Gonzalo Unamuno nació en Buenos Aires, en 1985.
Es autor de los libros:
-De otra luz (Poesía 2007)
-El vermú de la gente bien (Cuentos 2009)
-Distancia que nadie ocupará (Poesía 2011)
Actualmente dirige la colección Nuevo Orden, de la editorial Milena Caserola, y conduce el programa de radio sobre literatura contemporánea Guardia con la joven.
Poemas.
Los días de ella
Por alguna razón es martes, otro,
con su cóctel de colores repetidos
con sus éstas otras cinco de la tarde y sigo haciendo nada.
Pienso que tal vez vaya a poder
con mi destierro de su piel imaginario,
la ensoñación donde un día cualquiera me adentro
cuando enrostro una calle con su cara.
Como el instante también del día ése,
en que fueron mis líneas en su búsqueda
para arrastrarla delante de mis ojos.
¿Somos?
¿Qué es esto, lo creado,
esta desesperanza sin dos que nadie espera?
¿Qué me niega inasible en la memoria,
la amarilla autonomía de su pelo?
¿Cómo ir del que siente al que ejecuta
sosteniéndome de pie en lo sentido?
Pudo ser otra, me convenzo, o miércoles.
Pero es martes hoy en que me encallo
sin posible en el bolsillo de mañana
sin haber en el hay de este presente.
Un martes más, otro, dan las cinco y sigo haciendo nada.
No hay ninguna moraleja en esto.
Me pregunto si voy a morir
antes de que suene el teléfono y sea ella,
o jueves, o viernes, o domingo.
Un beso de derecha conservadora
A los 20,
en esas tardes que volvés a tu casa
pensando que Hendrix es Dios
y Joplin su amante
y vos el sonidista de su estridente amor
que todo lo grandioso
que puede ocurrir en una vida
va a darse en la tuya,
-¿cómo que no, si tenés 20?-
yo escuché a uno decir
que detrás del mate está la CIA,
sí, la mismísima Central Intelligence Agency
y el mismísimo mate nuestro,
que por ahí venía el sicario imperialista
a estacionarnos bruto falo en el culo
que así llegaría el día final
y nosotros, negligentes, mate en mano,
cebaríamos la añoranza
de los días extintos de nuestra soberanía.
Así empezó, lo escuché clarísimo,
y llegamos a debatir los ahí presentes
-con una fluidez oral sin precedentes
para nuestro breve cabalgar biológico-
si las palomas conservadoras
apuntan su mierda al inodoro
en vuelo prolijo, militarizado, óptimo
y son las de izquierda las que cagan donde quieren
porque están fumadas y en huelga indeterminada
o porque van, altas en el cielo
debatiendo la aplicabilidad de El Capital en este siglo
los ecos de la resonancia de alguna Internacional
en tanto que las otras, las liberales, las pecho frío,
las rosqueras entreguistas y cipayas,
son las que tienen el martillo de las Cortes plumíferas
y las diputaciones y los gendarmes
y la sustancial relevancia de los doctos.
Pero seguro te pasó, pensálo bien,
que llegaste pecho inflado a tu casa,
después de una ilustre tarde de esas
-ay, tardes que quién no tuvo,
quién no hizo el gol de oro en esas tardes-
donde engripada y afiebrada tu mamá
te pidió un té con Sucaryl
y una manzana, por favor, si no es molestia,
y te tiró por la borda tu ilusión escénica,
tu instancia triunfal en Woodstock
el reconocimiento que advertiste
cuando te palmeó amigable el del quiosco,
o el que pasea al perro a la misma hora que vos
o ese sábado de noche, listo para salir,
cuando fluyó monocorde y sin preludios
el Jagger que tan bien dormía en tus adentros,
y te propusiste
la conquista marketinera del mengano en cuestión.
Pero caíste de pronto, de un golpe frío, certero,
y lo sabés campeón, porque es predecible,
no vas a enamorar a nadie con tu tesis,
con tu magro sueldo vencido por la inflación
con tu ahorrito para el viaje de verano,
la pascua, el feriado que agarra lunes,
o el día en que pillo engrupís al jefe,
y mucho menos , mucho
con la fatal dirección que tu destino obliga
(triste, solitario y final, detrás de algún mostrador
donde muy probablemente termines,
qué le sirvo le dirás a las viejas del algún norte
vamos pibe, que te están esperando,)
pucha, por qué tendrá que ser así, dijiste.
Me acuerdo de esas tardes,
que las tuve cuantiosas, si, las tuve varias,
pero de esa en particular,
donde la cosa se agravó solemnemente
cuando un muchacho dijo:
“No puede haber amor
en un beso de derecha conservadora”
lo dijo así sin más
con un dejo proletario en el acento
con un touch de trotskismo post Stalin
con el índice castrista haciendo úes.
Una frase con aciertos, imparcial y romántica,
sin simulada pasividad en la forma
sin oropeles disfrazando la excrecencia
que me lleva a pensar ahora que lo pienso
ahora que lo adelgazo gramo a gramo con minucia
que no hay margen de error aunque se busque,
que no hay yerros posibles en las tardes
en las que el mundo representaba todavía
una opción valedera ante la vida
porque intuíamos que íbamos a coger
y no solamente ser cogidos.
…………….
Mal por mí que otra vez
que como siempre
no contuve la verba escaladora
la prisa tan afuera de la pausa
mi ego sin compañera para el baile,
que no pude,
pésimo por mi, triste,
desdoblar la carta tan marcada
la aparente pulcritud de mis esquemas.
Pero anoche
por otro sí en la redundancia
estábamos célebremente ebrios,
rendidos a qué placeres mal supuestos,
solos en la luna de los locos,
y tu risa, créeme, era una urgencia.
……………….
Era Dolores cuando firmaba
pero en mis brazos
fue siempre Lolita
Nabokov
La misma imagen de futuro,
camino a él, sea el que sea,
nos sanciona con sus pérdidas.
Tal vez,
cuando emprenda el viaje del que me habla,
yo quede sin sentido
flotando en la duda,
como una amarra inútil.
(Hay un lenguaje explícito en la mudez
que esquiva las palabras,
y hay algo por lo que callar.)
La pérdida es lo natural
y a la vez el miedo a quedar un tanto huérfanos.
¿Se puede hablar de coraje ante la orfandad?
¿A qué responde la valentía
sino al temor de dar algo por perdido?
Ella le cantó una canción al padre
mientras moría,
y yo salí a la calle a ver cómo era el mundo
no estando el mío.
Fue el frío más cruel de nuestras vidas
que entonces no se cruzaban.
Ahora, con ella de este lado,
la orfandad,
sinónimo de liberación,
es nuestra victoria,
porque, como el amor,
radica en lo inevitable.
Lo restante
viene a ser un invierno apaleado
por el calor furioso de la piel de nuestras noches.
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