jueves, 25 de junio de 2015

Carlos Battilana


El dulce porvenir

Cuando los mejores poetas de mi generación
curtidos por las drogas
la grasa y el vino excesivo
están haciendo pie
y pueden usar la palabra templanza
con toda propiedad

reunir poemas
evaluar con cierta distancia
sus tesoros
su cúmulo precioso

cuando cerca de los 50
la juventud
es una palabra
que ha sido usada
y se puede recordar
–sí, con alegría–
las viejas amistades
los duelos
los viajes pequeños
cuando
el poeta
de los grandes experimentos
pero de otros poemas
mejores aún
es una increíble
referencia
y ahora
puede
–finalmente–
distribuir
el aire
y la respiración
porque ha corrido tanto

yo aún
el poeta de la familia
el poeta que
literalmente
ha administrado la energía
el poeta del tenis
estoy cambiando a mi hijo
interminable
en el baño
posterior de la casa
y le digo
“te amo te amo”
y barro
bajo los signos y los hábitos
de antiguos mecanismos
la ropa la basura y me muevo
–ya ciego–
entre escombros de fuego
y no tengo, lo sé,
escapatoria
no puedo ni podré respirar

amo
con pobreza
como pude

pronuncio “te amo”
como una
invocación
como una oración religiosa
–polvo del camino–
la única propiedad
con base
en lo real.


Carlos Battilana
De.”Un western del frio”
(Viajero insomne, 2015)

lunes, 22 de junio de 2015

Canciones con Pessoa (Música: Lucas Sedler - Decidor: Santiago Kovadloff)




Me considero un "decidor" de poesía. No sé música pero me dio la sensación de que estaba cantando. No me gusta la palabra declamar; creo que recitar tampoco da en el clavo. Digo poesía; eso hago. Porque me gusta darle una entonación coloquial, quitarle la declamación. Excepto la de Borges, que no se deja decir sin una inspiración levemente épica, más formal. Es hondamente metafísico.

Hay que entender que un poema es una partitura y debe ser interpretada por una voz. Eso te permite devolverle al texto su plenitud sonora. Y descubrir en qué sentido tenía posibilidades musicales, no como cantante, sino por la integración de la voz y la música. Con la tonalidad, con la exploración de los silencios y el trasfondo de la música. Y eso me hizo muy feliz. Parece que, secretamente, el poeta quiere ser músico.


Santiago Kovadloff

viernes, 5 de junio de 2015

Juan L. Ortiz




Fui al río

Fui al río, y lo sentía
cerca de mí, enfrente de mí.
Las ramas tenían voces
que no llegaban hasta mí.
La corriente decía
cosas que no entendía.
Me angustiaba casi.
Quería comprenderlo,
sentir qué decía el cielo vago y pálido en él
con sus primeras sílabas alargadas,
pero no podía.

Regresaba
-¿Era yo el que regresaba?-
en la angustia vaga
de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.
De pronto sentí el río en mí,
corría en mí
con sus orillas trémulas de señas,
con sus hondos reflejos apenas estrellados.
Corría el río en mí con sus ramajes.
Era yo un río en el anochecer,
y suspiraban en mí los árboles,
y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.
Me atravesaba un río, me atravesaba un río!

Del libro El ángel inclinado (1937)


Voz: Liliana Herrero en el álbum Litoral (2005)

viernes, 29 de mayo de 2015

Humberto Costantini



Declaración jurada

¿Qué pretendo yo con mi poesía? Bueno, es tan fácil macanear en este tipo de declaraciones ¿no? O esquematizar. O decir una cosa por otra. O desembuchar las ideas que uno tiene sobre estética, o sobre política, o sobre la filosofía del arte en general...Pero me parece que sin querer se me escapó algo que es cierto. La poesía sirve para no macanear. Eso es. La poesía y el cuento me sirven a mí para no macanear. De eso estoy seguro. Para ser auténtico, humildemente, trabajosamente auténtico. Contar como veo, como siento algunas cosas, tratar de que alguien las vea y las sienta igual que yo. Sin pretender enseñar, ni adoctrinar, ni contrabandear ideas. Y para eso tengo simplemente que hablar con mi propia voz. Cosa bastante difícil como lo sabe cualquiera que ande metido en este asunto. Pero una vez conseguido eso, una vez que a fuerza de un largo trabajo de búsqueda, de desprendimiento, de humildad, qué sé yo, uno cree haber encontrado, en el fondo del alma o de las tripas, esa voz, los conceptos "bueno" o "malo", "poema" o "no poema" pierden totalmente vigencia. Se habla de un modo verdadero o se macanea. Y se macanea cuando, vaya a saber por qué, no se puede encontrar la propia voz.

Cuando me veo obligado a escribir un artículo, o un ensayo, o esto que estoy tecleando ahora por ejemplo, tengo siempre la fulera sensación de que estoy macaneando. De que podría afirmar todo lo contrario de lo que digo con la misma compostura y la misma sinceridad. En la poesía y en el cuento eso no me pasa. Sé que hay una única forma para decir una única verdad. Y que lo demás es una pelea con las palabras hasta encontrarla.

viernes, 22 de mayo de 2015

Humberto Costantini




El futuro

Qué lindo era el futuro,
el futuro
del pizarrón de cuarto grado,
todo hecho con tizas de colores
y una confianza buena,
de las viejas,
de esas que ya no se consiguen
ni pagando al contado.

Era realmente lindo, lindo
aquel futuro
del pizarrón de cuarto.
Había chicos decentes
tomados de la mano,
chicos con las orejas limpias,
y las medias derechas,
y los dientes seguramente cepillados.

Juro que era lindísmo
el futuro
del pizarrón de cuarto grado.
Había toros, libélulas y ríos,
había trenes, palomas, y silos, y aeroplanos,
había campos, y escuelas, y edificios altísimos,
había vacas y ovejas
bellamente pastando.

Había una iglesia y un trigal
y un puerto con muchísimos barcos.
Al fondo, por supuesto,
un ancho sol naciente en amarillo,
con sus ojos, su boca, su sonrisa
en realidad
bastante parecido
al de la tapa del cuaderno “Sol de Mayo”,
pero de todos modos era una maravilla
aquel futuro
del pizarrón de cuarto grado.

Ah, si pudiera entrar en el futuro,
en el futuro aquel en seis colores,
del pizarrón de cuarto grado.
Cómo caminaría derechito
hacia el gordo sonriente en amarillo,
acogedor, humano.
Cómo andaría entre toros, libélulas y ríos,
y trenes, y palomas y aeroplanos.

A lo mejor iría
tomado de la mano
de algún chico decente, buenito, bien peinado.
Caminaríamos alegres y llenos de esperanza
porque, es claro,
el camino sería bello y fácil
como eran los caminos del futuro
en el lindo futuro
del pizarrón de cuarto grado.

Sin barreras, sin piedras,
sin pozos, sin semáforos.
Nadie nos pediría documentos
ni nos requisarían baleros subversivos,
ni nos sospecharían ladrones
o extremistas, o infiltrados.

Nadie nos metería, por supuesto,
en un atroz fantasmagórico Ford Falcon,
ni mucho menos iríamos a aparecer al otro dia
entre unos pastizales por Ezeiza
junto a un montón de cápsulas servidas,
ni dirían los diarios
con sus letras chiquititas y su fea sintaxis,
cosas como "se procedió a identificarlos".

No, no,
sencillamente no,
porque eso no figuraba para nada en el futuro,
porque eso la señorita no lo había dibujado
con borrador, y tiza y esperanza
en el prolijo y diáfano futuro
del pizarrón de cuarto grado.
El cual como se sabe estaba todo hecho
con tizas de colores
con un redondo sol de “Sol de Mayo”,
y una confianza buena,
de las viejas,
de esas que ya no se consiguen
ni pagando al contado.


* * * * *

Para entendernos

1) Se supone

Se supone que hay dudas sumamente poéticas,
tristezas avaladas por las musas,
y además endosadas por la Real Academia,
dulces melancolías que esmaltan los crepúsculos
de colores lindísimos.

Se supone que hay penas que ni hechas de medida
para extasiar niñitas,
soledades que casi son un coito
de perfectas,
angustias prestigiosas como heridas de guerra,
rompimientos ya escritos con ritmo de bolero:
debemos separarnos,
me acordaré, te acordarás, etcétera.

Se supone que hay tedios elegantes,
desvelos a los cuales
baja chisporroteando el genio desde el techo,
preguntas y temores que ocasionan sonetos,
neurosis aceptables, llevaderas, simpáticas,
borracheras que nacen con el sello de la celebridad,
cansancios que maduran en corazones sabios y de vuelta.

Se supone,
es lícito aceptar que existen,
que de acuerdo
a una bibliografía tan bella como extensa
ellos están allí,
demostrando, brillando, guiando, corrigiendo.

Se supone,
fácilmente se admite que deben existir,
no es mi intención negarlo, por supuesto,
simplemente
quería decir, con toda honestidad:
yo no.


2) Puntualizo

No que me falten dudas o tristezas,
ni que me encuentre en déficit de penas,
ni que sea pobre en soledad o miedos,
ni que no tenga una vulgar neurosis
donde caerme muerto.
No, nada de eso,
gracias a dios
yo tengo
mi cuentita en el banco del esgunfio
como cualquier mortal.
Sólo ocurre
que las penas son bichos nauseabundos,
la soledad voltea como el tifus,
los rompimientos vienen generalmente
con gritos, puertas, odios,
puteadas furibundas,
manos en el pescuezo,
y a veces con un llanto
blando, sonso, de niño , interminable,
mendigando un perdón.

Sólo que la tristeza
es sucia, miserable, asustada e inútil,
refractaria a la máquina
y a los lindos colores del crepúsculo.
Sólo que la neurosis,
que quiere que le diga,
se parece bastante a la idiotez.


viernes, 15 de mayo de 2015

Diana Bellessi



La desaparición de Talita Kumi

¿No voy a acariciar más tus orejitas suaves de color
té con leche? ¿y tu barbita feroz y el flequillo rebelde
que te oculta los ojos? ¿tus piernas elegantes y erguidas
y esas caderitas que te gusta las friegue y al lomo
donde se aposentan las pulgas? ¿no vendrás a dormir
junto a mis costillas ahora que refresca y llega el otoño?
¿no te comerás los trocitos de pollo que guardo para vos
ni veré tu dormir tranquilo con la pata levantada
o el gemido del sueño que de tanto en tanto te ataca?
¿no oiré tus ruiditos por la casa ni esa manera de venir
a saludarme esté donde esté de vez en cuando? ¿ni felices
saldremos a caminar por el sendero verde de la isla,
vos chocándote con mis piernas en estos meses de ceguera?
La casa está vacía y yo, una bolsa vieja que se llena
con mis lágrimas, Talita Kumi, que escapaste al monte
o caíste al río a las siete de la tarde del día once
de abril cuando cortaba una caña de ámbar reluciendo
blanca en el costado de Appensel como una tentación
de las flores al anochecer. Te he buscado noche y día
mi bebé, mi amiga, mi familia como siempre te decía
te acordás? Te he llamado en voz alta, bajito y entre lágrimas
y te llamo por escrito de todas las maneras en que sé
y ahora siento que estás lejos y no te veré acercarte, sucia,
asustada y alegre como otras veces en tus escapadas
monteras entre los cuises y comadrejas, ¿qué deshace
Shiva?, deshaceme a mí, no a ella, mi inocente o acaso
desaparecés en tu ley, Talita Kumi, y libre de la rienda
que siempre te protegía, con ella a cuestas pero libre
al fin, la rienda roja, pequeña reina mía, mi Aquiles
diminuto… tus aventuras son leyendas por aquí…
Me habían prometido dieciocho años juntas, ¿habrás
soportado el agua fría de la noche, los días sin
comer en el monte? No sé, no sé, que no sufras, compañera,
   para eso estoy yo…

* * * * * 

La aparición de Talita Kumi

Río y no me salen las palabras frente a vos,
Talita Kumi,
las patas embarradas y sangre en las orejas
estás de vuelta
en casa, tres días sin comer perdida en los juncales
del río al frente
y como loca te acaricio secándote
la rienda roja
sucia de barro y nadie me entiende como si fuera
una Casandra
que dice sortilegios de alegría y de amor
mi campeoncita
nadaste contra corriente y sos mi adalid
mi heroína
de odisea salvándote del mal y las sirenas
por tu fuerza
y tu sublime inteligencia, pequeña mía
cómo te amo
como agradezco a Shiva y a todo el panteón
que nos da una chance
de volvernos a juntar en esta orilla que ahora
brilla en tu presencia,
y sin que medie nada te vas a tu canasta
para dormir
hasta mañana y recién entonces me lamés
la cara, misión
cumplida dice la inocente austera, afuera
de la noche y el mal…