dioses porque no se piensan.

Ricardo Reis (alias Fernando Pessoa)

viernes, 15 de julio de 2011

Joaquin Giannuzzi




NI ANGEL NI REBELDE


No arriesgó nada
no practicó la irreverencia
no mordió el sexo del paraíso
no padeció la pesadilla del vivir
no aulló por falta de demonios en el vientre
no enturbió el agua de ninguna academia
no gozó la locura de la realidad
no destruyó su propia fisiología
no reveló lo insensato de la sensatez
no orinó ni escupió ni eyaculó fuera de foco
no hizo de la palabra la enemiga total
no metió ningún dedo en la llaga
de ninguna cosa hizo destino
no tuvo miedo de sí mismo
no metió mundo ni absoluto en sus venas
no arrulló entre sus brazos una bomba ni siquiera pacífica
no tuvo pensamiento ni ademanes ni colores militantes
no se encamó con el monstruo de sí mismo
no hizo del vacío una utopía
no amó ni para nacer ni para morir
no telefoneó al otro mundo, no arrojó
bocanadas de sangre sobre el orden y el lenguaje.
Fue correcto adecuado municipal y obvio
o sea una buena persona en el peor sentido de la palabra.


* * * * * * * * * *


ESCALA ZOOLOGICA

¿ Qué me importan los perros ?
Gran respeto por los gatos, su
digna idea de estar vivos.
La existencia de la vaca me hace feliz.
Adoro los caballos, su estúpido y dulce asombro.
No justifico a los monos.
Las ratas son una invención literaria.
Hay algo equivocado en el absorto desplazamiento
del sapo.
De muchas maneras se ha explicado la
permanente fuga de las aves.
Pero hay cierta integridad en el albatros.
En el universo de los insectos me inclino ante la araña,
el enérgico estilo de su temperamento.
Las cucarachas son un producto de la cultura.
Pero en fin, puesto a elegir
me quedo con la tortuga.
Su tenaz convicción de aplastarse contra la tierra,
su lenta vida a traves de las edades,
su discreción, su delicado sueño,
su ocio melancólico,
¡ su silencio apolítico de sordomuda ejemplar !
Si no fuera que hay tantas cosas que hacer todavía
entre nosotros,
yo me contentaría tranquilamente con tener una
tortuga:
sería la única propiedad privada que podría soportar.


Joaquin Giannuzzi nació en 1924 en Buenos Aires y murió en 2004 en la provincia de Salta. En 1958 publicó "Nuestros días mortales" y ganó el premio de la Sociedad Argentina de Escritores. En 1962 empezó a colaborar con la revista Sur que dirigía Victoria Ocampo. Por esa época publicó "Contemporáneo del mundo". En 1967, "Las condiciones de la época" y en 1977, "Señales de una causa personal". En 1980 publica "Principios de incertidumbre"; en 1984, "Violín obligado" y en 1991, "Cabeza final". Su último libro, "¿Hay alguien ahí?", se publicó poco antes de su fallecimiento en enero de 2004.