martes, 17 de mayo de 2011
domingo, 15 de mayo de 2011
Presentación Libro CASA DE VIENTO - Osvaldo Bossi

Presentación Editorial - por Martín Maigua
· Presentación del libro a cargo de Andi Nachón y Anahí Mallol
· Diapositivas y audiovisuales “Casa de viento” - por Lucas Moreno y Juan Cruz Sánchez
· Lectura a cargo del autor
· Vernissage
Casa de viento es el quinto título que presenta Editorial Nudista dentro de su catálogo. Se trata de una exquisita selección de la obra poética, realizada por el autor. El libro contiene un CD con lectura de los poemas, a cargo del mismo Osvaldo Bossi. En el prólogo, Silvio Mattoni refiere: Respirar, suspirar, expirar cuando parece que tocamos y somos tocados, ante la inminencia del contacto, son modos espirituales, maneras del viento. ¿Y acaso no proviene de esa gama de palabras la vieja inspiración poética? Movido por una pasión, guiado por una maestría expresiva y un sobrio despliegue narrativo, atento a lo que respiró a su lado, el poeta Bossi encuentra el aliento que lo hace escribir, ese movimiento continuo de un aire mental que sopla en las palabras y las vuelve eficaces. Bossi, como el coyote, “podría haber buscado/ el consuelo de las palabras”, pero prefiere dirigirse a la vida misma, a lo que pasa, a las palpitaciones incesantes de un cuerpo en contacto con otros, aun cuando eso lo aleje de aquello mismo que sigue persiguiendo.
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Acerca de Osvaldo Bossi
Vive en Caseros, provincia de Buenos Aires y es autor de los siguientes libros de poemas: “Tres” ( Bajo la Luna, 1997), “Fiel a una Sombra” (Siesta, 2000), “El muchacho de los helados y otros poemas” (Bajo la Luna, 2006), “Ruego por el Tornado” (Sigamos enamoradas, 2007), “Del Coyote al Correcaminos” ( Huesos de Jibia, 2007), y en narrativa, la editorial Bajo la Luna, en su colección Breves y buenos, acaba de publicar su primera novela, “Adoro”. Obtuvo el primer premio en el Concurso literario “Córdoba 2009” con su obra “Esto no puede seguir así”. Dedicado a la tarea de formación en el campo de la escritura, coordina talleres de poesía en el Centro Cultural Ricardo Rojas y en forma particular.
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Nudista es un proyecto editorial y de producción cultural, autogestionado, que nació en Córdoba en junio del 2010. Hasta el presente ha publicado los títulos: Despiértenme cuando sea de noche (cuentos – Fabio Martinez), 1027 (poemas – Eloísa Oliva), El mundo no es más que eso (poemas – Martín Maigua), y Vida en común (poemas – Pablo Natale).-
Más información en www.editorialnudista.blogspot.com
Evento en Facebook:
http://www.facebook.com/event.php?eid=100710133351997
miércoles, 11 de mayo de 2011
Lucas Soares
y pensé en el trabajo de los enfermeros
que cuidan a esos bebes tan chiquitos
trepados a un soplo de vida
en ese mundo de incubadoras
y tubos fluorescentes
un pequeño susto
en la más plena
visión de lo prematuro
la noche que a ese bebé
le subió la bilirrubina
y lo metieron en la lámpara con gafas
junto con un compañero de cuarto
coreano al que los padres
le pusieron miguel ángel
*
hoy es un día muy oscuro mi amor
hubiera preferido no levantarme
el curso de azafato me tiene muy nervioso
sobre todo esta fase interminable de entrevistas
sabés el cambio de vida que significaría
poder hacer pie en una profesión en alza
el local ya no da para los dos, además
vender antigüedades cuando lo que a mí
más me gusta es estar en el aire, ayudar a los pasajeros
hablar con los pilotos, extrañarte en las alturas
pero hoy me levanté devastado, quizá sea
el presentimiento de que no voy a aprobar
en la última entrevista me hicieron
dibujar un animal y yo
hice un perro porque me acordé de lobito
se los dibujé tal cual era pero dije que tenía
treinta años cuando me preguntaron su edad
*
me quedé mirando el ritmo
irregular de tu respiración
y el triángulo
dormido de tu cara
la poca luz de la calle
que filtraban las hendijas
hacía que apenas dijera sí
la cabeza de la geisha
dentro de su cajita
de plástico transparente
la tele muda pasaba un programa
de entrevistas a viejas vedettes
que se llamaba “dónde estabas
cuando volvió perón”
Lucas Soares - (Buenos Aires, 1974) es Doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Docente de Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y en el Centro Cultural Ricardo Rojas (UBA). Autor del libro Anaximandro y la tragedia (Biblos, 2002), Platón y la política (Tecnos, 2010), y de artículos y ensayos sobre la relación entre poesía y filosofía. En poesía publicó El río ebrio (Paradiso, 2005), El sueño de las puertas (Alción, 2007) y Mudanza (Paradiso, 2009). Poemas suyos aparecieron en diversas publicaciones impresas y virtuales. Desde el 2008 organiza, junto con Hernán Lucas y Esteban Bieda, las noches “Humbert Humbert” de literatura y música.
GOLPES (Muestra de fotografía x Diego Levy)
Golpes from diego levy on Vimeo.
Fotogalería: Presentación de la muestra Golpes, de Diego Levy |
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“Me gusta el Boxeo. Soy de los que lo consideran un deporte de alto rendimiento, y con reglas claras. Durante unos años lo practique con un entrenador que me incentivaba con frases como: “Los golpes no alimentan” o “Téngale bronca al cuerpo”… Por alguna razón siempre me quedaron grabadas esas frases, así como también el rostro de mi entrenador, tallado por los golpes.
Golpes es una serie de retratos de estos hombres que han dedicado sus vidas a este noble y sacrificado deporte. El conjunto de retratos suma historias en esas huellas. La quietud y la aparente serenidad en esas grietas nos muestran un pasado tormentoso. Los golpes fueron detenidos en el tiempo. Además de la inevitable reflexión, el objetivo es rendir un homenaje a estos notables y valerosos luchadores que casi siempre dejaron todo y con demasiada frecuencia se quedaron sin nada.”
Diego Levy
Diego Levy nació en Buenos Aires en 1973 y se dedica profesionalmente a la fotografía desde 1991. En 2001 ganó el primer premio del Concurso Nuevo Periodismo, otorgado por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, presidida por Gabriel García Márquez. En 2005 y 2007 recibió becas del Fondo de Cultura de la ciudad de Buenos Aires. En 2008 fue distinguido con el Gran Premio Adquisición del Salón Nacional de Artes Visuales. En 2009 su proyecto Choques recibió el primer premio en la Feria de libros de Autor en el festival Fotoseptiembre 09 de México. En 2010 recibió una Beca del Fondo Nacional de las Artes y el primer premio del Concurso Fotografía del Bicentenario. Es autor de los libros Sangre (Retina editores, 2006) y Choques (Centro de la Imagen, México, 2011). Vive y trabaja en Buenos Aires.
Sergio Victor Palma
.
hay veces
en que la poesía puede aparecer
en los golpes al vacío
de un viejo boxeador
.
.
jueves, 5 de mayo de 2011
temperley, presentación de Osvaldo Bossi
1.-
Apenas una palabra cae, atrapada por el campo magnético de la poesía, todo se transfigura. Y sobre todo, el sentido, esa ilusión de continuidad que solemos buscar entre la cosa y el nombre que la representa. La palabra Temperley, por lo tanto, que da título a este primer libro de Patrico Foglia, no podía ser una excepción. Alude a una localidad, a un remotísimo equipo de fútbol cuya camiseta es blanca, con una franja transversal de color celeste, y a un poeta más o menos famoso que, cada vez que venía de comulgar, decía, a la manera de los místicos, estar en éxtasis. Vengo de comulgar y estoy en éxtasis, decía ¿se acuerdan? Y ahora, misteriosamente, a este libro, y adentro de este libro, a un poema en particular, donde un niño decide romper definitivamente con esa palabra (Temperley) y aventurarse, convertido en un resplandeciente astronauta, en el espacio exterior.
Como si las palabras nunca terminaran de solidificarse, y al entrar en contacto con nuestra boca, se transformaran en algo que no podemos definir, salvo por la repetición en voz alta de ese sonido, que acarrea sentido, y que es la base de todo poema. La palabra Temperley, entonces, como una polifonía, como un espejo que nos devuelve una imagen de nosotros mismos, también multiplicada, como la de ese poeta que es una localidad del conurbano bonaerense, que es un equipo de fútbol y es, además, cuando acercamos el oído, ese monstruo plural, donde la palabra tiempo y la palabra ley resuenan de una manera inconfundible.
De ahí la sensación de ruptura, de batalla campal que se respira, de una manera o de otra, a lo largo de todo el libro.
2.-
Escapar del barrio, escapar de la casa de los padres, de las leyes del tiempo y del espacio (y sobre todo de la ley, a secas) convierten este libro en un intento —pequeño o inmenso, según se lo mire— de insurrección, donde un niño poeta se ve envuelto, desde la primera página hasta la última, en toda clase de batallas imaginarias. Como si este chico hubiera quedado encandilado con La guerra de las galaxias, o mejor aún: como si hubiera leído, palabra por palabra y en sueños, ese maravilloso poema que algunos confunden con un libro de ciencia ficción y que se llama Las crónicas marcianas. De cualquier forma, este niño decide ser un astronauta (o un poeta, para el caso es lo mismo) y alejarse lo antes posible de la realidad, como si el mundo, tal cual lo reconocemos, fuera el verdadero escenario de ese relato de ciencia ficción.
Como el poema que abre este libro (Locutorio, se llama) donde el muchacho que atiende, doce horas al día, ese castillo de la incomunicación, que es un locutorio, se ve convertido, de pronto, en una caja de vidrio transparente, una cabina de carne y hueso, sin voz ni voto, a quien, indiscriminadamente, le preguntan: puede ser una cabina? / puede ser / una cabina? A lo cual, él responde: puedo, creo que puedo / y de verdad soy una cabina / con su cuadrada transparencia… De esa alienación, al deseo de ser un astronauta, hay un paso, y este muchacho niño, este astronauta poeta, afortunadamente lo da.
Como ejemplo, quisiera leerles el primer fragmento de Temperley, que es, si no me equivoco, un momento culminante del libro, cuando el héroe, después de esa inquebrantable cuenta regresiva, despega de la realidad y se sumerge en ese viaje lunar y desesperado, donde el espacio exterior y el espacio interior se confunden:
comenzando ignición en tres
dos
uno
la nave avanza,
puede sentirse el furor
del despegue, el fuego
concentrado en instantes
que apuntan a la luna
y a mí
me quema pensar
cuántas cosas van quedando
atrás, abajo
después de la tierra arrasada
En estos primeros versos ya está el núcleo de lo que vendrá después: La tierra arrasada por el fuego, el fuego de los pensamientos, el furor del despegue: todo ese dispositivo que pone en marcha la decisión de dejar atrás una palabra, esa sola palabra, Temperley, con todo lo que significa.
3.-
La tercera parte del libro, que lleva por título la fecha 1982, es un descenso brusco a la realidad, un aterrizaje forzoso en medio de unas islas “demasiado famosas”, según Borges, y una correspondencia fantasma entre dos muchachos que llevan el mismo nombre y trafican, en medio de ese delirio -a todas luces suicida- su propio delirio de amor. Sin embargo, entre los estallidos de polvo y pólvora, la anécdota se vuelve borrosa, o se deposita, fragmentariamente, aquí y allá, como los restos de una experiencia cercana, y al mismo tiempo lejana, y hasta alucinatoria. Como si esos dos muchachos fueran, en definitiva, uno solo, y el sobreviviente buscara en el otro, el muerto, algún tipo de verdad que le permitiera seguir.
Voy a leerles uno de esos fragmentos escrito de un lado y otro de la misma trinchera:
alguna mañana
enciendo la radio a transistores
el único sobreviviente feliz de este conflicto
y aunque no me creas, te busco en coordenadas
que después entiendo imposibles
y me tropiezo con la fritura en los parlantes, esa
espesa lluvia
no hace más que disiparte
y se transforma en discreta agonía
ese avance de la penumbra
que combato alucinado
Del Locutorio deshumanizante del primer poema, al deseo de ser astronauta y viajar a la luna, a este combate cuerpo a cuerpo de los chicos de la guerra, entre la realidad y la ficción, la urgencia del yo lírico apoderándose de las escaramuzas del yo biográfico, con una mezcla de Guerra de las galaxias y La Batalla de San Lorenzo, Temperley es un libro íntimo y al mismo tiempo social. Pero social en el sentido que sólo pueden serlo los libros verdaderos: sin forzar los temas, sin mimetismos, sin pancartas.
Libro, por eso mismo, de una extraña unidad, sencillo y complejo a la vez. Sencillo, porque el lenguaje se desliza con fluidez, sin tropiezos; con escasos, casi invisibles efectos retóricos. Complejo, precisamente porque esa transparencia nos permite ver su trasfondo: ese núcleo de oscuridad, o de noche, que según Margaritte Durás, contienen los libros que importan.
Espero que se acerquen a leerlo. No lleva la impronta de ninguna moda ni de ninguna escuela literaria. Y esto, aunque parezca superfluo, es un gran mérito tratándose, como en este caso, de un primer y personalísimo libro de poemas.
Osvaldo Bossi
Abril de 2011
domingo, 1 de mayo de 2011
1° de Mayo
Se anunciaban dos actos obreros: uno organizado por la Unión General de Trabajadores (socialistas); el otro, es el de la FORA (anarquista) que invita a la concentración en Plaza Lorea para marchar por Avenida de Mayo, Florida hasta Plaza San Martín y de allí por Paseo de Julio hasta la Plaza Mazzini.
Con los socialistas no va a pasar nada, ya es sabido, pero... ¿y con los anarquistas?
(...)
Enseguida después de mediodía la Plaza Lorea comienza a poblarse de gente extraña al centro: mucho bigotudo con gorra, pañuelo al cuello, pantalones parchados, mucho rubio, algunos pecosos, mucho italiano, mucho ruso, y bastantes catalanes. Son los anarquistas. Llegan las primeras banderas rojas: ¡mueran los burgueses! ¡guerra a la burguesía! Son los primeros gritos escuchados. (...) A las 2 de la tarde la plaza ya está bien poblada. Hay entusiasmo, se oyen gritos, vivas, cantos y un murmullo que va creciendo como una ola. (...)
En Avenida de Mayo y Salta se detiene de improviso un coche. Es el coronel Ramón Falcón, jefe de policía. La masa lo reconoce y ruge: ¡Abajo el coronel Falcón! ¡Mueran los cosacos! ¡Guerra a los burgueses!
Falcón se yergue. Su rostro impasible mide a la masa. No es un gesto de cinismo ni de compadrada. En ese momento está calculando las fuerzas enemigas, como un general en la batalla. Falcón es un militar de los de antes, un sacerdote de la disciplina. Severo, impertérrito, incorruptible. "Es un perro", dirán los subordinados que pertenecen a la categoría de los flojos. (...)
Ahí está el hombre enjuto, sin carnes, de mirada de halcón frente a esa masa que a su criterio es extranjera, indisciplinada, sin tradiciones, sin origen, antiargentina.
Los insultos caen sobre el rostro de Falcón como una lluvia fina que apenas lo moja. Hay oficiales que se muerden los labios de rabia por no poder emprenderla a palos con la turba. Falcón habla brevemente con Jolly Medrano, jefe del escuadrón de seguridad, y se retira. Minutos después ocurre el choque. Como siempre, las versiones serán contradictorias. La policía dirá que fua atacada por los obreros y los obreros dirán que la represión comenzó sin previo aviso. Pero lo cierto es que el resultado es una de las más grandes tragedias de nuestras luchas callejeras. Alguien prende la mecha y dispara un tiro. Se desata el tiroteo. Se lucha a balazo limpio. Ataca la caballería. Los obreros huyen, pero no todos. Hay algunos que no retroceden, ni siquiera buscan el refugio de un árbol. Lucha a cara limpia. Es una época donde son muchos los trabajadores que quieren ser mártires de las ideas. Después de media hora de pelea brava la plaza queda vacía. El pavimento está sembrado de gorras, sombreros, bastones, pañuelos... y 36 charcos de sangre. Son recogidos tres cadeaveres y 40 heridos graves. Los muertos son: Miguel Bech, español de 72 años, domiciliado en Pasco 932, vendedor ambulante; José Silva, español, de 23 años, Santiago del Estero 955, empleado de tienda, y Juan Semino, argentino, de 19 años, peón de albañil. Horas después morirán Luis Pantaleone y Manuel Fernández, español, de 36 años, guarda de tranvía. Los heridos son casi en su totalidad de nacionalidad española, italiana y rusa.
(...)
Y es justo a la salida de un cementerio -pero el de la Recoleta- en donde tendrá lugar el segundo acto del drama. El coronel Falcón vuelve en su carro luego de haber asistido a las exequias de su amigo Antonio Ballvé, director de la Penitenciaría Nacional y viejo funcionario policial. Falcón está apesadumbrado pero no es hombre flojo. (...)
El coche sigue avanzando (...) Ahora ha tomado por la avenida Quintana. (...) Al lado de Falcón va el joven Alberto Lartigau, de 20 años de edad, único varón de una familia de nueve hijos, y que ha sido puesto por su padre como secretario privado de Falcón para que al lado de éste "se haga hombre".
Desde la tragedia de la Plaza Lorea, en mayo de este año, muchas son las amenazas que se ciernen sobre Falcón. Los anarquistas lo han señalado como a su principal enemigo. Y todos saben como se las gastan los anarquistas. Pero Falcón no teme. Va a todos lados sin custodia.
(...)
El coche ya dobla por la avenida Callao rumbo al sur. Y es en ese momento que dos hombres -el chofer José Fornés, que conduce un automóvil detrás del coche de Falcón, y el ordenanza Zoilo Agüero del ministerio de Guerra- observan que un mocetón de aspecto extranjero comienza a correr a toda velocidad a trás del carruaje del jefe de policía. Lleva algo en la mano. ¿Qué habrá pasado, se habrá caído algo del coche y el muchacho quiere devolverlo? ¿Por qué no grita para llamar la atención? Pero ahí ya está la verdad. Al doblar el coche, el desconocido se acerca en línea oblícua y arroja el paquete al interior del mismo. Medio segundo después la terrible explosión. El terrorista mira para todos lados y comienza su huída hacia la avenida Alvear.
Después del primer momento de sorpresa, Fornés baja del coche y secundado por Agüero comienza a correr al desconocido, que les lleva unos 70 metros. Dan grandes voces y se les van engrosando más perseguidores, entre ellos los agentes Beningno Guzmán y Enrique Müller. El perseguido corre desesperadamente, quema todas sus fuerzas para ganar un metro de distancia, sabe muy bien que la gente lo linchará o lo matará a tiros. Ya siente el gusto de la muerte en la lengua y en los pulmones que le revientan de fatiga. Dobla por avenida Alvear y ve una obra en construcción. Hacia ella se dirige como si hubiera encontrado un refugio, un nido donde esconder por lo menos su cabeza. Se para. Ya tiene encima a sus perseguidores. Saca un revólver y comienza a correr nuevamente. Y así a la carrera se dispara un tiro sobre la tetilla derecha y cae redondo sobre la acera.
Falcón es de los que saben morir. El también ha ido en el coche al muere. Los anarquistas saben preparar bombas y ésta no ha fallado. Ha sido lanzada con maestría. Ha caído a espaldas del cochero y a los pies de Falcón y Lartigau. (...) Ha sido un ataque cobarde, por la espalda. Por adelante tal vez nunca se hubieran atrevido. Falcón siempre creyó que su cara y su mirada de halcón pararían la mano de cualquiera que atentara contra su vida. Pero es que ni le han dado la voz de alto. Ni siquiera él ha podido decir: "¡soy el coronel Falcón!". (...)
Falcón no pierde el conocimiento. Tirado sobre el colchón que le han traído señala con ademán autoritario que lo atiendan primero "al joven Lartigau". A la pregunta de los curiosos responde: "No es nada, ¿hubo más heridos?". La sangre que pierde es mucha. (...)
Llega la ambulancia, lo trasladan (...) pero ya es tarde, Falcón está ya casi vacío de sangre. No aguanta el shock traumático y expira a las 2 y cuarto de la tarde.
La juventud de Lartigau se defiende más. (...) Aguanta hasta las 8 de la noche.
Los dos serán velados en el departamento central. Pocas veces Buenos Aires asistirá a una expresión de duelo tan grande. Con delegaciones policiales de todo el país y del exterior. El Ejército Argentino y la policía lo han tomado como una afrenta. Y por eso para ellos no habrá jamás perdón para el asesino. (...)
El terrorista también ha caído en la calle. Pero lo levantan del pelo y de la ropa. Lo dan vuelta y lo acuestan cara al sol. Es desagradablemente blanco, el pequeño bigote es rojizo, medio lampiño, las facciones huesosas, mandíbula de boxeador, ojos aguachentos y las orejas grandes tipo pantalla. Indudablemente es un ruso, un anarquista, un obrero. Ahí está tirado, resollando como un chancho jabalí cercado por los perros. Lo insultan. Le dicen "ruso de porquería" y algo más. El tiene los ojos bien abiertos, asustados, esperando recibir la primera patada en la cara. Está perdido y por eso no pide perdón sino que grita dos veces seguidas: : "¡Viva el anarquismo!'. Cuando los agentes Müller y Guzmán le dicen " ya vas a ver lo que te va a pasar", responde en un castellano quebrado y gangoso: "No me importa, para cada uno de uistedes tengo una bomba".
(Así comienza la investigación histórica de Osvaldo Bayer, Simón Radowitzky, ¿ Mártir o Asesino ?, que también aparece en el libro de Bayer, LOS ANARQUISTAS EXPROPIADORES, que seguramente puede conseguirse en la F.L.I.A. )
.....
Pasa sus primeros tiempos de condena en la Penitenciaría Nacional de la Av. Las Heras y Coronel Diaz (donde hoy hay una muy bonita plaza), hasta que el movimiento anarquista organiza una fuga (ver película LA FUGA), que originalmente estaba pensada para rescatar a Simón. Algo falla, la fuga se realiza, pero sin Simon. Cierran la Penitenciaría, y a Simón lo mandan al penal de Ushuaia, donde pasa 21 años, hasta que en 1930 es indultado por el gobierno de Hipolito Yrigoyen, pero con la condición que se vaya del país. Se va a Uruguay, sigue activando en el movimiento anarquista, hasta que se va a pelear en la guerra civil española, enrolado en las brigadas internacionales. Luego pasa sus últimos días en México, donde fallece en 1956.
.....
“Yo integro, pese al encierro, la familia proletaria”
Simón Radowitzky , desde la cárcel del fin del mundo (Ushuaia)
ni la lengua en que escribo.
He matado, he morido,
tantas vidas he tenido.
Yo no sé
si lo que pervive es el anarquismo
o es el coronel
el que tiene su escuela.
¿ Acaso lo he matado ?
¿ He morido ?
Yo no sé
el Perro es estatua,
y yo soy el que duda.
* * *
Fue perro por fiero,
coronel al que creen, obedecen.
¿ Y si hubiera sido de los nuestros ?
Yo no sé
si he matado por la espalda,
o la muerte siempre es de cobardes.
Ni tampoco
si fue la burocracia, o fui gato de mil vidas.
¿ Cuándo uno es adulto ?
¿ Cuál es la edad en que la muerte se tolera?
* * *
He sido un gato
corriéndole al perro.
He sido rata
en la basura del presidio.
He sido un niño que mata,
un hombre muy niño.
Y dicen que fui bandera,
un cuadro en las paredes.
¿ Ha servido ?
Yo no sé,
tan sólo
he sido un herrero.
¿ Fui digno ?
He matado,
he morido.
¿ He vivido ?
Yo no sé
al menos he gritado
viva el anarquismo.