La desaparición de Talita Kumi
¿No voy a
acariciar más tus orejitas suaves de color
té con leche?
¿y tu barbita feroz y el flequillo rebelde
que te oculta
los ojos? ¿tus piernas elegantes y erguidas
y esas
caderitas que te gusta las friegue y al lomo
donde se
aposentan las pulgas? ¿no vendrás a dormir
junto a mis
costillas ahora que refresca y llega el otoño?
¿no te
comerás los trocitos de pollo que guardo para vos
ni veré tu
dormir tranquilo con la pata levantada
o el gemido
del sueño que de tanto en tanto te ataca?
¿no oiré tus
ruiditos por la casa ni esa manera de venir
a saludarme
esté donde esté de vez en cuando? ¿ni felices
saldremos a
caminar por el sendero verde de la isla,
vos
chocándote con mis piernas en estos meses de ceguera?
La casa está
vacía y yo, una bolsa vieja que se llena
con mis
lágrimas, Talita Kumi, que escapaste al monte
o caíste al
río a las siete de la tarde del día once
de abril
cuando cortaba una caña de ámbar reluciendo
blanca en el
costado de Appensel como una tentación
de las flores
al anochecer. Te he buscado noche y día
mi bebé, mi
amiga, mi familia como siempre te decía
te acordás?
Te he llamado en voz alta, bajito y entre lágrimas
y te llamo
por escrito de todas las maneras en que sé
y ahora
siento que estás lejos y no te veré acercarte, sucia,
asustada y
alegre como otras veces en tus escapadas
monteras entre
los cuises y comadrejas, ¿qué deshace
Shiva?,
deshaceme a mí, no a ella, mi inocente o acaso
desaparecés
en tu ley, Talita Kumi, y libre de la rienda
que siempre
te protegía, con ella a cuestas pero libre
al fin, la
rienda roja, pequeña reina mía, mi Aquiles
diminuto… tus
aventuras son leyendas por aquí…
Me habían
prometido dieciocho años juntas, ¿habrás
soportado el
agua fría de la noche, los días sin
comer en el
monte? No sé, no sé, que no sufras, compañera,
para eso estoy yo…
La aparición de Talita Kumi
Río y no me
salen las palabras frente a vos,
Talita Kumi,
las patas
embarradas y sangre en las orejas
estás de
vuelta
en casa, tres
días sin comer perdida en los juncales
del río al
frente
y como loca
te acaricio secándote
la rienda
roja
sucia de
barro y nadie me entiende como si fuera
una Casandra
que dice
sortilegios de alegría y de amor
mi campeoncita
nadaste contra
corriente y sos mi adalid
mi heroína
de odisea
salvándote del mal y las sirenas
por tu fuerza
y tu sublime
inteligencia, pequeña mía
cómo te amo
como agradezco
a Shiva y a todo el panteón
que nos da
una chance
de volvernos
a juntar en esta orilla que ahora
brilla en tu
presencia,
y sin que
medie nada te vas a tu canasta
para dormir
hasta mañana
y recién entonces me lamés
la cara,
misión
cumplida dice
la inocente austera, afuera
de la noche y
el mal…
No hay comentarios:
Publicar un comentario