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miércoles, 30 de noviembre de 2016
Gioconda Belli
LOS PORTADORES DE SUEÑOS
En todas las profecías
está escrita la destrucción del mundo.
Todas las profecías cuentan
que el hombre creará su propia destrucción.
Pero los siglos y la vida
que siempre se renueva
engendraron también una generación
de amadores y soñadores,
hombres y mujeres que no soñaron
con la destrucción del mundo,
sino con la construcción del mundo
de las mariposas y los ruiseñores.
Desde pequeños venían marcados por el amor.
Detrás de su apariencia cotidiana
Guardaban la ternura y el sol de medianoche.
Las madres los encontraban llorando
por un pájaro muerto
y más tarde también los encontraron a muchos
muertos como pájaros.
Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas
y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos
por un invierno de caricias.
Así fue como proliferaron en el mundo los portadores de sueños,
atacados ferozmente por los portadores de profecías habladoras
de catástrofes.
Los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías
dijeron que sus palabras eran viejas
y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso es antigua
el corazón del hombre.
Los acumuladores de riquezas les temían
lanzaban sus ejércitos contra ellos,
pero los portadores de sueños todas las noches
hacían el amor
y seguía brotando su semilla del vientre de ellas
que no sólo portaban sueños sino que los multiplicaban
y los hacían correr y hablar.
De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida
como también habia engendrado
a los que inventaron la manera
de apagar el sol.
Los portadores de sueños sobrevivieron a los climas gélidos
pero en los climas cálidos casi parecían brotar
por generación espontánea.
Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias torrenciales
tuvieron algo que ver con esto.
La verdad es que como laboriosas hormiguitas
estos especímenes no dejaban de soñar y de construir
hermosos mundos,
mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se
llamaban compañeros,
que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban
en las muertes,
se curaban y cuidaban entre ellos, se querían, se ayudaban en el
arte de querer y en la defensa de la felicidad.
Eran felices en su mundo de azúcar y de viento
de todas partes venían a impregnarse de su aliento
de sus claras miradas
hacia todas partes salían los que habían conocido
portando sueños soñando con profecías nuevas
que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores
y de que el mundo no tendría que terminar en la
hecatombe.
Por el contrario, los científicos diseñarían
puentes, jardines, juguetes sorprendentes
para hacer más gozosa la felicidad del hombre.
Son peligrosos - imprimían las grandes rotativas
Son peligrosos - decían los presidentes en sus discursos
Son peligrosos - murmuraban los artífices de la guerra.
Hay que destruirlos - imprimían las grandes rotativas
Hay que destruirlos - decían los presidentes en sus discursos
Hay que destruirlos - murmuraban los artífices de la guerra.
Los portadores de sueños conocían su poder
por eso no se extrañaban
también sabían que la vida los había engendrado
para protegerse de la muerte que anuncian las profecías
y por eso defendían su vida aun con la muerte.
Por eso cultivaban jardines de sueños
y los exportaban con grandes lazos de colores.
Los profetas de la oscuridad se pasaban noches
y días enteros vigilando los pasajes y los caminos
buscando estos peligrosos cargamentos
que nunca lograban atrapar
porque el que no tiene ojos para soñar
no ve los sueños ni de día, ni de noche.
Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de sueños
que no pueden detener los traficantes de la muerte;
por doquier hay paquetes con grandes lazos
que sólo esta nueva raza de hombres puede ver
la semilla de estos sueños no se puede detectar
porque va envuelta en rojos corazones
en amplios vestidos de maternidad
donde piecesitos soñadores alborotan los vientres
que los albergan.
Dicen que la tierra después de parirlos
desencadenó un cielo de arco iris
y sopló de fecundidad las raíces de los árboles.
Nosotros sólo sabemos que los hemos visto
sabemos que la vida los engendró
para protegerse de la muerte que anuncian las profecías.
jueves, 23 de junio de 2016
Jorge Leónidas Escudero
Oro nestas piedras - Documental sobre Jorge Leonidas Escudero from Leandro Claudia Cristian on Vimeo.
Cada quien mira lo que quiera mirar, escucha lo que quiere escuchar.
En este conmovedor documental, yo le escuché estas cositas al gran maestro Escudero:
"Yo empecé por el amor a las piedras, quería saber que eran, que tenían adentro"
"En la Av. Circunvalación, los automóviles pasan raudamente creyendo que uno es tonto y no se da cuenta que no van a ninguna parte"
"Uno es como es, si yo veo ese pájaro y siento que hay algo ahí, escribo porque siento la necesidad de manifestarlo, siento que hay una significación, aunque ni yo mismo la comprenda"
"La belleza pareciera que es la presencia de algo que nosotros sentimos que favorece nuestra vida, como un golpecito de más vida"
"La poesía o se entiende, o no se entiende"
"En la poesía yo voy buscando la "palabra absoluta", que exprese completamente lo que siento, pero no se llega"
Sosieguesé on Jorge, sosieguesé. No se insista, quédese tranquilo maestro, que algo hemos aprendido. Y aunque los gobernantes se anden con eso de los ministerios de la modernidad y la saraza, nosotros bien sabemos que los hombres seguimos siendo lo que siempre hemos sido. Y que siempre hay y habrá oro nestas piedras.
Me lo abraza al juan por ahí, digale que lo quiero mucho.
Aprovecho pa´ abrazarlo a usted también, on Jorge.
Andrés Lewin
En este conmovedor documental, yo le escuché estas cositas al gran maestro Escudero:
"Yo empecé por el amor a las piedras, quería saber que eran, que tenían adentro"
"En la Av. Circunvalación, los automóviles pasan raudamente creyendo que uno es tonto y no se da cuenta que no van a ninguna parte"
"Uno es como es, si yo veo ese pájaro y siento que hay algo ahí, escribo porque siento la necesidad de manifestarlo, siento que hay una significación, aunque ni yo mismo la comprenda"
"La belleza pareciera que es la presencia de algo que nosotros sentimos que favorece nuestra vida, como un golpecito de más vida"
"La poesía o se entiende, o no se entiende"
"En la poesía yo voy buscando la "palabra absoluta", que exprese completamente lo que siento, pero no se llega"
Sosieguesé on Jorge, sosieguesé. No se insista, quédese tranquilo maestro, que algo hemos aprendido. Y aunque los gobernantes se anden con eso de los ministerios de la modernidad y la saraza, nosotros bien sabemos que los hombres seguimos siendo lo que siempre hemos sido. Y que siempre hay y habrá oro nestas piedras.
Me lo abraza al juan por ahí, digale que lo quiero mucho.
Aprovecho pa´ abrazarlo a usted también, on Jorge.
Andrés Lewin
jueves, 16 de junio de 2016
José Watanabe
El baño
Mientras
el agua cae
sobre tu
cuerpo
yo
pienso
que
de todos los cuerpos del mundo
tú
posees el más preciso.
Tienes
algo de intercambiable
conmigo,
algunos órganos secretos,
los más saludables y hermosos,
o
el sabor
o
la mirada.
Ayer
me
acerqué por tus espaldas
y
deslicé mis manos
bajo
tus axilas
hasta
tocar tus senos. De pronto
sentí
el
temblor de una restitución:
si
yo hubiera tenido tetas
serían
como
las tuyas.
* * * * *
La ranita
Duermes mi complacida. Y veo
con qué perfección, equidistancia y malicia
se disponen en tu cuerpo tendido
tus yemas de gusto
con qué perfección, equidistancia y malicia
se disponen en tu cuerpo tendido
tus yemas de gusto
concupiscente.
Ahora tus yemas están dormidas,
pero cuando están despiertas provocan muchas ocurrencias.
La que más provoca es tu ranita lúbrica
Ahora tus yemas están dormidas,
pero cuando están despiertas provocan muchas ocurrencias.
La que más provoca es tu ranita lúbrica
llamada
clítoris.
(Entre las hojas de los trópicos
he visto ranitas coloradas, miniaturas
de carne húmeda
que se contraen o se adelgazan
(Entre las hojas de los trópicos
he visto ranitas coloradas, miniaturas
de carne húmeda
que se contraen o se adelgazan
y
nadie las comprende
porque son temperamentales
como las muchachitas humanas)
Tu ranita no late contigo, tiene vida propia
pero no puede deleitarse sola.
La desmesura de su deseo
haria estallar su minúsculo cuerpo. Necesita
extender su gozo
en un cuerpo grande como el tuyo,
y así sobrevive,
convidándote placer.
Antes de tu sueño
viene siempre un ángel plumado y casto
que peina tu piel y censura
a nuestra ranita.
porque son temperamentales
como las muchachitas humanas)
Tu ranita no late contigo, tiene vida propia
pero no puede deleitarse sola.
La desmesura de su deseo
haria estallar su minúsculo cuerpo. Necesita
extender su gozo
en un cuerpo grande como el tuyo,
y así sobrevive,
convidándote placer.
Antes de tu sueño
viene siempre un ángel plumado y casto
que peina tu piel y censura
a nuestra ranita.
Es que nadie la comprende.
Sólo yo.
martes, 26 de abril de 2016
Facundo D´Onofrio
4.
De chico miraba con ojos grandes
la cara de la luna.
El cielo era un circo y las estrellas vértices de tiendas.
Me dijiste que no la mirara fijo
porque se enamora y no te deja
para nadie más.
Le tuve miedo a la luna
pero más miedo al amor.
Por las noches buscaba
cualquier charco de agua
y la miraba a través del reflejo
para que no se diera cuenta
de mí.
* * * * *
5.
Nunca pensé que el frío
diera tanta dicha.
Un abrazo de invierno puede más
que todo el verano.
El calor es un misterio entre dos personas.
Las plantas no pueden mentir
ni decir la sombra
sin embargo nosotros
no sabemos lo que ocurre
entre ellas y el mundo.
Pienso en cómo se ablanda
un corazón congelado.
Es como robarle un suceso
al pasado y darle
un sentido que no existe.
* * * * *
6.
Hay un escondite para la tormenta.
Si te lo digo ya no existe más.
s como el secreto
que al decirse
(aunque despacito y al oído)
deja de ser
es otra cosa
pero ya no un secreto.
Es un lugar oscuro
y puede darte miedo.
Pero allá no llueve y hay espacio
para acostarse
si uno se anima a dormir.
La entrada es un hueco.
Cuesta encontrarla
¡y qué difícil salir!
Pero no te preocupes por cosas
de las que se ocupará la noche.
* * * * *
9.
recorrés
el inabarcable sol
con los ojos.
¿Qué hay del otro lado?
Si es que hay un otro lado
como en tus pensamientos.
Sin ojos
el inabarcable sol
te recorre en círculos.
* * * * *
10.
Prometí no involucrarme
en el sufrimiento de una estrella.
Tampoco en la fiebre
que empaña el aire
cuando nace la lluvia.
Ni en el rayo que lacera
la carne estrepitosa
del desastre.
Lo prometí en el patio
vulnerado y seco
del día después
junto a un limón empobrecido
que observaba
burlón
el sinsentido de las cosas.
* * * * *
33.
33.
Hay, lo sé
un perro echado
en el rinconcito escondido
entre el banco de cemento
y el último árbol de la plaza
cuando cae el frío.
Ahí donde los perros se echan
porque aún quema:
quema el pasto
quema el cemento patinoso del banco
la tierra quema
queman cada una de las raíces del árbol
y sus hojas y sus ramas
queman también
quema el breve remolino
que se forma de repente
con el viento de la tarde
quema la tarde
hoy quema
y quemaba ayer
cuando jugábamos
a esa lenta escondida
de darnos un beso
hasta ser sorprendidos
por el invierno.
* * * * *
35.
35.
Estábamos sentados a la mesa
en la cocina que daba al patio.
Habías llegado de trabajar.
Era una tarde de invierno
me enseñaste a escribir con pluma.
La televisión un murmullo
cada vez más lejano
pero recuerdo esa lapicera cuadrillé
y el mecanismo para colocarle el cartucho
como si la tinta aún estuviera fresca
y los años fuesen un engaño.
En el colegio pedían tinta azul
para vos era mejor que fuera negra.
Siempre pretendiste
educarme en solemnidades.
Hoy no mancho el papel con tinta
hoy completo todas las palabras
¿sabías, papá, ya entonces
que me enseñabas
a usar un armar?
viernes, 22 de abril de 2016
Santiago Rouaux
LO QUE IMPORTA ES LA MÚSICA
a Diego Spivacow
¡Ahí estaba! El
amor de mi vida, el objeto de mi deseo. Sola, brillando bajo las lámparas
dicroicas, en medio de una vidriera. Con sus micrófonos plateados, sus
incrustaciones de nácar a lo largo del diapasón, su pintura reluciente, roja y
dorada, y esa firma en el clavijero certificando que se trataba de un ejemplar original,
y no de una vulgar copia. La guitarra con la que Slash, junto a los Guns and Roses, hizo delirar estadios
enteros al ritmo de sus riffs, en temas como Welcome to the jungle o Sweet
child o´ mine. La guitarra que Jimmy Page tocaba con un arco de violín durante
el solo de Dazed and Confused, y a la
que Ace Frehley, de Kiss, añadió una
bomba de humo, para simular, durante los shows, que el voltaje de la música había
hecho colapsar los circuitos eléctricos. La única e irrepetible Gibson Les Paul. Un instrumento con
historia, con mística, con estilo.
―Sí, está buena ―dijo
Fer.
―¿Buena? ¿Nada
más? ¿Me estás cargando?
―Es linda. Yo
qué sé.
―¡Es la mejor! ―dije,
con la mirada perdida en las vetas de la madera.
Fer largó un chistido
al aire.
―La mejor es la Fender Telecaster.
―¡Estás
equivocado!
―La Telecaster tiene un sonido… ―hizo una
pausa como buscando la palabra justa― más crudo, más estridente.
―Eso es cierto.
Por los micrófonos. Igual, yo prefiero toda la vida el sonido de la Les Paul.
―No sé. A mí me
parece una guitarra para viejos.
―¡No tenés idea
de lo que decís!
―¡Vos no tenés
idea!
Era siempre la
misma discusión. Los dos sabíamos cuál era la opinión del otro y que no nos
íbamos a poner de acuerdo. Pero igual discutíamos. A lo mejor nos gustaba
porque nos permitía exponer las virtudes de los instrumentos que admirábamos.
―¿Seguimos? ―dijo
Fer.
―Dale.
Avanzamos por
Talcahuano. La calle Talcahuano, a la altura del Centro, es el lugar de la
ciudad donde se concentran las casas de música. Fer y yo aprovechábamos el rato
libre entre la clase de gimnasia de la mañana y la hora de entrar al colegio, al
mediodía, para recorrer esas cuatro o cinco cuadras, deteniéndonos en cada
vidriera. Por supuesto, no teníamos plata para comprarnos nada, a excepción de
alguna que otra púa y de esos cuadernillos que te enseñaban los acordes de las
canciones, que nosotros practicábamos con las guitarras criollas. Pero no era
lo mismo. Sin guitarra eléctrica, no era lo mismo.
―Algún día vamos
a tener nuestra banda ―dije.
―¿Vos creés?
―Estoy seguro. Yo
voy a tocar con mi Les Paul, y vos
con tu Telecaster.
―¡Ojalá! ―dijo
Fer―. ¡Pero yo hago la primera guitarra!
―¡¿Por qué?!
―Yo punteo
mejor.
―Vos punteás más
rápido. Pero más rápido no es mejor. Si no, mirá los solos de Gilmour.
―¡Está bien! ¡Tenés
razón! Nos turnamos y listo. Un tema cada uno.
―Me parece bien
―dije.
―¿Y de dónde
vamos a sacar al resto de la banda? Necesitamos un baterista y un bajista. Como
mínimo.
Me quedé
pensando.
―¡Ya sé! Podemos
poner avisos en las revistas de música. Seguro hay un montón de gente que
quiere tocar.
―¡Buena idea! También
tenemos que conseguir un tecladista. Así podemos meter efectos raros, como en
las canciones de Pink Floyd.
―¡Y un
saxofonista!
―Y el cantante
―dijo Fer―. No te olvides del cantante.
―¿Para qué? Podemos
cantar nosotros.
―¡No! El
cantante es fundamental. Un cantante en serio, no un guitarrista que además canta.
Las bandas con cantante dieron siempre los mejores recitales. The Doors, por ejemplo.
―Eso era gracias
a Morrison, que era un genio en el escenario.
―¡Y bueno!
Tenemos que conseguir alguien así.
―¡Claro! ¡Como si
fuera tan fácil!
Nos detuvimos
frente a la siguiente vidriera. Una larga hilera de guitarras y bajos colgaba
del techo. Al fondo, se apilaban los amplificadores Marshall. Saxos, armónicas, micrófonos, sintetizadores y teclados.
Y en el centro de la escena, como estrella principal, una batería TAMA, con doble
bombo, y tones y platillos asomando de todos lados. Detrás de ella, un póster enmarcado
de Lars Ulrich, baterista de Metallica,
tocando un instrumento idéntico al de la vidriera.
―Nuestros temas tienen
ser fuertes ―dijo Fer―. Nada de hacer canciones flojitas.
―¿Y qué es una canción
flojita? ¿Se puede saber?
―Esas baladas que
te gustan a vos.
―¡Pará! Hay un
montón de baladas que tienen muchísima fuerza. ¿Bohemian Rapsody te parece una canción flojita?
―No.
―¿Y Stairway to Heaven?
―Tampoco.
―¿Y…?
―Está bien, está
bien… Ya entendí. A lo que me refiero es a esos temitas que hablan de amor. No los
aguanto. Lo único que te pido es que los nuestros no hablen de amor.
―¿Y de qué
querés que hablen?
―No sé. Pero ya
hay demasiados canciones así.
―¡Y! ¡Por algo
será! Es un tema que no se agota nunca.
―Es un tema
fácil. Ponés dos o tres versitos sensibles, que te quiero, que te extraño, y ya
está.
―¡Nada que ver!
Me quedé
pensando en la canción que había compuesto la noche anterior, tocando la
guitarra bien suave, con el oído pegado a la caja de resonancia, para no despertar
a mi hermano. Era un tema que tenía todo lo que a Fer no le gustaba: una balada
que hablaba de amor. Iba a tener que disfrazarla un poco, acelerar el tiempo,
cambiar algunos tramos de la letra, si quería tocarla con la banda. Tal vez,
podía recurrir a la poesía surrealista, esas expresiones raras pero hermosas,
como las que usaba el flaco Spinetta en sus canciones.
―¡Mirá esas cajas!
―dijo Fer, señalando unos parlantes enormes― ¿Sabés la potencia que te dan esas
cajas?
―¡Me imagino!
―En nuestros recitales,
necesitamos equipos así.
―¡Sería
increíble! ―dije―. Igual, los equipos no son todo. Para dar un buen recital,
los técnicos son tan importantes como los equipos.
―¡Absolutamente!
Una banda son los músicos más los
técnicos.
―Tenemos que
conseguir un sonidista, por ejemplo.
―¡Y un iluminador!
―dijo Fer―. Sin una buena iluminación, no se van a lucir nuestros instrumentos
en el escenario ―y se puso a hacer la mímica de un solo de guitarra, como si
estuviera en medio de un show.
―¡Eso es lo de
menos! Lo importante es cómo suena la banda. No lo perdamos de vista. Lo que
importa es la música.
―¡El espectáculo
también es importante!
―Sí. Pero…
―Ya vamos a
tener tiempo, cuando entremos al estudio de grabación, de preocuparnos por el sonido.
Nuestros recitales tienen que ser otra cosa: algo vivo, algo festivo…
Tenía razón. No en
eso de descuidar la calidad de la música en vivo, que era una tontería, sino en
lo del disco. Toda nuestra energía tenía que estar ahí. Porque los recitales son
importantes, sin duda, pero una banda hace su entrada en la escena musical cuando
lanza su primer álbum, no antes.
―Vamos a
necesitar un productor ―dije.
―¿Qué cosa?
―Cuando
grabemos.
―Ah, sí. Mientras
no se meta con la parte creativa...
―El trabajo del
productor es justamente ese, meterse con la parte creativa. ¿O te pensás que
los Beatles hubieran sido los Beatles sin George Martin?
―No sé. No me
convence la idea de que haya un viejo en el estudio diciéndonos qué hacer y qué
no hacer.
―No es tan así…
―Además, nosotros
vamos a ser grandes por nosotros mismos. No necesitamos a un productor para
eso. ¡Confiá en mí!
Adiós a mi viejo
sueño, pensé, de grabar un disco experimental que mezclara nuestras canciones
con sonidos tomados del ambiente y efectos de sintetizadores. Era imposible grabar
un álbum de esas características sin la ayuda de un productor. Pero no
importaba. Podía guardar el proyecto para cuando emprendiera mi carrera solista.
Porque todos los grandes músicos tienen, tarde o temprano, una carrera solista.
Y yo no iba a ser la excepción. Pero eso no podía comentárselo a mi amigo. Al
menos no por el momento.
―¡Uy! ¡Qué tarde
se hizo! ―dijo Fer, mirando el reloj en su muñeca―. Nos van a poner media
falta. ¡Vamos! ¡Apurate! ―y agarrándome de un brazo, me obligó a avanzar, en
dirección al colegio.
Inédito.
lunes, 11 de abril de 2016
Maria Fonseca
En el bar de la calle empedrada...
I.
Soy una silueta finita y colorida
sentada a la mesa, del bar de la calle empedrada
salgo anónima en algunas
fotos de turistas de quién sabe dónde
me peino con disimulo
para salir en las fotos
soy yo
y esa silueta finita y colorida.
II.
En la mesa de al lado
desayunaba una señora
de rostro regular
salvo por sus enormes
fosas nasales
podía tragarse todo el aire
de una sola inspiración
y dejar al mundo
seco.
III.
Lo acabo de decidir
voy a emborracharme
después de un breve diagnóstico concluí:
tengo el dinero para pagar la cuenta
estoy sentada en la mesa más cercana al río
mi cuarto de hotel queda a diez cuadras
las calles adoquinadas
están repletas de turistas
que seguro serán amables
si me caigo
no tengo excusas
está nublado
voy a emborracharme.
lunes, 28 de marzo de 2016
Gustavo Gottfried
¿Quién está comiendo mandarinas?
preguntaba la maestra
en algún momento de la clase.
Y pocas veces la descubría
porque mi madre era veloz
para esconder la evidencia
pero no tanto para aceptar
que el olor suntuoso de la fruta
siempre iba a delatarla.
* * * * *
A los 18
En su tiempo libre
por aburrimiento pero más
para ayudar a su familia, mi madre
se emplea como dependienta
en casa Harrods.
Mi madre que ama el chocolate
se encuentra, de pronto
a cargo de la confitería:
un gran salón repleto
de cintas rojas, papeles dorados
y un perfume que lo invade todo
¡pero es tan ajeno!
Y si una barra de chocolate
o uno de estos huevos
de pascua acaso se rompiera
dice la jefa mientras deja
caer algo que pronto le convida.
Cuando recuerda aquél sonido
aquél perfume
mi madre todavía se embelesa
y vuelve a suceder, el accidente.
* * * * *
Los sueños de Mary
…y entonces, les dijo José:
¿No son de Dios las interpretaciones?
Génesis 40:8
Mary era la modista de todos
los vecinos de Villa del Parque.
Les arreglaba la ropa y, a veces
le encargaban un vestido largo
para un quince o un casamiento.
A mi madre, que era tan joven
le atraía la moda: se veía
bellísima en esos modelos
que salían en las revistas.
Por eso decidió ofrecerse
como aprendiz en su taller.
Trabajaron juntas varios años.
Mary fue una amiga y una segunda madre.
Después, la joven aprendiz
terminaría la escuela normal
se recibiría de maestra de corte y confección
daría clases en la escuela secundaria.
Pero lo más raro es que la modista
también interpretaba los sueños
de los vecinos de Villa del Parque.
A Don Víctor, que se vio
en medio de una tormenta
le dijo que pronto iba a necesitar
más que nunca, de su familia.
A la esposa del capitán
que soñaba cada noche
como la envolvía una brillante
culebra, le dijo que el deseo
se vuelve mortífero
cuando lo ignoramos. Y así
a cada uno le revelaba
su propio secreto.
¿Pero quién iba a descifrar
los sueños de la propia Mary?
Nunca nadie supo en Villa del Parque
que después de cerrar el taller
y con el mismo oficio
de quien cose y descose
una prenda hecha de distintas piezas
a los sueños de Mary
los interpretaba mi madre.
* * * * *
El primer empleo
Como tantas jóvenes
de la clase trabajadora
mi madre también iba
a los centros recreativos
de la UES.
En una ocasión
durante una tormenta fuerte
se apareció el general.
Las chicas lo recibieron
formadas en filas
como se hacía en aquella época.
¡Qué lindo día
para chapotear en los charcos!
dijo Perón.
-Usted, porque tiene botas.
Replicó ella desde su sitio.
Y ahí, se produjo un silencio
que él interrumpió enseguida
con alguna broma pero
finalizado el acto, un secretario
se acercó a la muchacha
le preguntó cuál era su urgencia
si necesitaba algo.
Un trabajo, contestó
la que ya era maestra
y que un día, también
iba a ser mi madre.
Como si desde siempre
hubiera esperado esa pregunta.
Lo cierto es que
a los quince días
por debajo de la puerta
de la pequeña casa de Villa del Parque,
el cartero deslizó una hoja
y era su nombramiento.
* * * * *
Corte y confección
En la escuela secundaria
a mi madre le tocaba enseñar
corte y confección. Hiciera frío
o calor, se sintiera bien o mal
siempre se presentaba a dar su clase.
La única excepción eran las fechas judías:
en esos casos la directora aprovechaba
y le ponía la falta. Además, había algo
en su forma de enseñar que
simplemente, no era común.
Mi madre percibía una reprobación
que nunca se ponía en palabras.
Un día vino a la escuela
la inspectora del distrito
y entró a la clase de mi madre.
Las chicas conversaban y reían
mientras, sentadas a sus máquinas
no hacían más que su propia ropa:
dale que dale a la tela
que se derramaba por el piso
ya cubierto por completo de retazos
de distintos colores. Mientras mi madre
iba de un lugar a otro aconsejando
sobre el punto, el corte o el dobladillo
la directora permanecía cerca de la puerta
esforzándose en disimular su mal humor.
Después de observar un rato, la inspectora
escribió el acta y se fue sin decir palabra.
Al final de la clase, mi madre
fue convocada a la dirección.
Detrás de su gran escritorio
la directora la miró, satisfecha.
Juntas, abrieron el libro que
para horror de aquella mujer
y alegría de mi madre, decía:
“En mi visita de hoy a la clase
de Corte y Confección de la Señorita
Profesora Esther Pérez, he visto el trabajo
verdadero en un taller de este tipo.
Mi calificación es diez sobre diez”
* * * * *
Querido Topo Gigio:
me acompañaste
de día y de noche
en la salud y la enfermedad
en la tristeza y la alegría.
Con tus grandes orejas
tus finos bigotes
tus ojos soñadores
tu pullover a rayas
tus zapatos rojos
tu pantalón
tus tiradores.
Y aquella manera
tan dulce de hablar
y tu andar etéreo
porque casi flotabas.
Pero tuvimos que sufrir
el dolor de separarnos
esa tarde en que te dejé
en un tacho de basura
que estaba en la cocina
por escuchar a los demás.
Fue sólo la primera vez
que pagué
un precio excesivo
por el respeto de mi padre
y de los otros burladores
que no entendían tu presencia
ni el amor que todavía siento.
Adonde quiera que esté
tu alma de muñeco
quisiera llegar
con estas palabras:
Yo ya me perdoné.
Ojalá vos también
me perdones.
Textos incluidos en libro de próxima aparición..
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