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viernes, 15 de julio de 2011

Joaquin Giannuzzi




NI ANGEL NI REBELDE


No arriesgó nada
no practicó la irreverencia
no mordió el sexo del paraíso
no padeció la pesadilla del vivir
no aulló por falta de demonios en el vientre
no enturbió el agua de ninguna academia
no gozó la locura de la realidad
no destruyó su propia fisiología
no reveló lo insensato de la sensatez
no orinó ni escupió ni eyaculó fuera de foco
no hizo de la palabra la enemiga total
no metió ningún dedo en la llaga
de ninguna cosa hizo destino
no tuvo miedo de sí mismo
no metió mundo ni absoluto en sus venas
no arrulló entre sus brazos una bomba ni siquiera pacífica
no tuvo pensamiento ni ademanes ni colores militantes
no se encamó con el monstruo de sí mismo
no hizo del vacío una utopía
no amó ni para nacer ni para morir
no telefoneó al otro mundo, no arrojó
bocanadas de sangre sobre el orden y el lenguaje.
Fue correcto adecuado municipal y obvio
o sea una buena persona en el peor sentido de la palabra.


* * * * * * * * * *


ESCALA ZOOLOGICA

¿ Qué me importan los perros ?
Gran respeto por los gatos, su
digna idea de estar vivos.
La existencia de la vaca me hace feliz.
Adoro los caballos, su estúpido y dulce asombro.
No justifico a los monos.
Las ratas son una invención literaria.
Hay algo equivocado en el absorto desplazamiento
del sapo.
De muchas maneras se ha explicado la
permanente fuga de las aves.
Pero hay cierta integridad en el albatros.
En el universo de los insectos me inclino ante la araña,
el enérgico estilo de su temperamento.
Las cucarachas son un producto de la cultura.
Pero en fin, puesto a elegir
me quedo con la tortuga.
Su tenaz convicción de aplastarse contra la tierra,
su lenta vida a traves de las edades,
su discreción, su delicado sueño,
su ocio melancólico,
¡ su silencio apolítico de sordomuda ejemplar !
Si no fuera que hay tantas cosas que hacer todavía
entre nosotros,
yo me contentaría tranquilamente con tener una
tortuga:
sería la única propiedad privada que podría soportar.


Joaquin Giannuzzi nació en 1924 en Buenos Aires y murió en 2004 en la provincia de Salta. En 1958 publicó "Nuestros días mortales" y ganó el premio de la Sociedad Argentina de Escritores. En 1962 empezó a colaborar con la revista Sur que dirigía Victoria Ocampo. Por esa época publicó "Contemporáneo del mundo". En 1967, "Las condiciones de la época" y en 1977, "Señales de una causa personal". En 1980 publica "Principios de incertidumbre"; en 1984, "Violín obligado" y en 1991, "Cabeza final". Su último libro, "¿Hay alguien ahí?", se publicó poco antes de su fallecimiento en enero de 2004.