miércoles, 10 de enero de 2018

Patricia Fadón



Los alambrados

Hay un camino
donde el pasto es más corto 
desemboca acá
en estos pequeños árboles
que algún día con suerte serán grandes.

Luego el alambrado marcando el límite
y más allá del alambrado
el paisaje sin árboles cambia
constantemente
aunque se trate de plantas
es como si el maniobrar de los hombres
apurara a la naturaleza
pareciera que no le dan descanso.

A veces la tierra desnuda
revuelta untada
con algo que no huele bien
luego las plantitas asoman ya hechas
porque la semilla en otro lado germinó
las riegan, las cubren
matan los insectos con pulverizador
sostienen las plantas con ramas derechas y
a veces las cubren con túneles blancos
perfectos, para protegerlas del frío y la helada.

Hacia la derecha, tras el otro alambrado
todo es diferente
desde hace algún tiempo
a esa tierra no se le ha hecho nada
ningún ser humano camina nunca por ahí
ni siquiera podría hacerlo porque la naturaleza
ha crecido sin ninguna intervención
y en ese crecer natural los cardos
son ahora lo que más abunda.
 
En este momento del año
donde el invierno está en todo su apogeo
las siluetas flacas pinchudas
y grises de los cardos se alzan  
como vigilantes en toda la extensión del terreno
reinado de cuises, perdices
liebres, lechuzas y otros bichos
ahí la tierra descansa, encierra misterio
contagia tranquilidad.

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