martes, 11 de diciembre de 2012

Yaki Setton



ANSCHLUSS

¿Cómo será acostarse en un mundo y levantarse en otro
a la mañana siguiente? En Brody o Zvorow, en Ischl o Lwów,
en Viena o Budapest las cosas deben haber sido iguales.
Las calles de barro y nieve son las mismas mientras el polaco, idisch
y alemán se siguen escuchando. También el pañuelo o la gorra
que cubre la cabeza, los capotes y polleras hasta el piso,
los campesinos en el mercado y los burgueses que compran.
Todo debía parecer igual pero ya nada lo era. Se respira el mismo aire,
se duerme en la misma cama, se siente el mismo frío en los pies
congelados, se escucha la misma música, se lee y se reza lo mismo
pero ya nada es igual aunque los sentidos nos digan lo contrario.
Se acaricia a quien se ama, se besan sus nalgas, se empapa su boca,
se agita el cuerpo hasta terminar complacido uno sobre el otro
como otras veces pero el mundo sigue sin ser el mismo.
¿Se puede volver a aquello que hemos perdido sin darnos cuenta?
Nos dormimos en el imperio austrohúngaro y despertamos en Polonia,
Checoslovaquia, Alemania, Italia... El 15 de Septiembre de 1935
en un bar de Berlín leíamos las leyes de Nüremberg: la ciudadanía
del Reich se limitará a los connacionales de sangre alemana o afín.
¡Nos sentamos alemanes, nos levantamos judíos! Con esfuerzo
y buena voluntad los soldados austríacos junto a sus colegas del Reich
levantan la barrera que separa un país germano del otro mientras la multitud
con banderas negras y esvásticas rojas espera ansiosa por las calles de Viena
el paso del descapotable para saludar con alegría a su amado fuhrer.

* * * * * * *

MUSELMANN

¿Es ese un hombre, el que se acerca tras el humo,
extremadamente flaco, la mirada apagada,
la expresión inerte, los ojos hundidos, la piel gris,
traslúcida y seca? ¿Es ese un hombre, mierda negra
y líquida por debajo de sus ropas, en los suecos
y que deja una estela maloliente de disentería
a medida que atraviesa la barraca? ¿Es ese un hombre,
postrado en la litera, debajo de otros cuerpos,
que apenas respira, apenas come, apenas se mueve,
apenas es un hombre? Es un muselmann (Auschwitz),
es un gamel (Majdanek), un kretiner (Dacha),
un krüpel (Stutthoff), un Schwimmer (Mauthausen),
un kamele (Neungamme), una muselweiber
(Ravensbruck). Es una voz que no habla, ojos
que no miran, oídos que no escuchan, esqueleto
que camina y no siente los golpes frenéticos del SS
en los edemas de sus glúteos, en los testículos, en el cuerpo
exangüe que cae sobre sus propios excrementos.

* * * * * * *

IZCOR

Cavamos una fosa en los aires
no se yace ahí estrecho
Paul Celan

I
Nos miramos a la cara, nuestros labios apenas se mueven
y las plegarias van por dentro. No queremos
olvidar ningún nombre pero inevitablemente ocurre
y se hace el vacío de alguien que nos reclama digamos
su nombre aunque ya es tarde mi vida o ya es tarde
pequeño, tu voz tu llanto se irán solos a la tumba
y nadie sabrá de vos, de tus amores, tu madre,
tus maestros o tus compañeros de fábrica. ¿Qué pasa
si no hay quien escriba o pida por el otro? El desafío
es mantener el recuerdo de aquellos que ya no están
como si aún estuvieran porque cada uno busca al que vele
por su propio recuerdo y repita el nombre sin parar

como un mantra que convierte esa melodía de vocales
y consonantes en un murmullo propio e irrepetible
para que nadie sobre la faz de la tierra pueda dudar
de su existencia.

II.
¿Hasta cuando durará tu borrachera? digo
mientras de mi boca surgen los nombres de aquellos
que agonizan con sus labios secos, el pelo
arremolinado y pegajoso. Las letras que forman sus nombres
son un licor que me embriaga con retraso hasta
casi perder el conocimiento, hasta ver sus cuerpos
fantasmales acercarse: conozco sus nombres
pero no puedo nombrarlos, me cubro la cabeza
como mi padre, levanto la cara, pero nadie me aguarda
salvo el espanto de saber quiénes son mis muertos
y así derramo lágrima sobre lágrima hasta que secos
quedan mis ojos.

III.
El muro liso se erige ante mí. ¿Soy yo el deudo
de algún muerto por quien tenga que quedarme aquí
en este templo a cielo abierto? El aire tibio seca mi boca
mientras en mi mente suena: recuerde Dios el alma
de mi madre o de mi padre, la antigua plegaria
que empiezo a recitar para mí sin respuesta. Digo
y repito sus nombres en voz baja que caen y golpean
como piedritas blancas sobre mortajas de tumbas siempre abiertas
para muertos recién muertos cubiertos con tierra fresca
desde toda la eternidad.

IV.
Hoguera, cámara de gas, submarino, cepo,
fusilamiento, pentotal, crematorio,
guillotina, horca, progrom, garrote vil, picana
silla eléctrica, empalamiento: de Argel a Guantánamo,
de Krematorium II al Río de la Plata, de Melilla

a Breedock, de Rutschuk al café Torunon,
de Vallegrnade a Campo de Mayo, de Orán
a Dublín, de Dacha a Erzingan, de Le Casbah
a Shatila, de Alepo a Mosul, de Sing-Sing a Bagdad...

V.
¿La sangre fresca es negra o roja en la nieve?
¿Las fosas comunes se cubren a mano
o con palas mecánicas? ¿Se ven desde la orilla
los cuerpos arrojados al fondo del mar? ¿El humo
que sale por la chimenea de los crematorios flota
o decanta? Los campos de Marte junto con la tierra
fresca de nuestros cementerios están siempre ávidos
por recibir nuevos muertos con nombre y sin nombre
como un infinito memorial.


Poemas del libro NOMBRES PROPIOS

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