visitante/the visitor
(#1 Bífida)
Cecilia Maugeri/ Ben Darlington
pecespájaros(#10 Descubrir)Gabriel Kirchuk
Diario de la Transformación (#3 Explorar)Karina Macció
visitante/the visitor
(#1 Bífida)
Cecilia Maugeri/ Ben Darlington
pecespájaros(#10 Descubrir)Gabriel Kirchuk
Diario de la Transformación (#3 Explorar)Karina Macció
José Watanabe (1946-2007) tenía 61 años y numerosas obras en su haber: los poemarios “Álbum de familia” (1971), “Historia natural” (1994), “Cosas del cuerpo” (1999),“La piedra alada” (2005) y “Banderas detrás de la niebla” (2006) son algunas de ellas.
El inocente
Bien voluntarioso es el sol
en los arenales de Chicama.
Anuda, pues, las cuatro puntas del pañuelo sobre tu cabeza
y anda tras la lagartija inútil
entre esos árboles ya muertos por la sollama.
De delicadezas, la del sol la más cruel
que consume árboles y lagartijas respetando su cáscara.
Fija en tu memoria esa enseñanza del paisaje,
y esta otra:
de cuando acercaste al árbol reseco un fosforito trivial
y ardió demasiado súbito y desmedido
como si fuera de pólvora.
No te culpes, quién iba a calcular tamaño estropicio!
Y acepta: el fuego ya estaba allí,
tenso y contenido bajo la corteza,
esperando tu gesto trivial, tu mataperrada.
Recuerda, pues, ese repentino estrago (su intraducible belleza)
sin arrepentimientos
porque fuiste tú, pero tampoco.
Así
en todo.
El maestro de kung fu
Un cuerpo viejo pero trabajado para la pelea
madruga y danza
frente a los arenales de Barranco
Se mueve como dibujando
una rúbrica antigua, con esa gracia, y
sin embargo, está hiriendo, buscando el punto
de muerte
de su enemigo, el aire no, un invisible
de mil años.
Su enemigo ataca con movimientos de animales
agresivos
y el maestro los replica
en su carne: tigre, águila o serpiente van sucediéndose
en la infinita coreografía
de evitamientos y desplantes.
Ninguno vence nunca, ni él ni él,
y mañana volverán a enfrentarse.
-Usted ha supuesto que yo creo a mi adversario
cuando danzo- me dice el maestro.
Y niega, muy chino, y sólo dice: él me hace danzar a mí.
De Cosas del cuerpo
Resurrección de Lázaro
El poder de su voz venía del convencimiento
de que él era Él,
y así llegó hasta tu sello de piedra
para ordenar que tus carnes entraran nuevamente
en el tiempo.
Y ahora limpia el atroz perfume de la muerte
en agua clara y fresca: lava tus largas vendas
en la corriente del río
como los pobres desaguan los interminables intestinos de ganado
que guisan y comen,
y luego enróllalas
y guárdalas.
Sé, pues, precavido
porque nadie sabe hasta cuándo durará el terrible
milagro.
Él dijo que te levantaras y no dijo más, ninguna promesa.
Tal vez solo tienes apurados días
para contemplar con tus ojos de carne rediviva
a tus hermanas comiendo pan y mollejas.
Debo decirte, Lázaro,
que aquí en Betania ya no tenemos noticias del Milagroso.
Sin profetas nos sentimos muy solos.
Cuando retornes a tu sepulcro
no volverás a escuchar
su voz impertinente detrás de la piedra.
De Habitó entre nosotros.
Animal de invierno
Otra vez es tiempo de ir a la montaña
a buscar una cueva para hibernar.
Voy sin mentirme: la montaña no es madre, sus cuevas
son como huevos vacíos donde recojo mi carne
y olvido.
Nuevamente veré en las faldas del macizo
vetas minerales como nervios petrificados, tal vez
en tiempos remotos fueron recorridos
por escalofríos de criatura viva.
Hoy, después de millones de años, la montaña
está fuera del tiempo, y no sabe
cómo es nuestra vida
ni cómo acaba.
Allí está, hermosa e inocente entre la neblina, y yo entro
en su perfecta indiferencia
y me ovillo entregado a la idea de ser de otra sustancia.
He venido por enésima vez a fingir mi resurrección.
En este mundo pétreo
nadie se alegrará con mi despertar. Estaré yo solo
y me tocaré
y si mi cuerpo sigue siendo la parte blanda de la montaña
sabré
que aún no soy la montaña.
De Cosas del cuerpo
La Oruga
Te he visto ondulando bajo las cucardas, penosamente, trabajosamente,
pero sé que mañana serás del aire.
Hace mucho supe que no eras un animal terminado
y como entonces
arrodillado y trémulo
te pregunto:
¿sabes que mañana serás del aire?
¿te han advertido que esas dos molestias aún invisibles
serán tus alas?
¿te han dicho cuánto duelen al abrirse
o sólo sentirás de pronto una levedad, una turbación
y un infinito escalofrío subiéndote desde el culo?
Tú ignoras el gran prestigio que tienen los seres del aire
y tal vez mirándote las alas no te reconozcas
y quieras renunciar,
pero ya no: debes ir al aire y no con nosotros.
Mañana miraré sobre las cucardas, o más arriba.
Haz que te vea,
quiero saber si es muy doloroso el aligerarse para volar.
Hazme saber
si acaso es mejor no despejar nunca la barriga de la tierra.
Sala De Disección
Un cadáver puede provocar una filosofía del ensimismamiento,
sin embargo los estudiantes admirablemente estaban entusiasmados con su muerto,
lo rodeaban
y discutían con fervor la anatomía de ese cuerpo de piel coriácea.
Yo aprendía otra lección:
la vida y la muerte no se meditan en una mesa de disección.
Los estudiantes me previnieron
que iban a extraer el cerebro. Permanecí con ellos:
a veces soporto lo siniestro sin perturbarme demasiado.
No hay sofisticación instrumental para retirar un cerebro,
una modesta sierra de carpintero
cortó el cráneo a la altura de las sienes,
luego sumergieron el órgano mítico en un frasco lleno de formol.
Yo me dediqué a observarlo, solo, en otra mesa
mientras los estudiantes seguían cotejando su denso libro con el muerto.
Sorpresivamente
una burbuja brillante brotó del interior del cerebro
como un mensaje venido de la otra margen,
y no había boca que lo pronunciara.
No había boca.
La burbuja, muda, se deshizo en ese aire levemente podrido.
El lenguado
Soy |
Gonzalo Unamuno nació en Buenos Aires, en 1985.
Es autor de los libros:
-De otra luz (Poesía 2007)
-El vermú de la gente bien (Cuentos 2009)
-Distancia que nadie ocupará (Poesía 2011)
Actualmente dirige la colección Nuevo Orden, de la editorial Milena Caserola, y conduce el programa de radio sobre literatura contemporánea Guardia con la joven.
Poemas.
Los días de ella
Por alguna razón es martes, otro,
con su cóctel de colores repetidos
con sus éstas otras cinco de la tarde y sigo haciendo nada.
Pienso que tal vez vaya a poder
con mi destierro de su piel imaginario,
la ensoñación donde un día cualquiera me adentro
cuando enrostro una calle con su cara.
Como el instante también del día ése,
en que fueron mis líneas en su búsqueda
para arrastrarla delante de mis ojos.
¿Somos?
¿Qué es esto, lo creado,
esta desesperanza sin dos que nadie espera?
¿Qué me niega inasible en la memoria,
la amarilla autonomía de su pelo?
¿Cómo ir del que siente al que ejecuta
sosteniéndome de pie en lo sentido?
Pudo ser otra, me convenzo, o miércoles.
Pero es martes hoy en que me encallo
sin posible en el bolsillo de mañana
sin haber en el hay de este presente.
Un martes más, otro, dan las cinco y sigo haciendo nada.
No hay ninguna moraleja en esto.
Me pregunto si voy a morir
antes de que suene el teléfono y sea ella,
o jueves, o viernes, o domingo.
Un beso de derecha conservadora
A los 20,
en esas tardes que volvés a tu casa
pensando que Hendrix es Dios
y Joplin su amante
y vos el sonidista de su estridente amor
que todo lo grandioso
que puede ocurrir en una vida
va a darse en la tuya,
-¿cómo que no, si tenés 20?-
yo escuché a uno decir
que detrás del mate está la CIA,
sí, la mismísima Central Intelligence Agency
y el mismísimo mate nuestro,
que por ahí venía el sicario imperialista
a estacionarnos bruto falo en el culo
que así llegaría el día final
y nosotros, negligentes, mate en mano,
cebaríamos la añoranza
de los días extintos de nuestra soberanía.
Así empezó, lo escuché clarísimo,
y llegamos a debatir los ahí presentes
-con una fluidez oral sin precedentes
para nuestro breve cabalgar biológico-
si las palomas conservadoras
apuntan su mierda al inodoro
en vuelo prolijo, militarizado, óptimo
y son las de izquierda las que cagan donde quieren
porque están fumadas y en huelga indeterminada
o porque van, altas en el cielo
debatiendo la aplicabilidad de El Capital en este siglo
los ecos de la resonancia de alguna Internacional
en tanto que las otras, las liberales, las pecho frío,
las rosqueras entreguistas y cipayas,
son las que tienen el martillo de las Cortes plumíferas
y las diputaciones y los gendarmes
y la sustancial relevancia de los doctos.
Pero seguro te pasó, pensálo bien,
que llegaste pecho inflado a tu casa,
después de una ilustre tarde de esas
-ay, tardes que quién no tuvo,
quién no hizo el gol de oro en esas tardes-
donde engripada y afiebrada tu mamá
te pidió un té con Sucaryl
y una manzana, por favor, si no es molestia,
y te tiró por la borda tu ilusión escénica,
tu instancia triunfal en Woodstock
el reconocimiento que advertiste
cuando te palmeó amigable el del quiosco,
o el que pasea al perro a la misma hora que vos
o ese sábado de noche, listo para salir,
cuando fluyó monocorde y sin preludios
el Jagger que tan bien dormía en tus adentros,
y te propusiste
la conquista marketinera del mengano en cuestión.
Pero caíste de pronto, de un golpe frío, certero,
y lo sabés campeón, porque es predecible,
no vas a enamorar a nadie con tu tesis,
con tu magro sueldo vencido por la inflación
con tu ahorrito para el viaje de verano,
la pascua, el feriado que agarra lunes,
o el día en que pillo engrupís al jefe,
y mucho menos , mucho
con la fatal dirección que tu destino obliga
(triste, solitario y final, detrás de algún mostrador
donde muy probablemente termines,
qué le sirvo le dirás a las viejas del algún norte
vamos pibe, que te están esperando,)
pucha, por qué tendrá que ser así, dijiste.
Me acuerdo de esas tardes,
que las tuve cuantiosas, si, las tuve varias,
pero de esa en particular,
donde la cosa se agravó solemnemente
cuando un muchacho dijo:
“No puede haber amor
en un beso de derecha conservadora”
lo dijo así sin más
con un dejo proletario en el acento
con un touch de trotskismo post Stalin
con el índice castrista haciendo úes.
Una frase con aciertos, imparcial y romántica,
sin simulada pasividad en la forma
sin oropeles disfrazando la excrecencia
que me lleva a pensar ahora que lo pienso
ahora que lo adelgazo gramo a gramo con minucia
que no hay margen de error aunque se busque,
que no hay yerros posibles en las tardes
en las que el mundo representaba todavía
una opción valedera ante la vida
porque intuíamos que íbamos a coger
y no solamente ser cogidos.
…………….
Mal por mí que otra vez
que como siempre
no contuve la verba escaladora
la prisa tan afuera de la pausa
mi ego sin compañera para el baile,
que no pude,
pésimo por mi, triste,
desdoblar la carta tan marcada
la aparente pulcritud de mis esquemas.
Pero anoche
por otro sí en la redundancia
estábamos célebremente ebrios,
rendidos a qué placeres mal supuestos,
solos en la luna de los locos,
y tu risa, créeme, era una urgencia.
……………….
Era Dolores cuando firmaba
pero en mis brazos
fue siempre Lolita
Nabokov
La misma imagen de futuro,
camino a él, sea el que sea,
nos sanciona con sus pérdidas.
Tal vez,
cuando emprenda el viaje del que me habla,
yo quede sin sentido
flotando en la duda,
como una amarra inútil.
(Hay un lenguaje explícito en la mudez
que esquiva las palabras,
y hay algo por lo que callar.)
La pérdida es lo natural
y a la vez el miedo a quedar un tanto huérfanos.
¿Se puede hablar de coraje ante la orfandad?
¿A qué responde la valentía
sino al temor de dar algo por perdido?
Ella le cantó una canción al padre
mientras moría,
y yo salí a la calle a ver cómo era el mundo
no estando el mío.
Fue el frío más cruel de nuestras vidas
que entonces no se cruzaban.
Ahora, con ella de este lado,
la orfandad,
sinónimo de liberación,
es nuestra victoria,
porque, como el amor,
radica en lo inevitable.
Lo restante
viene a ser un invierno apaleado
por el calor furioso de la piel de nuestras noches.
Leen:
Nadia Nahili Jarcovsky
Sebastián Realini
Ivan Moiseeff
Gonzalo Unamuno
Invitado Especial: Rodolfo Edwards
Canciones: BEDJI
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Por ejemplo la palabra “mariposa”. Para usar esta palabra no hace falta aligerar la voz, ni dotarla de pequeñas alas empolvadas, ni inventar un día soleado o un campo de narcisos, ni estar enamorado, ni estar enamorado de las mariposas. La palabra “mariposa” no es una mariposa de verdad. Está la palabra y está la mariposa. La gente tendrá todo el derecho a reírse de ti si confundes estos dos conceptos. No le des tanta importancia a la palabra. ¿Qué quieres transmitir, que amas a las mariposas con más perfección que nadie o que entiendes realmente su naturaleza? La palabra “mariposa” no es más que un dato. No te da pie a revolotear, elevarte, proteger las flores, simbolizar la belleza y la fragilidad o interpretar de alguna forma a una mariposa. No representes las palabras. No representes nunca las palabras. No intentes nunca despegar del suelo cuando hables de volar, ni gires la cabeza y cierres los ojos cuando hables de la muerte. No me mires con ojos ardientes cuando hables del amor. Si quieres impresionarme al hablar del amor, métete la mano en el bolsillo o debajo del vestido y acaríciate. Si tu ambición y tu hambre de aplausos te han llevado a hablar del amor, debes aprender a hacerlo sin desacreditarte a ti mismo ni lo que dices.
¿Qué expresión podría definir a nuestra época? Nuestra época no tolera expresión alguna. Todos hemos visto fotografías de madres asiáticas desoladas, así que no nos interesa la agonía de tus órganos achacosos. Nada de lo que puedas expresar con tu cara tiene parangón con el horror de nuestro tiempo. No lo intentes siquiera. Sólo merecerías el desprecio de los que han sido tocados en lo más hondo. Todos hemos visto noticieros con seres humanos embargados por el dolor y la desazón. Todos sabemos que comes como Dios manda y que hasta te pagan para que te subas a un escenario. Estás tocando para gente que ha vivido catástrofes, así que tranquilízate. Di las palabras, transmite los datos y hazte a un lado. Todos sabemos que sufres. No puedes contarle al público todo lo que sabes del amor en cada verso de amor que digas. Hazte a un lado: la gente sabrá lo que tú sabes porque ya lo sabía. No tienes nada que enseñarles. No eres más hermoso que ellos. Ni más sabio. No les grites. No fuerces una entrada en seco. Eso es sexo mal practicado. Si muestras el contorno de tus genitales, entrega lo que prometes. Y recuerda que, en el fondo, la gente no quiere acróbatas en la cama. ¿Qué necesitamos? Estar cerca del hombre natural, estar cerca de la mujer natural. No quieras ser un cantante venerado por un público numeroso y leal que desde siempre ha seguido los altibajos de tu carrera. Las bombas, lanzallamas y demás mierdas han destruido algo más que árboles y poblados. También han destruido los escenarios. ¿Acaso creías que tu profesión iba a escapar de la destrucción general? Ya no hay escenarios. Ya no hay candilejas. Estás entre la gente, por lo tanto sé modesto. Di las palabras, transmite los datos y hazte a un lado. Quédate solo. Quédate en tu habitación. No montes un número.
Se trata de un paisaje interior. Está dentro y es privado. Respeta la intimidad de tus textos, pues fueron escritos en silencio. La valentía de la interpretación es decirlos. La disciplina de la interpretación es no violarlos. Deja que el público sienta tu amor por la intimidad aunque ésta no exista. Sé una buena puta. El poema no es un slogan. No puede promocionarte. No puede fomentar tu reputación de sensible. No eres un semental. No eres un ladrón de corazones. Tanto gangster del amor y tanta tontería. Eres un estudiante de disciplina. No representes las palabras. Las palabras mueren cuando las representas, se marchitan, y no nos queda más que tu ambición.
Di las palabras con la precisión exacta con que comprobarías la ropa de tu colada. No te conmuevas con una blusa de encaje. Unas braguitas no tienen por qué ponértela dura. No tiembles al ver una toalla. Las sábanas no han de dibujar una expresión de ensueño alrededor de tus ojos. No hace falta que llores en el pañuelo. Los calcetines no están ahí para evocarte extraños y lejanos viajes. No es más que tu colada. No es más que tu ropa. No seas un mirón escudriñando a través de ella. Limítate a llevarla puesta.
El poema es mera información. Es la Constitución de la patria interna. Si lo declamas y lo hinchas con nobles intenciones, no eres mejor que esos políticos que tanto desprecias. No haces más que agitar una bandera y llamar patéticamente a la patriotería emocional. Piensa en las palabras como ciencia, no como arte. Son un informe. Es como si dieras una conferencia en la Federación de Montañismo. Las personas que te escuchan conocen todos los riesgos de la escalada, y te honran dando por sentado que lo sabes. Si se los pasas por la cara, estás insultando la hospitalidad que te ofrecen. Infórmales de la altitud de la montaña, describe el equipo que utilizaste, especifica el tipo de superficie y fija el tiempo que duró la escalada. No busques dejar al público boquiabierto. Si el público se queda boquiabierto, no será debido a tu apreciación de los hechos, sino a la suya. Tu mérito estará en la estadística y no en las inflexiones de tu voz ni en los ademanes enérgicos de tus manos. Estará en los datos y en la tranquila organización de tu presencia.
Evita las fiorituras. No temas ser débil. No te avergüences de estar cansado. Tienes buen aspecto cuando estás cansado. Parece como si pudieras seguir y seguir sin parar. Y ahora ven a mis brazos. Eres la imagen de mi belleza.
Leonard Cohen
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-7078-2011-06-05.html
Fuente: http://maldita-poeta.blogspot.com/