viernes, 3 de diciembre de 2010

Persépolis



“Persépolis”

Debo decir para comenzar que no se absolutamente nada de cine, mi único aprendizaje es el sentarme frente a la pantalla y dejarme llevar por las imágenes. Nunca he asistido a ninguna clase sobre el tema y no tengo la menor idea de lo que significan simbólicamente algunas escenas o encuadres de cámara y otras yerbas. Sin embargo, hace muy poco tuve la oportunidad de ver esta película de animación y quedé encantado… la película no es nueva, ya tiene algunos añitos y seguramente los que se encuentran “en el ambiente del cine” ya la deben haber visto, criticado y/o comentado. De todas formas no viene mal compartir con otros una experiencia que me parece bella y grata y además, como ha dicho Pipo Lernoud (en entrevista que será subida próximamente a nuestro blog) la verdadera actitud rockera y auténtica es “tener tu propia versión de las cosas”.
Para comenzar debo decir que supongo que a nadie escapa que “Persé-polis” significa literalmente “la ciudad de los persas”. Los persas han sido una gran civilización de Oriente que en un período histórico relativamente breve logró dominar todo el “medio oriente” desde el río Indo hasta Egipto y el Mar Negro. Desde que los griegos entraron en contacto con los persas ha comenzado una de las grandes historias de la humanidad… la guerra, el intercambio y la fascinación mutua unida al intento de exterminio y de muerte se entrelazan constantemente, Eros y Tánatos se unen y se mezclan una y otra vez para enfrentar y hacer explotar o para unir y hacerse amar a estas dos grandes “O” culturales (Oriente y Occidente, claro). Así, desde Alejandro Magno, quien logró con sus ejércitos destruir el imperio de los aqueménidas y al mismo tiempo se hizo coronar luego como el Gran Rey Persa… desde ese momento hasta hoy, con marines estadounidenses en Irak, Pakistán y Afganistán, la historia continúa y continúa. Y continúa también en la película “Persépolis”, la cual comienza no casualmente en la ciudad de Persépolis, Teherán, en el Irán de los ’70.
La película “Persépolis” es tan fascinante como la cultura oriental, y relata desde dentro, gracias a las experiencias de su autora Marjane Satrapi la historia de Irán, Austria y Francia en distintos momentos. Bien es posible que algunas cuestiones históricas y políticas se encuentren simplificadas o no tengan un rigor histórico apetecible para historiadores y demases, pero no cabe duda de que no es ese tampoco el objetivo de la película (que antes supo ser historieta y que en definitiva es más pieza de arte que explicación académica). “Persépolis” es la historia subjetiva de una niña (luego adolescente) que vive en una familia aristocrática atípica del Irán de los ’70 entre ideas religiosas, liberales y comunistas; que luego vive la revolución de 1979; la hegemonización del grupo musulmán de la nueva república; el exilio en Austria; el regreso y la vida bajo el régimen islámico; el exilio en Francia; etc. Todo esto transmitido con gran intensidad al espectador gracias a una animación blanco y negro (en su mayoría) que pone el tono melancólico y también humorístico e irónico en todo momento en primer plano; y que con una estética simple pero fantástica, y por momentos surrealista, crea un ambiente mágico. Escenas como la que retrata la guerra con ambos bandos avanzando siempre hacia el vacío y cayendo en un pozo a morir uno tras otro no se borran fácilmente de la retina, por momentos se tiene la sensación de estar viendo un “Guernica” móvil en blanco y negro.
Finalmente, otro de los grandes logros de la película consiste en no quedarse atascada en las visiones binarias de los conflictos. Así, el conflicto Oriente vs. Occidente se resuelve en un acto de “Edwardsaidismo” que logra superar el conflicto dialécticamente. De esta forma Marjane sufre el velo islámico y las prohibiciones a sus libertades en Irán, pero también sufre con la cultura occidental europea, el rigor cristiano y el consumismo llegando a declarar: “en Europa te puedes morir y a nadie le importaría”. Por otro lado, la salida dialéctica se manifiesta también para resolver el conflicto materialismo vs. idealismo que atraviesa la película y a la propia protagonista. Por esto es que en medio de esta película y con gran simpatía nos encontramos con una gran escena casi realista-mágica en la que Marjane flota por los aires (con varias pastillas en sangre) para encontrarse con Dios y Marx al mismo tiempo, igualados de forma herética tanto para marxistas como para religiosos en general…
Por todo esto, recomiendo ver esta gran película para todo aquel que quiera pasar un lindo momento, conocer una extensa y rica historia de vida y experimentar una multitud de sentimientos plasmados en una obra de arte en movimiento, en todo sentido.

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