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martes, 18 de noviembre de 2014

Cómo escribir (y cómo no escribir) poesía - Wislava Szymborska





 
A lo largo de los años, Wislawa Szymborska ha contestado cartas de lectores que le piden consejo para escribir poesía. Aquí algunas de sus sugerencias, recopiladas en el blog de Jorge Santkovsky:

1.¿Qué tal si le cortamos las alas y escribimos a pie?

2. Necesitas otra pluma. La que tienes comete muchos errores. Debe ser extranjera.

3. Tratas el verso libre como si permitiera cualquier cosa. Pero la poesía (independientemente de lo que digamos) es, fue y será un juego. Y como cualquier niño sabe, todos los juegos tienen reglas. ¿Por qué se les olvida a los adultos?

4.El miedo de hablar con sencillez, los esfuerzos constantes de metaforizarlo todo, la necesidad de probar que eres un poeta en cada línea: esas son las ansiedades que atormentan al aspirante a escritor. Pero son curables, si se detectan a tiempo.

5. Los poemas que has enviado sugieren que no has logrado percibir una diferencia fundamental entre la poesía y la prosa. Por ejemplo, el poema titulado "Aquí", es meramente una descripción en prosa de un cuarto y sus muebles. En prosa una descripción así sirve a una función específica: presenta el escenario de la acción que viene. En un momento la puerta se abrirá, alguien entrará y algo pasará. En la poesía la descripción misma debe 'suceder'. Todo se vuelve significativo, la elección de las imágenes, su disposición, la forma que toma en las palabras. La descripción de un cuarto ordinario debe aparecer ante tus ojos como el descubrimiento de ese cuarto y la emoción contenida en esa descripción debe ser compartida por los lectores. De otra manera, la prosa se queda prosa, aunque te esfuerces en cortar las oraciones en columnas de verso. Y lo que es peor, nada pasa.


 
Fuente:

martes, 28 de febrero de 2012

Wislava Szymborska (1923-2012)



Bajo una pequeña estrella

Que me disculpe la coincidencia por llamarla necesidad.
Que me disculpe la necesidad, si a pesar de ello me equivoco.
Que no se enoje la felicidad por considerarla mía.
Que me olviden los muertos que apenas si brillan en la memoria.
Que me disculpe el tiempo por el mucho mundo pasado
por alto a cada segundo.
Que me disculpe mi viejo amor por considerar al nuevo
el primero.
Perdonadme, guerras lejanas, por traer flores a casa.
Perdonadme, heridas abiertas, por pincharme en el dedo.
Que me disculpen los que claman desde el abismo el disco
de un minué.
Que me disculpe la gente en las estaciones por el sueño
a las cinco de la mañana.
Perdóname, esperanza acosada, por reírme a veces.
Perdonadme, desiertos, por no correr con una cuchara de agua.
Y tú, gavilán, hace años el mismo, en esta misma jaula,
inmóvil mirando fijamente el mismo punto siempre,
absuélveme, aunque fueras un ave disecada.
Que me disculpe el árbol talado por las cuatro patas de la mesa.
Que me disculpen las grandes preguntas por las pequeñas
respuestas.
Verdad, no me prestes demasiada atención.
Solemnidad, sé magnánima conmigo.
Soporta, misterio de la existencia, que arranque hilos de tu cola.
No me acuses, alma, de poseerte pocas veces.
Que me perdone todo por no poder estar en todas partes.
Que me perdonen todos por no saber ser cada uno de ellos,
cada una de ellas.
Sé que mientras viva nada me justifica
porque yo misma me lo impido.
Habla, no me tomes a mal que tome prestadas palabras patéticas
y que me esfuerce después para que parezcan ligeras.

Versión de Abel Murcia

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Mil veces no sé

Cuando recibió el Premio Nobel, Wislawa Szymborska dijo que tenía dos palabras en altísima estima, esas palabras eran “no sé”. Y no sorprende: quien haya leído su obra ha encontrado irremisiblemente ligadas grandeza y humildad. Si Isaac Newton no hubiera dicho “no sé” la manzana no caía ante sus ojos, dijo en aquel discurso de 1996, y si su compatriota Marie Curie tampoco las hubiera pronunciado no habría pasado de ser una profesora de química.

En el gran salón de Estocolmo, esta poeta polaca nacida en 1923 en un incierto lugar de Polonia cercano a Poznan, se mostró como uno de esos maestros que, al estilo Juddu Krishnamurti, aparecen para señalar que sólo una mirada atenta y asombrada nos salva del agobio de la existencia. En “Nada dos veces”, un poema que rápidamente se volvió popular en su país, Wislawa dijo: “Nada sucede dos veces/ ni sucederá, y por eso/ sin experiencia nacemos/ sin rutina moriremos”. Estos mismos versos podrían ser considerados no sólo una filosofía de vida sino también un ars poética, posible definición de lo que para ella ha sido la poesía: un acto de descubrimiento y revelación, y jamás el gastado ejercicio de una técnica. En aquel discurso de recepción del Nobel, que Szymborska llamó “El poeta y el mundo”, interpeló al autor del Eclesiastés: “‘Nada nuevo bajo el sol’, dijiste. Pero si tú mismo naciste nuevo bajo el sol. Y tu poema también es nuevo bajo el sol porque nadie lo escribió antes que tú. Y nuevos bajo el sol son todos los lectores, porque quienes vivieron antes que tú está claro que no pudieron leerlo. Tampoco el ciprés bajo cuya sombra te sentaste crece aquí desde el principio de los tiempos”. Szymborska no se cansa de reivindicar, a lo largo de su obra, esta autonomía de los acontecimientos, esta independencia de cada instante en el tiempo, y al hacerlo trasluce su gran sentido de la libertad. Ningún fragmento, ningún ser, cae en la bolsa del mito y la generalidad, cada uno cobra su propia dimensión y pone en cuestión el papel que la cultura o la historia les ha hecho jugar. En el poema “La mujer de Lot”, del maravilloso libro El gran número, Szymborska enumera las mil razones por las cuales este personaje bíblico miró hacia atrás, pese a que Jehová le advirtiera que de hacerlo quedaría petrificada: “Miré atrás de pena por la fuente de plata –dice–, por descuido, mientras ataba la correa de mi sandalia. / Para no mirar más el cogote justo/ de mi esposo, Lot./ Por la súbita certeza de que, si yo muriera / él ni siquiera se habría detenido”. En los versos del poema “Fin y principio”, que da nombre a su libro publicado en 1993, Wislawa pone el ojo no en la guerra sino en el horror del día siguiente: “Después de cada guerra/ alguien tiene que limpiar./ No se van a ordenar solas las cosas,/ digo yo.// Alguien debe echar los escombros/ a la cuneta/ para que puedan pasar/ los carros llenos de cadáveres”. El inmediato después, ese post que la historia no contempla y que queda excluido de un imaginario colectivo siempre hechizado por las grandes escenas, es lo que Wislawa Szymborska ha sabido mirar. Y es a partir de este descentramiento de la percepción común que ella ha compuesto la mayoría de sus poemas. A su vez, este corrimiento perceptivo deja paso a la posibilidad de una realidad paralela como en el poema “Amor a primera vista”, en el que los amantes, antes de conocerse, han sido atravesados por los mismos hechos –ínfimos– del destino.

Versos altamente filosóficos, sí, pero desde su concepción la filosofía no es un alto estudio sino una capacidad que tiene cualquier persona capaz de experimentar asombro ante la existencia y hacerse preguntas. Su cara de anciana buena parece coincidir con el espíritu de sus versos justos, sabios, impecables. Haber escrito que las nubes no necesitan ser vistas para poder pasar o comenzar un poema diciendo “Morir, eso no se le hace a un gato”, son dos de las razones por las cuales quienes la hemos leído sentimos haber llegado a quererla.

Tenía 88 años. Murió mientras dormía, una noche en Cracovia.

Paula Jimenez

Articulo publicado en suplemento LAS12 del diario Página12 ( http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-7057-2012-02-10.htmll )


domingo, 6 de febrero de 2011

Wislava Szymborska

A veces, sólo a veces, hace bien leer los diarios para enterarse lo que pasa en el mundo. Hoy, en el suplemento RADAR de Página12, Guillermo Saccomano nos cuenta sobre la poeta Wislava Szymborska, premio Nobel en 1996, de quien recientemente se publicó su "obra incompleta". Puede leerse la nota en el siguiente link: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-6816-2011-02-06.html

Transcribimos fragmentos de su poesía obtenidos del artículo del diario:


AMOR FELIZ

Un amor feliz. ¿ Es normal,
serio, útil ?
¿ Qué saca el mundo de dos personas
que no ven el mundo ?

Un amor feliz. ¿ Es necesario ?

El tacto y el sentido común nos obligan a callar al respecto
como si de un escándalo en las altas esferas de la vida se tratara.

Que la gente que no conoce un amor feliz
afirme que no existe un amor feliz en ningún sitio.

Con esta creencia les será más llevadero vivir y también morir.

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Morir lo necesario, sin exagerar.
Crecer lo necesario, de lo que se ha salvado.
Sabemos dividirnos, es verdad, también nosotros.
Pero sólo en cuerpo y susurro interrumpido.
En cuerpo y poesía.

El precipicio no nos corta en dos. El precipicio nos rodea.

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MIEDO ESCENICO

Poetas y escritores. Porque así es como se dice: Los poetas no son escritores sino qué.

Al poeta la poesía, al escritor la prosa.

En la prosa puede haber de todo, hasta poesía,

en la poesía tiene que haber sólo poesía.

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Somos hijos de la época.
La época es política.

Todos tus asuntos, los nuestros, los vuestros,
asuntos diurnos, asuntos nocturnos,
son asuntos políticos.

Caminando por el bosque, por la selva
son políticos tus pasos
sobre un fundamento político.

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En vagones sellados
van los nombres del país,
¿ hasta donde irán así, bajarán alguna vez ?
no pregunten, no lo diré, no lo sé.

Asi es. Por el bosque va un transporte de gritos.
Así es. Despertada en la noche, oigo,
eso es, el retumbar del silencio en el silencio.

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NOCHE

Dios finge
que entró volando sin querer
que no, que para nada es aquí,
y luego se lleva a papá hasta la cocina
para ponerse de acuerdo;
desde una gran trompa le sopla al oido.
Y cuando mañana, apenas amanezca, papá me lleve consigo,
iré, iré,
negra de odio.

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Cuatro mil millones de seres en esta tierra
y mi imaginación sigue siendo la misma.

A una llamada atronadora, respondo con un susurro.
Cuando callo, no lo diré nunca. Ratón a los pies de la montaña madre.
La vida dura unos cuantos rasguños en la arena.

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LAS TRES PALABRAS MAS EXTRAÑAS

Cuando pronuncio la palabra Futuro
la primera sílaba pertenece ya al pasado.

Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.

Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.

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Más sobre Wislava Szymborska en http://es.wikipedia.org/wiki/Wis%C5%82awa_Szymborska