domingo, 16 de mayo de 2010

ALICIA GENOVESE





Alicia Genovese (1953) Nació en Lomas de Zamora, Pcia. de Buenos Aires.
Publicó: El cielo posible (El escarabajo de oro, 1977); El mundo encima (Rayuela, 1982); Anónima (Último Reino, 1992); El borde es un río (Libros de Tierra Firme, 1997); Puentes (Libros de Tierra Firme,2000); Química diurna (Alción, 2004). Ensayo: La doble voz: poetas argentinas contemporáneas (Biblos, 1998). Residió, a fines de los 80, en EEUU, donde se doctoró en Literatura Latinoamericana, en la Universidad de Florida. En 2002, obtuvo la Beca Guggenheim.



ANÓNIMA

vete Federico a la cruzada
si regresas
asaré carne de venado
y sonrreiré junto al fuego
al verte desgarrar
un muslo entre los dientes
tu barba crecida
con olor a pólvora


vete a mí me toca
raspar con arena
el tizne en la marmita
cuidar a los niños
de la fiebre azul
cuídate tu también
del escorbuto


ojalá tengáis tiempo
de inventar la penicilina

vete tranquilo
los hombres que se quedan
rimarán mi lamento
y mi dolor suspendido
de un gancho

como una res
o una brillante cacerola


(de Mujeres, Anónima, 1992)




PUERTO MADRYN

Arremangarse los vaqueros
que descalza
la playa se amolda
a los pies;
el mar es intratable
en la extensión fría, pero la arena
húmeda recibe
Resta un tramo de caminata
hasta los barcitos de la costa
y el mediodía invade el aire
con el olor a pescado
frito, fresco
La bajada trae
el alerta, el imprevisto
moverse de los cangrejos
y ráfagas heladas, impensables
para dormitar el cansancio;
anárquicas levantan
en la sequedad de los médanos
restallantes remolinos
Mientras encuentre plácida
esas andanadas
-se dice como quien
se mide en lo externo-
la carne no será crespuscular
La caparazón de un erizo
fráfil pero intacto
toca en su bolsillo,
una mesa afuera busca, dispuesta
a la intransigencia con el viento,
servilletas para escribir
o entrar a espiraladas sensaciones
Pero todavía, no se ha ganado
ese instante de compensación
punzante o maravilloso
que traspasa la simpleza;
nada aún sino el foco
sobre algunas acciones mínimas,
accesos que tientan
rugosos paralelos
Sólo el movimiento que ablanda
y desmarca
y deja que llegue
lo real, el mediotono inoculador
de la caminata y el día,
la escalera solar por donde reptan
sus animales nocturnos
Nada sino el tiempo sorbido
en los olores
en la erosión tangible de la playa;
nada excepto el momento
en que las cosas suceden.


(de Química diurna, 2004)



todo extraído de POETAS ARGENTINAS(1940-1960), ed. del Dock, 2006.

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